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Tras la infausta noticia del fallecimiento de Luis Federico Cruz Paulino el 15 de diciembre de 2023, la comunidad filosófica dominicana intenta sobreponerse de tan sensible pérdida. No es para menos, dado que en sus tres ejes vocacionales básicos Cruz Paulino realizó contribuciones llamadas a trascender históricamente. Se trata de un legado humanista que ha servido de referencia a un vasto discipulado, en cuya formación profesional e intelectual tuvo una participación clave hacia final del siglo XX e inicios del XXI.
Nacido en la localidad de Tenares el 1º de julio de 1948, el niño Luis Federico es criado en un hogar humilde pero cargado de valores morales y espirituales, sustentado por sus padres Rafael Cruz Guzmán y María Eugenia Paulino de la Cruz. A la edad de catorce años ingresa al Seminario Menor San Pío X, en Licey al Medio, Santiago, donde permanece de 1962 a 1967. Fruto de estos años de estudios obtuvo el título de Bachiller en Filosofía y Letras. Aquí recibió también clases de latín durante cinco años. Es en este contexto, tempranamente, donde se originaron dos de sus grandes aficiones.
Tras graduarse de bachiller, el joven seminarista se traslada a Santo Domingo para realizar estudios de filosofía en el Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino. Estaba convencido de que su vocación era ser un sacerdote católico, pero su vida experimenta un giro radical y decide dejar el Seminario para matricularse en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde se gradúa de Licenciado en Filosofía en 1977, con una importante tesis acerca del pensamiento metafísico del filósofo alemán Martin Heidegger.
Luis F. Cruz fue un filósofo profundo, gran conocedor de la filosofía occidental, de lo cual hizo gala como catedrático de los diversos niveles de la asignatura Historia de la Filosofía. En varias ocasiones, el filósofo Tomás Novas (otro referente señero del quehacer filosófico dominicano, junto a Cruz Paulino), expresó que la Escuela de Filosofía de la UASD reunía en su seno a un grupo de académicos que, si bien no tenían titulación doctoral eran en la práctica verdaderos doctores, en virtud de que asumían líneas de investigación y se esforzaban en crear y recrear el saber dentro de la disciplina. Al recordar tal apreciación, pensé que esto aplicaba perfectamente a Luis F. Cruz.
El ilustre hijo de Tenares dedicó treinta años a la enseñanza de la filosofía en su Alma Máster, la que incluyó desplazamientos al Centro Universitario Regional del Nordeste, con sede en San Francisco de Macorís. Lógica, Teoría del Conocimiento, Ética, Introducción a la Filosofía e Historia de la Filosofía, Latín, figuran entre las asignaturas impartidas por un maestro que, según los testimonios de sus alumnos, no solo se distinguió por su talante ético y una brillante capacidad expositiva y teórica, sino, además, por el singular estímulo o motivación que imprimía a cada una de las lecciones impartidas. “Cada vez que se refería a los grandes filósofos, por ejemplo, los refería con tanta pasión que parecía que estaban frente a nosotros mismos; nos hacía pensar en ellos de manera seria y apasionada” (José Flete, chat Escuela de Filosofía UASD, 16 diciembre 2023). De hecho, varios abrazaron la carrera de filosofía por la intervención oportuna o por el influjo irresistible que ejerció sobre ellos.
Los filósofos Dustin Muñoz y Eulogio Silverio refieren la forma persuasiva e inteligente con que, tras motivarlos para que ingresaran a la carrera, el maestro los condujo hasta la oficina de la Escuela de Filosofía-UASD para gestionar su inscripción, aun ya vencido el periodo de selección de materias. Logró que los matriculasen con una condición: había acordado con el director que, las calificaciones de las asignaturas cursadas serían guardadas para su publicación en el semestre próximo. ¡Sabia fórmula para atarlos de por vida a la filosofía!
Con todo lo indicado anteriormente no debe sorprender, por ejemplo, que los cuatro directores de la Escuela de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo del 2008 hasta el presente: Francisco Acosta, Leonardo Díaz, Edickson Minaya y Eulogio Silverio, egresaran de sus cátedras magistrales. O que doctores con importantes investigaciones, cuyas obras han recibido premios nacionales de parte del Ministerio de Cultura, como Andrés Merejo, Dustin Muñoz, Leonardo Díaz y Juan de la Cruz fueran exalumnos suyos. Sin dejar de mencionar a destacados académicos, reconocidos escritores, gerentes universitarios y funcionarios públicos, entre los que cabe mencionar a Julio César López, Daniel Tejada, Yoanis Ferreiras, Juan Francisco Viloria, Juan Pablo Uribe, Joseph Mendoza, José Flete, Fernando Valdez, Danny Severino. En suma, un maestro de generaciones por el que hablan muy bien sus discípulos.
