Para la escritora, educadora y publicista Brunilda Contreras, “la retahíla es una historia basada en vocablos sonoros concatenados a través de repeticiones intencionales”. Las retahílas, o, dicho de otra manera, rectas filas, conforman un juego de palabras que ha trascendido como una forma de contar historias desde tiempos antiguos.  A través de ellas, se mantienen vivas tradiciones, de una forma que entretiene y enseña.

La autora, en su libro Mi vaca de retahílas, es un ejemplo de cómo se logra esta dualidad. Estas palabras enfiladas, aunque a veces no tanto, se entrelazan y abren, como en los siguientes versos:

Mi jardín tenía un botón

del botón brotó una flor

de la flor salió perfume

del perfume ilusión

de la ilusión un poema

del poema una canción…

Mientras que, en El concierto, los sonidos suben y bajan como notas musicales que viajan por el aire llevando su armonía:

Ra-ra cantaba Oscar Grillo

Ra-ra moviendo el martillo

Re-re cantó la cigarra

Re-re con una guitarra

Estas composiciones, con el uso repetitivo de los vocablos, añaden ritmo al texto, facilitando su memorización.  De una forma lúdica, se aprenden conceptos que de otra forma resultaría más complicado.

Es por ello que, en su libro Curso de creatividad literaria, (Contreras, 2021), la autora menciona, respecto a este género, que su práctica “estimula los órganos que intervienen en el proceso de oralidad, facilitando el desarrollo de la habilidad de conectar ideas”, por tanto, no solo enriquecen el vocabulario, sino que ayuda a construir los esquemas mentales relativos a la sintaxis.

Nuestra autora ha utilizado magistralmente esta estrategia, como se muestra en el siguiente fragmento de Mi vaca de retahílas:

Este es el sol

que da electrones

a los sensores

de la antena

del caracol…

Igualmente, puede servir para simplificar la comprensión de conceptos como es el ciclo de vida, en Miel:

 

De la semilla del arbusto

del arbusto a la flor

de la flor al polen

del polen a la abeja

de la abeja al panal

del panal a la colmena

de la colmena a la mesa

de la mesa al paladar

del paladar al goce

de quien la miel va a disfrutar.

Las retahílas de esta colección viajan a través de la lámpara “jumiadora, que es amiga de estrellas, del sol y la luna…y que se cree uno de ellos”. Crecen con el caracol, que “guarda en su pecho toda la luz que toma del sol”, y juegan con las sílabas, como cuando reza:

Soltó el loro

¿qué loro?

Oropel

¿qué pel?

peluquero

¿qué ero?

erosión…

Sus versos hacen mucho más sencillo el mostrar la relación entre sustantivos y verbos, como en El dulce que la abuela quería preparar:

El viento dijo: -Brisa, sopla

la brisa dijo: -Racimo, afloja

el racimo dijo: -Coco, cae (…)

la leche dijo: -azúcar, endulza

En sus textos, Brunilda Contreras también nos cuenta de animales como Juan Cangrejo, al que llevaron al doctor, y el camaleón, cuya fiesta la preparaba el ratón, o personas como Ramona, a la que confundieron con Mona Lisa.

¿Quién dijo que seguir una línea, aunque no sea derecha, no podría ser algo tan divertido?

En fin, que mientras haya niños, y palabras que aprender, las retahílas son un instrumento para leerlas, hablarlas, cantarlas, recitarlas y aumentar el vocabulario, no solo usando la memoria sino aplicando el sentido, a través del juego. Una invitación a volver a su esencia y al amor por ellas.

Mi vaca de retahílas. Contreras, Brunilda. 2007. Santo Domingo

Referencias: Curso de Creatividad Literaria. Contreras, Brunilda (2021). Setentayocho.

Brunilda Contreras es Premio Biblioteca Nacional de Literatura Infantil, 2024. Santo Domingo.