El encuentro, de antemano, ya estaba tratado y comprometido. El público tenía una semana esperando ese día y la hora. Cuando llegué al aula #103, de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), ya habían treintinueve (39) jóvenes, entre ellos, treinticuatro (34) hembras, y cinco (5) varones.
Ahí estaba, tranquilo…y medio esquivo… Luis Ernesto Mejía, narrador, poeta y pintor, autor de la novela "Voces de Tomasina Rosario" (Ensayo sobre el tiempo). (Editora Biblioteca Insular, Piedra Blanca, Monseñor Nouel, República Dominicana, 2020). Consta de tres (3) capítulos y 115 páginas.
El ambiente dialógico se inició con una pregunta al escritor, sobre qué lo motivo a escribir. El hombre respiró, miró hacia arriba y para abajo. Y respondió diciendo que en la escuela no encontró esa motivación, "porque la educación de ayer y de hoy, no cree en el desarrollo de la imaginación y la creatividad, ya que eso fue parte de la educación hostosiana".
Después le preguntaron sobre el origen de su novela. Ahí la respuesta fue más llevadera, más simple. Planteó que esa novela representa su historia familiar. Hijo de un guardia y de una mujer simple, pobre y alejada de la modernidad.
Dijo que ahí está su aspiración de filosofar sobre la vida de Sor Juana Inés De la Cruz. (Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana, 12-11-1648 / 1695), mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, fue una erudita, autodidacta, escritora que nació en el Virreinato de la Nueva España (México).
Después, del fondo del aula, uno de los pocos varones, le preguntó que de qué vive y qué ha hecho? El narrador aprovechó para exponer parte de su vida como profesor en varios cursos sobre tecnología en la UASD, pasando, luego, a su melancólica vida de inmigrante, en los Estados Unidos, de tren en tren…como todo dominicano, convirtiéndose cada día en un escarabajo, resaltando que nada más así pudo entender a Franz Kafka (3-7-1883 / Praga, Chequia / 3-6-1924, en Kierling, Klosterneuburg, Austria), y su novela breve "La metamorfosis", 1915).
No puedo dejar pasar aquel momento, que lo puso casi a llorar de melancolía. Poeta, al fin. Los sentimientos lo derrumbaron…un minuto de silencio…y los suspiros…
Avanzando el diálogo, una de las jóvenes, le pregunta que si cree en Dios? Al escuchar esa pregunta, se quedó el escritor y pintor de nuevo en el vacío, buscando como escaparse.
El público, atento y dispuesto a escuchar, lo obligaba a accionar. Se las ingenió haciendo malabares con la palabra, armando discursos que nunca respondieron la intencional interrogante.
Ya teníamos una hora mezclados entre poemas y personajes de su novela. Al final, había que dejar el aula, para que otras almas llenaron con su presencia ese espacio y fue el momento de que el escritor escapara de esa trampa epistémica, entre sus lectores.
Recuerdo que él lucía sudoroso, aunque, muy complacido, por sus desahogos. Salió con dos de mis libros… "Las identidades en "Juan Criollo y otras antielegías, de Víctor Villegas", y el libro Oráculo de la vida y de la muerte", los cuales se pondrán en circulación el 17/8/22, en el Paraninfo de Humanidades de la UASD, a las 9:30 a.m., como recuerdo, dejó para una rifa, un ejemplar de su ya referida novela, y subió a buscar información para seguir estudiando en la UASD.
En esta ocasión quiere inscribirse en la tercera cohorte del doctorado en Humanidades y Estudios Sociales y Culturales del Caribe, donde, pronto, también expondrá un amigo común, poeta e historiador, llamado Diómedes Núñez Polanco, quien, un día del final del mes de julio del 2022 me lo presentó, para que hoy se desataran estos apuntes para la memoria de "Tomasina Rosario" y sus rituales de utopías, más allá de la memoria.