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La producción teórica de Luis F. Cruz se encuentra dispersa en tesis, antologías, actas de congresos, el Boletín Episteme y otras fuentes. Entre los títulos principales figuran los siguientes: Fundamentación de la Metafísica de Martín Heidegger (Tesis de grado, 1977; calificada “Muy Buena” por el Tribunal Evaluador); “La analítica existencial en Martin Heidegger. Un análisis fenomenológico” (Artículo de 1977 publicado en el Tomo III de la antología de la filósofa Lusitania Martínez, 2010); “La filosofía en la España del pre-descubrimiento. Dominicos y franciscanos” (1998); “Razón y sin razón de los estudios filosóficos en la República Dominicana del presente” (1999); “El siglo XVII en Santo Domingo (Aspecto cultural” (2002); “¿Para qué, filósofos?” (2008); “Sentido de la filosofía ¿Qué es?”, (2008); Lecturas Escogidas, Instituto Técnico Salesiano, ITESA (1995)..
Sabemos, por demás, que venía trabajando otro libro referente a la lengua latina; que dejó un manuscrito paginado y con índice acerca de tópicos históricos sobre la ciudad de Tenares, y que trabajó un texto en torno a la historia de la filosofía occidental en forma de esquemas.
Dicho lo anterior, queda pendiente la recuperación y el examen de su legado en punto a filosofía. Lo cual es de sumo interés para dar cuenta de los momentos que han jalonado el pensar filosófico en República Dominicana, conforme se está ante un pensador cuyo perfil teórico, si bien enmarcado en el último tramo de la guerra fría, no se adhirió (como era habitual dentro de la UASD del Movimiento Renovador y en la atmósfera intelectual del momento), a la corriente del materialismo dialéctico e histórico predominante, aunque tampoco la adversó. Hay en nuestro autor influencias de diversas escuelas de pensamiento, entre las cuales se advierten vertientes clásicas grecorromanas, autores renacentistas y, más próximo a nuestra época, del existencialismo fenomenológico heideggeriano.
Esta última tendencia es tal vez la que amerita mayor atención de parte de los investigadores, por radicar en ella la tesis de grado elaborada por Cruz Paulino, y por ser Martín Heidegger un autor clave dentro de la racionalidad occidental, pero escasamente trabajado a nivel local. Deviene en una cuestión muy importante saber el tipo de abordaje realizado y qué novedad reviste el estudio efectuado por el joven filósofo Luis F. Cruz acerca de los fundamentos de la metafísica del autor de Ser y tiempo. Por supuesto, el primer paso sería localizar y editar esta tesis de la década de los setenta, para convertirla en libro que haga factible la difusión de su pensamiento. Se trata de una tarea que la Escuela de Filosofía de la UASD y la Asociación Dominicana de Filosofía (ADOFIL), entidades de las que fue integrante de primera, tienen por delante.
Otro aspecto de la vida de Luis F. Cruz que no debe soslayarse es el relativo a su entorno familiar. Aquí resalta, una vez, más el temple ético-moral que exhibió en cada una de las responsabilidades asumidas, pues la familia procreada junto a doña Beneranda de la Cruz, que completan sus hijos Luis, Carolina y Rafael, constituye una muestra fidedigna de la entrega y dedicación que exhibió en cada una de las misiones asumidas.
El compromiso asumido por Cruz frente a la Primada de América, no se limitó al campo docente, en tanto desempeñó varias funciones dentro del área administrativa. Por ejemplo, Coordinador de Cátedra de Historia de la Filosofía durante quince años; la dirección interina del Departamento o Escuela de Filosofía-UASD en tres ocasiones; Miembro del SubConsejo Directivo de la Escuela de Filosofía durante quince años; Coordinador de la Primera Semana Filosófica, en1999; Miembro del Consejo de Dirección de la Revista filosófica Academia; Coordinador del Equipo de Revisión Curricular del Plan de Estudios de la Carrera de Filosofía (2004-2008).
