MAROTERO – MAROTEADOR

“. . . utilizó la noción de marodeador (sic) o marotero haitiano. . .”

En el español internacional hay un verbo muy conocido, merodear, que en alguna forma se parece a una palabra del español dominicano, marotear.

El verbo merodear en una de sus acepciones es vagar por el campo viviendo de lo que coge o roba. Ese verbo es el que se parece al verbo dominicano, marotear. Este verbo dominicano se acepta para la acción de, “Recoger o comer frutas de una plantación ajena”.

El nombre de la acción, el verbo, así como la voz para denominar a la persona que se enfrascaba en la actividad son creaciones de la inventiva del hablante dominicano.

En los predios rurales marotear era tomar frutos de cosechas ajenas. En las ciudades cuando la costumbre llegó consistió en tomar las frutas de los árboles ajenos. El maroteo de las ciudades no se hacía para subsistir o por necesidad; casi siempre eran los jóvenes quienes se entregaban a estas prácticas.

En los años cincuenta en Santo Domingo, la capital, los estudiantes sabían dónde se encontraban los solares yermos con árboles frutales apetecibles. Los terrenos de la Universidad de Santo Domingo durante largo tiempo fueron objeto de esta práctica.

A la persona que se entregaba a esta tarea se le llamaba maroteador. Era muy raro que el propietario del terreno objeto de la acción llamara a la policía para reprimir esta práctica. Bastaba con que el propietario del predio apareciera en las cercanías para ahuyentar a los jóvenes intrusos.

El nombre de la acción, el verbo, así como la voz para denominar a la persona que se enfrascaba en la actividad son creaciones de la inventiva del hablante dominicano. Estas voces son desconocidas en los dialectos conocidos del español actual o pasado. Es un dominicanismo léxico.

BUCÁN

“No solo café, tabaco, ron y carnes para ser cocinadas en un BUCÁN. . .”

Hace unos años se acostumbraba a decir, más que escribir, que una palabra no existía cuando no se la encontraba asentada en el Diccionario de la Real Academia. Había quien era más cauto y consultaba diccionarios de grandes empresas editoriales para saber si existían. La realidad actual es, hay vocablos, palabras, términos y voces que sí existen aunque no aparezcan en los diccionarios usuales. La voz del título es una de estas. Como se verá más abajo es una voz que tiene larga historia.

Lo que puede haber sucedido con la voz bucán es que durante largo tiempo estuvo fuera de circulación. También pudo haber sido víctima de métodos eurocentristas de evaluación para otorgar reconocimiento a algunas voces.

El bucán es el modo de ahumar la carne que según muchas versiones de cronistas aprendieron los europeos de los aborígenes americanos, especialmente de las Antillas.

La voz bucán es de origen arahuaco o taíno, aunque Emilio Tejera escribe, “Se ha fantaseado acerca del origen de las palabras bucán y bucanero”. Hay quienes opinan que es de origen francés de buccus, macho cabrío. Indigenismos (1977-I-226). Es cierto que en Normandía conocen la voz boucan para humareda. Se presume que procede de la voz de la misma ortografía, con el sentido de “carne ahumada”. Littré Vocabulaire du français des provinces (2010:86).

Es interesante reproducir aquí lo que escribe A. Zayas y Alfonso en Lexicografía antillana, “Bucán.- La hoguera de ramas y hojas verdes para ahumar carne en barbacoa; . . . donde se emplean con preferencia ramas y hojas de guayabo” (1914:104).

El Dictionnaire historique de la langue française (2012-I-430) afirma que boucan es una voz tomada en 1578 prestada del tupí mokáem, “parrilla de madera”.

El bucán es el modo de ahumar la carne que según muchas versiones de cronistas aprendieron los europeos de los aborígenes americanos, especialmente de las Antillas. Según parece el método de cocción y conservación de la carne pasó a denominar la parrilla rústica que en principio fue de madera.

Durante largo tiempo, y sobre todo a principios del siglo XIX, se dejó olvidada la voz bucán; hasta la palabra bucanero tuvo que esperar muchos años para su incorporación en el Diccionario de la Real Academia.

En la actualidad se conoce como barbacoa la parrilla más moderna, así como el alimento que así se cuece. Algo que ha llamado la atención de quien escribe estos comentarios es parte de lo que menciona Zayas en el libro citado más arriba, donde asienta que se emplean de preferencia “ramas y hojas de guayabo”. La razón porqué se reparó en esa parte es porque fue escrito en el 1917 y quien escribe estas reflexiones acerca del idioma usó ese tipo de vegetal para sus asados cuando tuvo acceso a ello. Lo que había oído decir era que el palo de guayabo le daba un sabor especial a la carne a la parrilla. Parece que la costumbre se transmitió oralmente entre los antillanos.

BORONEAR

“. . . mientras la economía despega y ´boronea´”.

El verbo boronear deriva del sustantivo borona. En siete países de Hispanoamérica la borona es una migaja, parte más pequeña y menuda del pan.

El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española acepta varias acepciones más para borona. En cuanto a los dominicanos los concierne porque también es “dinero extra”, así como “desperdicios”.

Ahora bien, lo que interesa en esta sección es lo concerniente al verbo del título, boronear que solo se conoce en el habla de los dominicanos con el sentido, “Realizar alguien un trabajo o una actividad extra en la que se gana algo de dinero”.

El verbo implica que el sujeto de la acción se guarda la mejor parte y lo que reparte es la borona.

La historia del verbo no termina ahí porque las acepciones fueron puesta al día en el Diccionario del español dominicano (2013:101), “Repartir dádivas”. El último boroneo casi siempre corresponde a la actividad que un agente político ejerce cuando llega a ocupar una posición de cierta relevancia en la cual puede manejar dineros públicos, toma para sí y también boronea.

El verbo implica que el sujeto de la acción se guarda la mejor parte y lo que reparte es la borona. Los dominicanos dicen, “la cotorra come y boronea para que no se le suban al palo”. Boronear como la cotorra.

La terminación que el hablante de español ha utilizado para formar el verbo es la más productiva en el español dominicano, añadiendo la terminación -ear al sustantivo de la base.