Los muertos no caben en el cementerio y salen a bailar en los carnavales. Caribe Night Club  (Texto del autor de este artículo)         

Teatro de la muerte en el carnaval dominicano. 6to. misterio

 La litera avanza bajo el sol del mediodía. Cotuí. Miércoles de cenizas.

En la litera, viene un personaje con una exagerada barriga a punto de explotar por lo mucho que ha comido.

La comparsa va cantando.

—¿Ay, Dios, y de que murió? –  y ellos mismos se responden:

— De pelpejía.

Teatro de la muerte, representación gozosa de morirse por exceso de comida.

En cama vertical el muerto se desplaza, una botella de ron en forma del suero está conectado al brazo del muerto que junto al médico y a las enfermeras canta y baila

— ¿Y de qué murió?

— Por falta de salud.

—¿Y de que murió.

—Médico no hay. Enfermo no hay. Médico no hay. ¡Muerto sí hay!, responde el muerto, en protesta y rebeldía.

Crítica social, la muerte en el carnaval dominicano protesta, se rebela, goza y baila.

La muerte en yipe, la muerte en bicicleta y la puta muerte o el cuero flaco, son personajes en el teatro de la muerte, en donde el carnaval rompe los conceptos de lo teatral, cuando los actantes no representan sino que participan.

El carnaval se vive y se goza más allá de la representación, más allá del espectáculo

y más allá del teatro.

De hecho, el carnaval ignora toda distancia. Los espectadores al carnaval son participantes…Volvamos de nuevo a Bajtín: “Los espectadores no asisten al carnaval, sino que lo viven ya que el carnaval está hecho por todo el pueblo.” (Pág, 22)

Durante el carnaval, no hay otra vida que el carnaval, es imposible escapar, porque el carnaval no tiene ninguna frontera espacial. En el transcurso de la fiesta solo puede vivirse de acuerdo a sus leyes, es decir, de acuerdo a las leyes de la libertad.

El carnaval posee un carácter universal, es un estado peculiar del mundo, en donde cada individuo participa. Esta es la esencia misma del carnaval: ahí en el centro de la representación, se rompen los límites entre actores y espectadores, solo hay participantes, fiesta y gozo en donde la muerte es tu amante, tu amiga, tu compañera, traviesa tonta y bella.

Fiesta de los locos, fiesta de los bobos. La muerte en chancleta, la muerte en yipe, la muerte en bicicleta,  y la puta muerte, estos personajes reclaman  nuevas formas de interpretar la teatralidad en el carnaval dominicano. Nuevas formas de representar, requiere nuevas conceptualizaciones de la representación:

“La representación debe ser construida como un espectáculo amplio o un continuo de acciones humanas incluyendo desde el ritual, el juego, los deportes, los entretenimientos populares y las representaciones de la vida cotidianidad”, conceptualiza Richard Schechner en su texto Estudios de la representación (Pág.31)

De igual manera, si intentamos clasificarla nos aproximaríamos al modelo etnoescenológico propuesto por Patrice Pavis, en donde se plantea la perspectiva que se acerca a las representaciones de la muerte en el carnaval dominicano: “Series paralelas, en lugar de unidades mínimas. Energía más que significación. Concreto más que abstracto. Autonomía más que jerarquía de los elementos. Perspectiva parcial más que centralizada. Densidad diferenciada más que homogeneidad. Sincretismo más que pureza. (Págs 218 – 219, Teatro. Imagen, Pavis)

Al mismo tiempo que nuevas definiciones de la representación, conlleva estas representaciones de la muerte en el carnaval dominicano, nuevas definiciones de la fiesta, como pura gozadera, reflejo del reflejo, la fiesta como parodia, comedia y juego y debemos de apelar a los diferentes puntos de vista antropológicas sobre la fiesta:

La fiesta como transgresión – Freud, Bajtín, Girard, Bataille, O. Paz -.  La fiesta como ruptura de la vida comunitaria, como trastorno y desborde de la vida cotidiana – Bajtín, Duvignaud, Callois, Durkenhein -. La fiesta como exceso y derroche – Bajtín. Mauss. Como indiferenciación e indeterminación – Duvignaud, Michelt, Durkehein, Callois-.

Mijaíl Bajtín concluye en sus estudios sobre la cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento: “Las fiestas, en todas sus fases históricas, han estado ligadas a periodos de crisis, de trastornos en la vida de la naturaleza, la sociedad y el hombre. (Bajtín, pág.141)