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Dentro del conjunto de tareas que contrajo en la UASD, la de Coordinador de Cátedra de Historia de la Filosofía estuvo llamada a trascender históricamente. Como resultado de su cargo, en 1993, estando en la dirección del Departamento de Filosofía el licenciado Félix Gómez, Cruz Paulino funda el Boletín Episteme que, como órgano teórico, mantuvo su continuidad durante las gestiones de los profesores Rafael Morla y Julio Minaya.
Cuando Episteme arribó al número 10, su director expresa en la página Editorial: “Nacido (…) en un formato de una hoja suelta 8 ½ x 13 doblada, mecanografiada, y destinado sólo a los profesores del Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y estudiantes de la Carrera, ha evolucionado a la forma actual. Llega a todas las dependencias de la Institución, las demás universidades del país, centros filosóficos en Santo Domingo, las principales bibliotecas de la ciudad y otras instituciones y personas interesadas por la Filosofía y la cultura en general”. Más adelante declara: “El Boletín Episteme, modesta publicación, pretende crear un espacio para la reflexión filosófica, abrir paso a las corrientes del pensamiento que expresan el sentir del alma dominicana, latinoamericana y universal”.
Esta publicación periódica, si bien fue un proyecto concebido por el singular catedrático, su nombre obedeció a un acto genuinamente democrático, cónsono con el espíritu de inclusión y apertura que caracterizaron el obrar de su fundador y director: “Entre casi una veintena de términos filosóficos propuestos por la Cátedra: Logos, Episteme, Órgano, Conocimiento, Sophia, Méthodos y Logos, Análysis, Pensamiento, Arjé, Crítica, Theoria, Tales, Sophos, Disputatio, Veritas, Sapiencia, Aletheia, Doxa, Eidos, fue elegido “EPISTEME”, para denominar este Organo de Filosofía” (Boletín Episteme No. 8, Editorial, 1995).
El ilustre docente aclara el sitial histórico ocupado por el medio de comunicación que había impulsado, al señalar que, entre 1955-1958 cuando se publicaron cinco números de la Revista Dominicana de Filosofía (órgano de difusión de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Santo Domingo), “No hubo nueva publicación filosófica en la Universidad hasta 1984, en que salió a la luz ‘Cuadernos de Filosofía’, editándose sólo el primer número” (Episteme, Núm.10, 1995). En efecto, si se evalúa la cantidad de números editados (diez y ocho) y el tiempo en circulación de Episteme, se llega a la conclusión que estamos ante el órgano de divulgación de índole filosófico más prolongado que ha tenido la filosofía dominicana dentro de su despliegue histórico.
Se trata de un caso probablemente inédito dentro de la UASD, puesto que, desde el nivel de una cátedra, que es como decir la unidad más simple pero más vital de un departamento o escuela, se observa a un coordinador de Cátedra que osa crear una instancia mediática que funge de canal para mantener comunicada, consensuada y actualizada la docencia involucrada en el conjunto de asignaturas que la conforman. Este órgano informativo que, al iniciar su andar solo suma cuatro páginas, en las últimas tiradas promediaba la cantidad de veintitrés. Todo ello fruto de los perseverantes esfuerzos de su incumbente que, dentro del entorno del filosofar criollo, guarda cierto parecido con el trabajo desempeñado por otro divulgador del pensamiento filosófico en el país: el doctor Jesús Hernández, SDB, quien dirigió la Biblioteca Antillense Salesiana (BAS) por varias décadas, y la puso al servicio de profesores y estudiantes con proyectos de investigación.
Episteme constituye un aporte bibliográfico e historiográfico excepcional. Si se hurga en los casi veinte números editados, se puede levantar un registro de cómo inician y evolucionan las líneas de investigación abrazadas por filósofos o profesores de varias generaciones que, desde los noventa y la primera década del siglo XXI, prepararon tesis de licenciatura, y publicaron y aún publican la mayoría de ellos, obras de madurez que gozan de prestigio en el orbe académico e intelectual de la nación.
