Desde 1981 el 25 de noviembre se conmemora el día de la no violencia contra la mujer, fecha en la que fueron asesinadas las hermanas Mirabal por la dictadura de Trujillo, en la República Dominicana, proclamación hecha por el Movimiento Feminista Latinoamericano. Más tarde en 1999 esta iniciativa fue asumida por la Asamblea General de las Naciones Unidas. La siguiente cita contiene el contenido de la proclama, «todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada».
El tipo de violencia de interés de este artículo no aparece tipificado de forma explícita en este concepto, pero si constituye una amenaza a cualquier tipo de derecho, una amenaza contra la libertad, sufrimiento psicológico, entre otros males perpetrados contra la mujer a través de la historia de la humanidad. Este tipo de violencia lo constituye el atentado contra el derecho a educarse de las mujeres y en muchos casos a ejercer una carrera, principalmente en las artes y las letras, además de la falta de reconocimiento por el canon literario.
Según Irene Vallejo, en su brillante ensayo El infinito en un junco, el primer autor del mundo que firma un libro es una mujer; Enheduanna, poeta y sacerdotisa, escribió un conjunto de himnos, los rubricó con orgullo. Era hija del rey Sargón I. También le pertenecen las más antiguas notaciones astronómicas, participó en las luchas políticas de su época y sufrió por ello el castigo del exilio y la nostalgia. Sin embargo, la antigüedad grecolatina se caracterizó por el silenciamiento de la mujer. Destaca la autora, que Demócrito tan subversivo y demócrata recomendaba que la mujer no se ejercite en el hablar, escribió que callar en público debía ser considerado el mejor atributo femenino, la palabra pública pertenecía a los hombres, así como la política y la literatura eran de su domino, al igual que el teatro fue un club de hombres. Las mujeres que escribían tenían que enfrentarse a la burla y al ridículo. La democracia ateniense se cimentó en la exclusión de las mujeres, estas ni ricas ni pobres tenían libertad.
El filósofo Locke, defensor de la libertad natural del hombre, sostenía que ni los animales ni las mujeres participaban de esta libertad, sino que tenían que estar subordinados al varón. Rousseau decía que una mujer sabia es un castigo para su esposo, sus hijos y para todo el mundo.
Rosa Montero, en su libro Historia de mujeres, ofrece una serie de biografías de mujeres que fueron violentadas fruto de las férreas costumbres de las sociedades en su contra, los daños van desde tener que firmar sus libros con nombres de hombres hasta renunciar a sus carreras para no opacar a sus maridos. Mary Wollstonecraft ha sido minimizada y ridiculizada durante siglo y medio; aunque, la nueva historiografía ha rescatado su memoria, es recordada por ser la madre de Mary Shelley la autora de Frankenstein, a pesar de haber escrito cuentos, novelas y ensayos. Escribió el libro Vindicación de los derechos de la mujer (1792) que estableció las bases del feminismo. Alma Mahler la compositora y pianista, fue anulada como intelectual, como artista y como persona, a fin de no restar luz a su marido Gustav Mahler, el libro publica una carta del marido a Alma que recoge todos los tópicos, prejuicios e injusticias de la época. María Lajárraga. esposa del dramaturgo Gregorio Martínez Sierra, escribía las obras y las firmaba él. George Sand, Aurore, adoptó ese nombre masculino para firmar sus obras, recurso habitual en su época, dado el sexismo que alejaba el lenguaje social y cultural de las mujeres.
La investigadora dominicana Ilonka Nacidit Perdomo recoge una serie de trabajos literarios producidos por mujeres que no han sido reconocidas por el canon. Sus trabajos no han sido compilados ni publicados, han quedado en hojas sueltas, hasta ahora, ninguna institución u organismo ligado a los ministerios responsables de mantener y velar por la preservación de la memoria histórico cultural se ha preocupado por sacarlos a la luz. Para este ocultamiento Ilonka Nacidit ha acuñado la denominación de Violencia en los saberes. En 2019 la República Dominicana en su participación en la Feria del libro de Madrid excluye a escritoras que fueron contemporánea de los escritores homenajeados Pedro Henríquez Ureña, Juan Bosh y Marcio Veloz Magiolo; tales como Abigail Mejía, Hilma Contreras y Aída Cartagena Portalatín. Lo que suscitó protesta de sectores con una visión menos excluyente y progresista.
En fin, la invisibilidad ha acompañado a las mujeres de por vida. Seudónimos, vestimentas masculinas y otros recursos fueron adoptados en otras épocas para contrarrestarla. Hoy día eso ha cambiado, pero persiste este tipo de violencia que se practica desde los más altos sectores oficiales, por lo menos, en República Dominicana; si algún funcionario en términos personales decide rescatar la obra de alguna mujer lo hace, pero no hay una política e iniciativa por parte de los ministerios encargados de velar por la cultura y la educación puesta en acción. Algunas entidades conformadas por mujeres trabajan por la visibilidad y el reconocimiento de la obra de muchas mujeres que ha quedado en el olvido, pero en su mayoría son mujeres, se necesita hombres que puedan ver y reconocer la valía del trabajo en base a su calidad y no el sexo de quien la produce. Solo así surgirá una memoria histórico cultural plena.