Es obvio que vivimos tiempos complejos en sus propuestas de vida, bienestar, confrontaciones, acosos del medio ambiente como consecuencia de viejas prácticas no superadas en nuestras relaciones cultura-natura.

También los tiempos contemporáneos traen en sus agendas: la inteligencia artificial y sus discusiones éticas, las guerras con uso de recursos tecnológicos, enfermedades extrañas o no bien diagnósticas, deterioro del ambiente natural, amenazas de catástrofes de consecuencias nunca antes vistas, crisis de  liderazgo mundial, ausencia de arbitraje, deterioro de antiguas instituciones cuya solidez era incuestionable como la educación, el ejército, la iglesia y hasta la propia familia, sin dejar de mencionar la merma que refleja el estado en su relación y función social.

Todo nos pone de frente ante un mundo que, si bien avanza en resultados científicos, tecnológicos  y de expansión del conocimiento en general, sigue atado a una dependencia no convencional, es decir, creo que ya no es el dominio político el predominante, sino más bien las corporaciones económico-financieras que son las que deciden el curso de los acontecimientos, en franco control del poder político, esta vez usado como instrumento títere en sus políticas de dominación del mundo o en su propio reparto.

Podrán acusar mis ideas de que carecen de rigor al desplazar lo político a un segundo plano, podrán decirme que en China es el partido comunista quien domina, o que Rusia es una réplica deformada del antiguo liderazgo del partido Bolchevique, no obstante, los hechos filtran convencimientos contrarios y dudas ante ese viejo esquema analítico.

Creo que lo político está supeditado a lo económico y lo económico adquiere distintos rostros de representación en cada lugar, pero detrás del instrumento de poder político, se esconde como titiritero, el poder económico, no importando el país, pues creo que ni lo ideológico, ni lo político-doctrinal, dominan el mundo.

En el caso de China, no sabemos si esos 300 multimillonarios anunciados con bombos y platillos por los chinos, son la resultante de juegos de poder y complicidades para enmascarar la acumulación originaria de sus grupos dominantes, que todo lo controlan; ingenuo es pensar que no dominan ese movimiento de capitales en pocas manos, o si esa complicidad no es parte de sus mecanismos de omisión consciente y participativos.

En Rusia los millonarios son aliados del poder del Kremlin, en los Estados Unidos es evidente desde hace muchos años, que las grandes corporaciones aliadas a la industria de la guerra se alimentan de estas conflagraciones, con la complicidad del poder político.

 

Visto de esa forma, el panorama es más viscoso y turbio en su análisis y seguimiento. Las guerras que han acompañado al mundo, después de la Segunda Guerra Mundial como parte de la Guerra Fría, eran ideológicas, luego pasaron a ser parte del control de los recursos naturales que posee determinada región del mundo desplazando lo político ideológico, por lo económico-comercial.

Se podría decir lo mismo de la tecnología siempre pensada para el servicio de la humanidad y termina en manos y control de las grandes corporaciones y la industria de la guerra sirviendo más las a corporaciones escondidas detrás de la producción armamentista o del comercio de la salud u otros espacios económicos que se nutren de estos acontecimientos trascendentes para la ciencia y la tecnología que no lo negamos, pero de beneficios poco halagadores para la gente, en sentido general.

La agenda contemporánea tiene como parte de su abordaje la guerra de Ucrania y Rusia producto de los intentos rusos de ocupar y hostigar la soberanía de su antiguo territorio a través de una acción militar anterior, la ocupación de la península de Crimea, punto estratégico para el acceso al mar para los rusos, pero cuyas consecuencias hoy, son las confrontaciones como parte de la guerra actual al que sumamos el tema del ingreso de Ucrania la OTAN. Igual en China, donde aparece con esquemas parecidos, su actual desafío de expansión, ante las grandes y preocupantes consecuencias que esto acarreará al mundo, si se agravan los acontecimientos.

Finalmente, China aparece en el escenario, en su viejo conflicto con Taiwán, complicando el panorama mundial. De su lado, crecen como potencia nuclear, tecnológica, militar y económica otras zonas del mundo que, en su competencia de mercado, reagrupamiento y posicionamiento, implican un cuadro complejo de intereses que ponen en peligro la paz mundial, y el equilibrio medioambiental que debió ser en estos tiempos contemporáneos, el tema 1 de la agenda mundial. Perdí en la apuesta, y la lucha por el control y la hegemonía del mundo contemporáneo, es decir, lo que se conoce como la geopolítica, son los temas prioritarios de esta agenda mal conducida y con urgencias absurdas y de mal augurio para todos y todas.