En lo que respecta a su estructura, en Episteme pueden diferenciarse varias secciones: el editorial, un artículo central, agenda o eventos con los comentarios del incumbente, anecdotario y un crucigrama o sofograma. El órgano informativo influyó de modo significativo en el debate de las ideas y en el hecho de imprimir un sentido de identidad y pertenencia filosóficos dentro del corpus docente y estudiantil de aquel intervalo. Pero, además, fue el principal instrumento de información con que contó la filosofía impartida y cultivada en la UASD para aquellos años, puesto que su incansable director distribuía decenas de ejemplares de cada número editado a múltiples instituciones y personalidades, gracias a lo cual importantes sectores de la vida intelectual se mantenían al tanto de los eventos y las ideas tratados y discutidos al interior de la Academia. Fueron actividades muy diversas, desde congresos (el primero de los cuales se celebró en 1999 y trajo como invitado especial al sobresaliente filósofo español Eugenio Trías, ya fallecido); semanas filosóficas, celebración de tertulias (las realizadas en la Librería Mateca y en la Academia de Ciencias de la República Dominicana hicieron historia); cursos seminarios, etc.
A todo ello habría que agregar el importante papel que desempeñó de cara a la promoción de los estudios filosóficos, ya divulgando aspectos del Plan de Estudios de la Carrera, ya argumentando las virtudes propias del saber filosófico o sus ventajas como segunda carrera.
Llama la atención, por otro costado, que los últimos cinco números del Boletín Episteme fueran destinados a examinar autores, obras y temáticas vinculados con el filosofar nativo. Clara señal del interés que abrigaba el director por esclarecer aspectos que, como la identidad, la cultura, la historia o la emancipación política e intelectual, gravitaban inexorablemente dentro del cultivo de la filosofía dominicana.
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El cúmulo de contribuciones hechas desde la Universidad Primada de América a la disciplina filosófica y a la cultura en general, hicieron merecedor a Luis F. Cruz de diversas distinciones: “Reconocimiento del Departamento de Filosofía por los Méritos Acumulados en su Larga Vida Docente” (1995), “Reconocimiento de la Rectoría por su Evaluación Excelente” (1999), “Reconocimiento de la Escuela de Filosofía por su Dedicación y Aportes” (2008), “24 Horas de Filosofía en Honor al Profesor Luis Cruz Paulino”, por Generatio Nova Universitas y la Escuela de Filosofía (2013), “Certificado de Reconocimiento de Generatio Nova Universitas por su exposición en El Banquete con el tema: El uso de la Lengua Latina” (2020).
Habría de hacerse mención, además, de la Resolución emanada de la última Asamblea General de la Asociación Dominicana de Filosofía (ADOFIL), de entregarle un Pergamino de Reconocimiento por sus aportes como uno de los forjadores del pensamiento filosófico dominicano. Cruz Paulino fue, precisamente, uno de los miembros fundadores de dicha entidad.
Aparte de la UASD, nuestro filósofo fue también miembro del cuerpo docente de la Universidad Católica de Santo Domingo, entre 2000 y 2008; profesor de Lengua Latina en el Instituto Filosófico “Pedro Francisco Bonó”. Dictó lecciones de Lengua Latina durante cinco años en la escuela secundaria, y clases de Literatura Hispánica en el Instituto Técnico Salesiano (ITESA), entre 1974 y 1999. Precisamente, uno de esos adolescentes (hoy exitoso profesional), al enterarse del deceso de su maestro, expresa: “Vivía por sus alumnos, quería que diéramos lo mejor, entendía de verdad cómo sacar lo mejor de sus muchachos (…) Gracias por todo. Sin usted, leer hubiese sido solo eso: Leer. Pero me llevó a entender que podía escribir. Soy y seguiré siendo quien soy porque tuve un maestro que me dijo: “Amigo, escriba” (Miguel Piccini, Facebook, 16 diciembre 2023).
Hay, sin embargo, una faceta en la que sobresalió de manera especial nuestro intelectual, relacionada con su condición de latinista. Acucioso analista y admirador de la Lengua de Cicerón y Lucrecio, la convirtió en objeto permanente de práctica e investigación. El latín nunca fue una lengua muerta en la persona de Luis Cruz, lo cual se confirma en sus dos libros sobre la temática y en el empleo frecuente de expresiones latinas que intercalaba en sus conversaciones.
Su primera obra El latín: su presencia en el habla castellana (2001) tiene un carácter básicamente didáctico, sirviendo como texto base del curso de latín que dictó en varias instituciones educativas. El segundo libro: El uso de la lengua latina (2015), estructurado en siete partes y con 341 páginas, constituye un estudio más abarcador sobre la historia, la incidencia en colonias romanas que luego se constituyeron en países, la estructura, el uso en el idioma español, la presencia cotidiana en multiplicidad de instituciones, lemas, etc. de la lengua originada en el Lacio.
