En la República Dominicana siempre habrá alguien que se encargue de recordarnos lo veraz que fue nuestro poeta nacional[1] en su aseveración de que “Este es un país que no merece el nombre de país. Sino de tumba, féretro, hueco o sepultura[2]”.

La Academia Dominicana de la Historia recibió en sus filas a una persona que según múltiples testimonios participó en varios episodios de nuestra vida “democrática” no precisamente en un rol a favor de los derechos y la libertad. Se afirma que es un asesino a sangre fría y un torturador; que utilizó métodos como el sometimiento, la tortura y la crueldad con héroes nacionales. Hay varios documentos denunciando estos hechos. Más reciente, hay una carta escrita por Minou y Manolo Tavares Mirabal en la que denuncian que en el sistema de justicia dominicano ha imperado la impunidad frente a los hechos cometidos por este este señor, que parecería ha estado protegido por una élite que sigue anhelando al dictador y ponderando virtudes inexistentes.

Mu Kien Sang Ben, miembro de número de la Academia y pasada presidenta, escribió una comunicación expresando su desacuerdo con la decisión de la Academia de la Historia e informando las medidas individuales que tomaría a este respecto. Uno de sus distinguidos miembros decidió responder la carta escrita por Mu Kien. Esta respuesta asume como prueba de “su verdad” que no hay una sentencia condenatoria para el General. Y expresa con bastante insensibilidad, que como no ha habido un caso judicial que lo condene, este es un ciudadano merecedor de la distinción que le fue otorgada. Su respuesta ratifica el contubernio para la impunidad y la arraigada negativa para lograr rescatar la memoria histórica en la República Dominicana; la clase dominante siempre consigue adláteres para sustentarse.

Esa deleznable confabulación es la misma que convirtió a Joaquín Balaguer en “Padre de la Democracia” pretendiendo invisibilizar y borrar las desgracias, crímenes y abusos del período conocido como “Los 12 años” y otros aspectos de su historia. Favorece la perpetuación de la impunidad, y se ha encargado de “limpiar” historiales de esbirros y cómplices que siguen orbitando y decidiendo en el país. Esto ha impedido que se constituya una Comisión de la Verdad e hizo posible que a partir del fin de la dictadura cada grupo de intereses construya sus leyendas de validación y nos obliguen a vivir desde esos falsos parámetros.

A pesar de todo lo anterior, igual que el poeta nacional, he de aceptar que amo este país “Es cierto que lo beso y que me besa”, pero también es cierto “… que su beso no sabe más que a sangre”. La sangre de la impunidad, del descaro, la desfachatez y la anti-memoria. Volviendo a la carta del miembro de número, hay que agregar la sangre de la misoginia que propicia que este hombre crea que insulta. Porque  tengo la esperanza que Mu Kien no le haya aceptado ese “regalo” y se coloque en el lugar que le corresponde por derecho propio. Ergo, por encima de sentirse agredida por un ser humano cuyo escrito manifiesta de una forma muy explícita su futilidad. Una carta en que, si se desnuda a alguien, es a quien escribe, porque definitivamente hay que aplicarle la máxima que reza: “De la abundancia del corazón habla la boca”.

Manolo Tavarez, Francisco Alberto Caamaño y otros mártires de la libertad dominicana, ya han recibido otras grandes afrentas; solo habría que recordar los nombres de las estaciones del metro de Santo Domingo para entender la irresponsabilidad de nuestros supuestos “dirigentes”. Ese deseo de bailar en todos los bailes y estar bien con Dios y con el diablo que nos caracteriza. Y que incluso, patrocina la exclusión de ciertos espacios a personas que decidimos no callarlo.

Mu Kien Adriana Sang Ben, me abrogo el derecho de decirte, que posiblemente tú y yo tenemos profundas diferencias filosóficas y teóricas, pero eso es nimio al momento de reconocer tus valores, aportes, seriedad y profundidad profesional y ética. También quiero decirte, que no me cabe la menor duda de que los premios has recibido han sido por tus talentos y por tu trayectoria. Como el del pasado 8 de marzo, que el Poder Ejecutivo, en un acto organizado por el Ministerio de la Mujer, te impuso la Medalla al Mérito de la Mujer Dominicana.

Sinceramente, a quien escribió la carta y a quienes lo apoyan, ya hace mucho tiempo que Alfonsina Storni les respondió en su poema “Hombre pequeñito, hombre pequeñito…”. No es posible continuar dando aquiescencia a la complacencia que convierte en “personas de bien” a esbirros y presidentes perversos; a los asesinos que pretenden morir con reconocimiento de “héroes” y los cómplices que coadyuvan a este fin.

La resistencia siempre estará presente, que para eso tenemos el legado de tanta gente maravilla. Pregúntenle a Sina Cabral, quien todavía, por la gracia de Dios, nos acompaña en este plano terrenal. Ella si sabe lo que es la ética y la dignidad. Ha entregado su testimonio con ecuanimidad y decencia, narrando la historia como debe ser narrada, desde la verdad y el decoro.

Mu Kien, te reitero que la carta de un historiador misógino y al servicio de la desmemoria, aunque su pretensión haya sido insultarte, lo que refleja es que saben muy bien que lo que hicieron es un hecho deleznable y están dando coletazos pretendiendo sacudirse su propia vergüenza.

[1] Pedro Mir, poeta nacional.

[2] Fragmento del poema Hay un país en el mundo (se utilizan varios en el artículo).