(Si de veras llegásemos a poder comprender, ya no podríamos juzgar. André Malraux.)

Soy de los que entiende que la conversación es un arte. No solo se  realiza un diálogo oral de emisor a receptor, si no, que los participantes captan emociones e intercambian impresiones. Se dice que el genial escritor irlandés Oscar Wilde, autor de la memorable novela El retrato de Dorian Gray, era mejor conversador que escritor.

A propósito de esto, en una de esas conversaciones que muchas veces realizamos, un apreciado amigo me manifestó que Camilo Sesto era  uno de sus cantantes predilectos; que de su repertorio, Melina era de las canciones románticas que más le gustaba. Según su apreciación,  tal parece que se la dedicó a una mujer de la cual se había separado y posteriormente se reconciliaron. Le respondí que esa canción no es romántica, que es un homenaje a una artista y militante política griega de nombre María Amalia Mercouri, mejor conocida como Melina. Como es lógico, se llenó de sorpresa y curiosidad.

Parece que la vida iba a reservarle momentos de turbulencia a Melina, pues nace en 1920, un año después de que la resaca de la Primera Guerra Mundial diera como resultado la Guerra Turco Griega. Siendo una niña, sufrió la separación de sus padres. Contrae nupcias en 1940 en plena Segunda Guerra Mundial, año en que la Italia fascista invade su país desde Albania. Al año siguiente, la Alemania Nazi repite la misma acción.  Su vida profesional se desarrolló como cantante y actriz de cine. Se casó por segunda ocasión en el año 1966 con el director de cine Jules Dassin

Si en los hechos que sucedieron en Grecia en la década de los años 40 del siglo XX, Melina fue una sufrida espectadora, donde ella vendría a jugar un rol activo y militante, es en otro de los episodios de la historia del siglo XX que estremecieron su país. Me refiero al período comprendido desde el año 1967 hasta 1974, conocido en el mundo como la Dictadura de los Coroneles. Este período se caracterizó por un régimen de extrema derecha que dio un golpe de estado un mes antes de las elecciones ante el temor del triunfo del centro izquierdismo. Se caracterizó por la restricción de los derechos humanos, la tortura, el encarcelamiento, la persecución de los opositores y el exilio.

Melina fue una de las más activas oponentes a la dictadura organizando varias actividades. Fue desterrada a Francia y allí duró los siete años de ese período. También fue  despojada de la ciudadanía griega y le confiscaron sus bienes. Aparte del exilio, desataron una infame campaña en su contra atribuyéndole vínculos con el comunismo.

En el año 1974 cae la Dictadura de los Coroneles. Mujer, tú naciste para querer, has luchado por volver a tu tierra y con tu gente, has vuelto Melina, tus ojos reflejan el dolor y tu alma el amor, dice la canción de Camilo Sesto.  Y así mismo es.  La desterrada ha vuelto a su patria; el exilio ha terminado.  Le fue restituida la ciudadanía griega. Siete años después de la vuelta a la democracia, se convierte en la primera mujer en ser nombrada Ministra de Cultura. Ahora su lucha no va a ser política: Melina representará a Grecia en la defensa de sus valores culturales. Como miembro del Parlamento, logra en el año 1985, que Atenas sea nombrada Ciudad Europea de la Cultura.

De otro lado, conocedora de la historia de su país, supo desempeñar un rol de importancia en cuanto a la defensa de su patrimonio cultural. En este aspecto, es bueno señalar, que desde el siglo XV, Grecia había estado bajo dominio del Imperio Turco Otomano. El Partenón, un templo de la Grecia clásica construido de mármol, ubicado en la Acrópolis, había sido usado como depósito de pólvora por los turcos otomanos. En un enfrentamiento con la República de Venecia en el año 1687, el polvorín explotó y el templo fue severamente afectado. Muchas partes, como relieves y estatuas se desprendieron, y en esa condición el templo duró más de cien años. En el año 1798, Thomas Bruce, séptimo Conde de Elgin, un diplomático escocés, llegó como embajador británico ante el Imperio Turco Otomano. Se asentó en Constantinopla, pero le fue dado un permiso para desplazarse por toda la Acrópolis de Atenas.

 

Supuestamente él pretendía rescatar las esculturas que quedaron bajo dominio imperial. Sin embargo, fueron ellos quienes lo autorizaron a retirarlas. Comenzó a reunir los frisos, estatuas y relieves no solo del Partenón, también en otros templos. Es lo que hoy se conoce ante el mundo como Los Mármoles de Elgin. Los vendió en 1816 a los británicos y desde 1839 se exhiben en su museo. Esta adquisición trajo tantas controversias, que el poeta británico Lord Byron escribió contra Thomas Bruce llamándolo pillo expoliador. De su lado, el genio alemán Johann Wolfgang von Goethe, escribió a su favor apoyando dicha iniciativa. Entendía que ese proyecto salvaba esos mármoles de la destrucción. Thomas Bruce pensaba lo mismo.

Melina no estaba ajena a esos hechos. Como Ministra de Cultura, en el año 1983 sentó un precedente realizando de manera formal una solicitud al gobierno británico para la devolución de ese tesoro cultural. Ella sostenía, que formaban parte de la cultura y la identidad griega, y que una nación invasora no podía autorizar el retiro de dichas piezas de su territorio. Expresó, que ningún museo ni Estado debía poseerlas a menos que no sea su país de origen. Sin embargo, a pesar de los reclamos, hoy todavía siguen exhibiéndose en el Museo Británico y ellos consideran que les pertenecen. En Grecia  el legado de Melina Mercouri sigue vivo. La huella de tu canto echó raíces, Melina, vuelve y dice Camilo Sesto. Y es cierto, porque ella, como cantante organizó varios conciertos contra la dictadura y esto también rindió sus frutos. Melina es algo más que una canción: es arte, es militancia, es lucha; y sobre todo mujer. Volvió a su tierra y con su gente, pero en 1994 se fue para siempre, dejando esta existencia terrenal.