1

Llamo al ensayista, al pensador, a nuestro orientador nacional, una, tres, cinco veces. La primera y la última vez está en algo importante: una conferencia, Nueva York, de paso por Paraguay. Nunca he recibido una llamada de vuelta. Tal vez no le interese, lo cual no deja de ser demasiado humano.

2

Soy amigo del Super hace ya cuatro décadas. Podría decir que el Super ha hecho más por mí que mis dos últimos psiquiatras. Pero el Super tiene ya meses completos haciéndome trililis trilalas: que si vamos a Santiago a ver la exposición de Jorge, que si pasa por mi casa para darnos alguna cerveza belga en cierta estación gasolinera de la Lincoln o en su defecto, alguna fría con un derretido en La Venganza, pero, como diría Noel Nicola, sí, "haciéndome promesas que no vas a cumplir".

3

Le llamo Ícaro por alguna razón, que mejor no decirla. Ícaro es un fanático de su vehículo. En la última recta del siglo XX conversaba con Ícaro sobre el devenir rizomático, sobre la deriva del joven Hegel en Marx, sobre la lectura de El Capital que realizara Althusser. Ahora los temas no pasan de la diferencia de un motor japonés y otro malayo, como si yo tuviera la cara de un taxista de Uber o un mecánico de Santo Domingo Motors. O tal vez tenga una cara más imbécil que la del año pasado y ni siquiera yo me he dado cuenta. ¡Oh Dios!

4

Es el más hiperdominicano de mis amigos, y para demostrarlo, tiene una casita en San Cristóbal que revela todos sus gustos primitivistas, como si por ahí pasara el montero del mismísimo Pedro Francisco Bonó. Pero su casita tiene aire, a pesar de la montaña. Y a su casita no se puede ir los sábados, porque tiene pendiente ocho series coreanas en Netflix y ahí no hay tutía. Y si no vas con un vino respetable… ¡Y cuidado si te apareces de los de tres por dos del Supermercado Bravo!

5

Es la Mártir de la Cultura Dominicana, con una cara tan rosadita como una de las estatuas que acompañan a la Virgen de Lourdes en Sarlac de la Ensenada, en el sur de los Pirineos. Cuando te le acercas, oyes los claros clarines rubendarianos de la patria en alto y a Dios que reparta suerte. Pero la Mártir nunca ha comprado un libro de Cielonaranja. ¡Qué pena que Mambrú se haya ido a la guerra!

6

Trabajaba con ella en la Embajada dominicana en Alemania. Una tarde un alemán llegó tardísimo a una cita. Atravesada su cara por los rayos de la vergüenza, el funcionario teutón quiso excusarse, pero la excelente colega dominicana le dijo que no se preocupara, que ella era "dominicana" y que por eso no había problemas.

7

Me pide descuento en un libro de mil pesos, pero paga 2,400 para ver a uno de los peores grupos en Chao Café. "Es que ellos son parte de mi vida", me explica, con sus respingones ojos de la sabiduría nepalesa. A veces, al final, tú eres lo que tú oyes.

8

Cuando me ve con mis tennis reebooks alicaídos -tengo que cambiarlos hace ya dos años- y con mi camisa requeusada, se mira su saco a ver si hay restos de caspa. Siempre lo hace. Por eso sigo poniéndome mi camisa como salida de una paca.

9

La zona más espinosa donde me he metido ha sido en la de los "hijos de". Hace añales que publiqué un artículo sobre el tema y ese artículo ha sido como mi maldición: todos los "hijos de" que desde entonces he conocido creen que justo ahora acabo de hablar mal de ellos. ¡Pero si eso pasó hace ya quince años y entonces tú eres un bebe, oh baby! A veces no se puede ser profeta en la tierra santa.

10

Le estoy diciendo a fulanitos y fulanitas que les quedan una o tres llamadas. Y es verdad. Ahora que lo tenemos tan fácil con whatsapp todo se vuelve más frágil y ahorita va a llover.

11

Me pasó en el bachillerato y en Sociología: leer libros completos para una sola clase, como si tuviera que aprenderme el sonido de ametralladoras para luego gritarlas en alguna batalla. La primera vez fue en Los Mina, con la profesora Altagracia Lockward, y la segunda en la UASD, con Vanna Ianni. A la primera le dije que eso no era lo que pasaba con Rubén Darío; a la segunda, que Gastón Bachelard no planteaba eso que ella decía, sino lo contrario. Mientras tanto vi "Annie Hall", de Woody Allen, y MacLuhan mismo tuvo que contradecir a un profesor de la Universidad de Brooklyn que tergiversaba sus teorías. A pesar de la reprimenda de mis compañeros de estudios, que me veían como la peste en esos momentos épicos de Sociología, supe gracias a Woody Allen que no estaba solo.

12

La filosofía tiene que transformarte, tratar de llevarte a cierto plano de bondad, de levedad. Pero a veces los mismos grandes lectores de Nietzsche no saben utilizar correctamente el martillo de la sabiduría, ¿o tal vez prefieren los cuchillitos de plástico con los que los lectores de Byung-Chul Han están matando a la humanidad?

13

La miseria de tus amigos y de ti mismo la sientes en esa reducción del mundo emocional y de algunas palabras a los espacios funerarios de blandinos o a la casualidad en alguna boda o cumpleaños o delante del mostrador de Centro Cuesta del Libro.

14

Gabriel Zaid ya lo decía: ¡demasiados libros!, a lo cual yo le agregaría: ¡demasiados libros no leídos!