De las publicaciones de Cruz Paulino en este orden, el único antecedente bibliográfico en República Dominicana es la pequeña obra Latinismo y español en Santo Domingo (1987), Editora Universitaria UASD, autoría de Belarminio Díaz. Para Cruz Paulino, a pesar de ser el latín una lengua presuntamente muerta, “todas las personas de todos los estratos culturales se ven precisadas a emplearlo en mayor o menor medida en las relaciones comunicacionales” (p. 13). Y a renglón seguido se cuestiona: “¿No emplea el filosofante, en lengua latina, el principio cartesiano cogito, ergo sum (…)? ¿O el jurista no solicitará el habeas corpus, o no se referirá en algún momento al ius sanguini? ¿No emplea el economista el concepto per capita, o se desentenderá de la expresión ad valorem? No es dable al antropólogo el desuso de la denominación homo erectus, homo faber, homo sapiens” (2015, p. 14).
Se pregunta el autor por cuánto tiempo estaremos hablando esta lengua: “Siempre oiremos a la Iglesia Católica celebrar no un ‘A ti Dios’, sino un Te Deum. El Papa no rezará ‘El Ángel’, sino el Angelus. El estudiante seguirá esperando graduarse summa cum laude, y su doctorado, o bien, su Ph. D., está en agenda. Ya ha hecho suyo el concepto pensum, y no el de ‘conjunto de asignaturas de la carrera’ (op. cit.).
Al enfatizar el interés del autor por dar a conocer la presencia del latín en el ámbito institucional y cultural dominicano, Enerio Rodríguez Arias sostiene en artículo publicado por el Nuevo Diario el 18 de junio de 2015: “No hay rincón de un templo o monumento con alguna inscripción en latín que se le haya escapado al profesor Luis Federico Cruz. Esta obra está destinada a convertirse en un vademécum (va conmigo) para profesionales, profesores y estudiantes”. https://elnuevodiario.com.do/el-uso-de-la-lengua-latina-libro-que-destaca-la-presencia-del-latin-en-el-habla-y-escritura/
Puesto que tuve el privilegio de trabajar durante doce años al lado del profesor Luis F. Cruz en el SubConsejo Directivo de la Escuela de Filosofía, UASD, me consta la intensa pasión con que desarrolló una labor que conllevó más de seis años de análisis, búsqueda y recuperación de expresiones, lemas e inscripciones escritas en latín, en varias provincias y ciudades. Disfrutaba como un niño frente a juguetes nuevos cada hallazgo o muestra novedosa de rótulos o letreros escritos en dicha lengua. No ha de dudarse que su libro de 2015 será bien apreciado por cualquier profesional o persona interesada en cuestiones de cultura general. Como reconoce Rodríguez Arias en las palabras de puesta en circulación:
“Esta obra llena un vacío en la bibliografía nacional, y su gran utilidad solo puede ser comprobada a través de la frecuencia con que profesores, estudiantes, profesionales y lectores generales encontrarán en ella una respuesta accesible y rápida a dudas e inquietudes que son comunes a la lectura y escritura en español” (2017: Coopgeneratio.com). https://coopgenerationova.com/2017/11/09/918/ En mi concepto, el profesor Cruz Paulino es el latinista de mayor mérito y proyección que ha tenido el país a lo largo de su historia. Dos libros (y otro inédito según información de uno de sus hijos), más la docencia impartida en diversas instituciones educativas, bastan para probarlo.
Estos aportes en los que el autor aborda el origen del latín, su papel determinante en la formación de lenguas modernas como el castellano, el francés y el portugués, entre otras, su presencia en diversas profesiones e instituciones, y su empleo en la vida cotidiana, están llamados a trascender las fronteras del país y a convertirse en un aporte relevante para el acervo cultural de Occidente y de la cultura universal. Porque cuando un ser humano del talento y la condición ético moral de Luis Federico Cruz Paulino se dedica, durante varios años y con tanta pasión a indagar y cavilar sobre un tema, lo que emana de ahí no puede ser menos que extraordinario. Como fue de igual modo extraordinaria su labor de Coordinador de Cátedra en la UASD, de la que deriva Episteme, y su misión como filósofo y maestro, de todo lo cual hablan muy bien pensadores, investigadores y docentes. Es cierto que Luis Federico Cruz se ha ausentado de entre nosotros, pero existe una obra singular y polifacética que habla por él, tornándolo presente.