Los muertos no caben en el cementerio y salen a bailar en los carnavales. Caribe Nigt Club. (Texto del autor de este artículo)

Cuarto misterio.

La puta muerte

 Los come tierra en el centro de la plaza, lanzan cenizas y tierra negra a los participantes. Es 1984, Parque Duarte, Tenares, provincia Hermanas Mirabal.

Entre los come tierra y los comelones (otro de los personajes de este carnaval) viene Ella, con falda roja y pantis de bolitas. Sombrilla en la mano derecha adornada con cintas de diversos colores y con sombrero negro. Ella, la más bella de todas, el cuero flaco, la muerte puta. Besa, abraza, enamora invitándoles a bailar y a gozar en el cementerio. Juega con los presentes, les susurra al oído, los besa y se los lleva con ella. * (3)

Este personaje de la muerte puta, o el cuero flaco, personaje que todavía aparece en los carnavales del Cibao, es una expresión del Eros, del placer, del gusto, del juego y de la gracia de la muerte en el carnaval dominicano.

Nada sagrado permanece, todo lo serio se vuelve risa.

En la pulsión vida muerte, Eros y Tánatos, el carnaval se afirma en la vida, tanto, que erotiza a la muerte, y entre risas y juegos, casi sin darse cuenta, la preña de vida, y así la más fea se vuelve bella y la flaca y sin rostro se vuelve vida.

El tema de la muerte concebida como renovación, con la superposición del nacimiento y la muerte, la imagen de la muerte como un cuero flaco, como una puta con quien se puede gozar, erotiza a la muerte en el escenario vivo del teatro de la muerte en el carnaval dominicano. 

 Quinto misterio.

La comedia de la muerte

 “El carnaval es la segunda vida del pueblo, cuando se muere de la risa, toda la muerte resucita”, afirma Mijaíl Bajtín en su ensayo “La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento”, pág 141.

Lo cómico es una transgresión, de las normas y de las reglas; este concepto de lo cómico nos lleva a la idea de la comedia en el carnaval como lo describe Umberto Eco en su ensayo “Marcos de la libertad” en una antología de ensayos  sobre el carnaval  recopilados por Mónica Rector.

“Cómo logramos encontrar situaciones en las que no nos preocupan las reglas al establecer un mundo al revés, en el que los peces vuelan y los pájaros nadan, en el que zorros y conejos persiguen  a los  cazadores y los tontos son coronados.” Pág. 212.

Así, en la plaza central, de este concepto se realiza el encuentro entre el carnaval y la comedia,  al ponernos una máscara, podemos romperlo todo, reírnos de todo, sin culpa y sin censura. Reírnos de todo y de todos, porque en el carnaval todos somos inocentes.

El carnaval es el teatro vital y espontáneo, en donde lo prohibido, los tontos y los locos toman el poder.

El mundo al revés, el carnaval es la revolución o la revolución es un carnaval.

Volvamos a Eco: “Si fuese imposible explicar por qué el poder, cualquier poder político a lo largo de los siglos ha utilizado lo circense  (lo espectacular, acotaríamos nosotros)  el pan y el circo,  para calmar a las multitudes, los dictadores han censurado, siempre las parodias y las sátiras, pero no las payasadas.” Pág. 213.

El circo es inocente pero el carnaval es subversivo, al volverlo todo al revés; Bajtín tenía razón cuando veía en el carnaval un impulso de la libertad (pág. 212, en donde todo lo reprimido se rebela, y la muerte deja de ser terror y miedo para convertirse en fiesta, gozo y juego.

Bajtín nos recuerda que en el grotesco de la Edad Media y el Renacimiento, hay elementos cómicos y paródicos, en las representaciones de  la muerte en el campo pictórico, recomienda ver las danzas macabras de Alberto Durero, o las  representaciones del triunfo de la muerte en los cuadros de Brueghel, el viejo o los milagros y misterios en el teatro de la Edad Media.

“En este sentido, el carnaval no era la forma artística del espectáculo teatral, sino más bien una forma concreta de la vida. Los bufones y payasos son las caracterizaciones cómicas de la Edad Media en el teatro, pero en la vida festiva del carnaval la muerte es en la Edad Media el personaje principal.” (Mijaíl Bajtín, Carnaval y literatura, pág. 312)