Que el gobierno de Luis Abinader Corona destine “más de mil doscientos millones de pesos para el mejoramiento de las infraestructuras culturales del país”, tal como lo proclamó, en el Festival del Libro y la Cultura de Puerto Plata, la ministra de Cultura, Milagros Germán, constituye no sólo un insulto al municipio de Piedra Blanca, la Puerta del Cibao, sino la continuidad de una falacia discursiva sobre el “país”, pero, contradictoriamente, al margen de las comunidades.

¿Qué carajo implica para el pueblo de Piedra Blanca el susodicho dinero, cuando en nuestro municipio ni siquiera existe nada que mejorar en cuanto a infraestructura cultural? ¿Hasta cuándo el reciclaje de la élite cultural entroncada en la megalópolis capitalina seguirá regurgitando y extrapolando la trillada palabra “país” a toda la nación? Vicio éste, e incontinencia verbal, de políticos y funcionarios que, en última instancia, se traduce en una especie de pensamiento único.

En esa misma tesitura, ¿qué impacto positivo tendrá para toda la región del Cibao,  incluyendo a Piedra Blanca, la “inversión de miles de millones de pesos” para el control del arroyo Gurabo, el remozamiento del Hotel Mercedes, el Centro de la Cultura y la Casa de Arte, y el rescate, en general, del Centro Histórico de Santiago? Habría que preguntárselo, en todo caso, al presidente de la Asociación de Comerciantes e Industriales de Santiago (ACIS), señor Sandy Filpo, quien, asimismo, como la señora Germán, responde a la misma lógica homilíaca del “país”.

La ministra Milagros Germán, enmarcada en los constructos mercantilistas de  las llamadas “industrias creativas” y “turismo cultural”, también manifestó que el mencionado Festival puertoplateño promueve  la “descentralización” del ejercicio cultural. No obstante, somos de opinión que la descentralización de la acción cultural o, en general, del Estado, no puede compendiarse, en modo alguno, a las habituales asistencias de los incumbentes y sus cohortes a uno que otro lugar donde se despliegan o fomentan las prácticas culturales. Es algo más: el poder decisorio de las comunidades en cuanto a la implementación de sus propias políticas culturales y, en general, de desarrollo. En caso contrario, el “país” seguirá envuelto en el subsiguiente esquema, excluyente de una auténtica gobernanza participativa: la capital de la república regentea las provincias, y los municipios cabeceras regentean las demás comunidades.

Bien visto el punto, tenemos a un municipio como el de Piedra Blanca con millonarios recursos provenientes de las acciones del Estado en la empresa minera Falcondo, situada en la loma Peguera de la Provincia Monseñor Nouel. Sin embargo, la naturaleza extractivista del Estado dominicano, en contubernio con el municipio común cabecera, Bonao, se apropia, violando las leyes vigentes, de la generalidad de nuestros fondos con los cuales pudiéramos construir todas nuestras infraestructuras culturales, y más importante aún: el fomento del arte y la cultura aparte del tutelaje hegemónico de las élites culturales del poder.

 

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Luis Ernesto Mejía en Acento.com.do