15

La historia intelectual dominicana podría determinarse por las lecturas de Andrés L. Mateo: de Américo Lugo a Heil Núñez, de Barthes a Rorty, de Jack Veneno a Baudrillard y ahora, oh Dios sálvanos y perdona, oh Dios, de Byung-Chul Han.

16

La mejor manera de ver a Willy es frente a la sección de quesos del Nacional. Pero cuidado: también es la más precaria, porque a veces te atienden rapidísimo y ni el mismo Willy tiene ya tiempo de pasar por la zona de los quesos de hoja. ¡Free Willy!

17

Narciso nunca sospechó que sus últimos años los pasaría frente a una cámara de televisión y no en sus adoradas y escarpadas montañas de Quisqueya. ¡Oh Dios!, como diría Andrés.

18

Si en vez de "Pedro Henríquez Ureña" la Biblioteca Nacional se llamara "Juan Antonio Alix", muchos funcionarios estarían más que felices. A veces es mejor celebrar al autor de "El follón de Yamasá" que al de "La utopía de América".

19

Martha advirtió en su emblemático poema "XX Century, aún sin título en español", que al final nos intoxicaríamos de queso. Y es verdad. ¡Llamen al 911! ¡Oh my God, help me! ¡Este Edamer de Sosúa me está inflando la barriga!

20

Después que Frank Báez denunciara el fraude de servir un suchi de plátano maduro y queso en lugar de uno de verdad con salsa teriyake, alguien le cogió la idea y creó el Suchi Dominicano de Plátano Maduro y Queso Amarillo. A veces los poetas son profetas en su tierra.

21

El último chiste de los poetas de la crisis: "P. se la pasa teorizando sobre el suicidio, pero no lo practica".

22

Una amiga bien querida ahora es influencer. Ahora usa lentes de mujer de escritor famoso, e incluso, ahora tiene un podcast de libros que descubre ¡en Twitter! ¡Oh, Andrés, válgame Dios!

23

En San Francisco de Macorís es donde más barata se vende la yerba y donde más narradoras de valía han nacido en nuestro país. Todavía estoy buscando la relación entre ambas variables.

24

Una personalidad "Saturniana": persona rodeada de dos asistentes y una consejera y un par de animales buscando que le acaricien la cola.

25

La mayoría de mis enemigos ni me conocen personalmente. Sí, el trabajo, la productividad, la persistencia y el andar en pantaloncitos cortos apestan en este medio paisaje.

26

El mejor sitio de sosiego en Santo Domingo: una mesita cualquiera en Helados Bon, el único sitio en la isla donde la gente sabe ser feliz y los procesos de divorcio se posponen.

27

Si no sabes leer el menú y el playlist de tus amistades no llegarás lejos. Ahí es donde alguna vaca -o chivo, o no recuerdo-, retorció el rabo.

28

Lo peor de los dominicanos es el autodesprecio: negros contra negros, negros creyéndose indios, indios "pintados de noche", como diría Luis Terror.

29

Somos un país tan colapsado que después de Luis Terror no ha pasado nada que te agite para gritar "ponlo de nuevo, déjame prender".

30

En Turey o en Jacaranda o en Las Marías es donde se prueban las amistades: si te recordaste de mí frente a un queso de hojas, el paraíso está garantizado.

31

Cada vez quiero conocer menos personas. Cada rostro nuevo es una apuesta, un acertijo, a veces hasta un abismo, si no es que tienes el paracaídas del Dalai.

32

La palabra "proyecto" es más peligrosa que un atracador en Las Terrenas: es mejor que te vean con monedas en la carta que comprueben tu cara de imbécil.

33

Eres miserable cuando le pones trampas, cuando empujas al uso de frases y palabras letales al estilo "tengo sueños", "poner la bandera en algo", "orgullo de ser…", para luego apuntar tu quinto desperdicio de la jornada nocturna. ¡Pero peor soy yo, que pierdo mi tiempo con expedientes semejantes!

34

Hay que vender, vivir, resolver, garantizarse la vejez, pero lo otro es no darte cuenta de tu resbalar, de tu nariz de payaso, ay, las bonitas cosas que haces.

35

Cada vez los vernissages de las exposiciones son como cafeterías de centros geriátricos: todos estamos cada vez más viejos, peleándonos por pescar el cocktail que acaba de salir.

36

La degradación de la cultura dominicana se mide por los tragos en las exposiciones. ¡Si superaran el Fruit Punch y llevaran más de dos galones por noche!

37

Si pienso en mis años de estudios y el limpiar piso mañana y tarde para sacar mi doctorado en la noche, aquellos más de cinco años pasando de todo en Berlín, y ahora me siento como el ornitorrinco de Umberto Eco en Santo Domingo, ¡oh Dios!

38

1989 no solamente fue año revelador: se derrumbó la cortina aquella de hierro, Milli Vanilli nos rompieron millones de almas con "Girl, I’m Gonna Miss You" y yo me di cuenta en el metro del Zoologische Garten que nadie estaba esperando nada de mí. A veces los jumos te aclaran el "Meaning of the life" de los Monty Python.

40

Cada día la media isla cansa, agobia, agota, tanto así que ya ni siquiera tengo ganas de seguir cerrando estas puertas que, tarde o temprano tendrán que cerrarse.

41

Lo sé muy bien. Sé que Mambrú no se fue del todo a la guerra, oh Dios, qué dolor, qué dolor. También sé que no estamos en Alemania, lo cual es otro tremendo dolor. Los sé.