Cuando fuimos alfabetizados aprendimos a leer de una manera ineficiente.
Y nunca más se ocuparon de enseñarnos cómo podíamos leer de manera eficiente, por lo que seguimos aplicando una manera de leer arcaica.
El proceso de alfabetización, como se produce es correcto, para llevar a una persona de analfabeta a alfabetizada.
Relaciona las grafías (letras, sílabas, palabras) con sus correspondientes sonidos a nivel fonológico.
Aprendemos lectura silábica y ahí mismo terminó todo el entrenamiento, porque las palabras son solo uniones de sílabas.
De hecho, si pones a leer a muchas personas, incluyendo estudiantes universitarios ¡y hasta profesores!, los verás leer silábicamente, separando las sílabas, porque así fue que aprendieron.
Ese método funciona bien para alfabetizar, pero es pésimo para desarrollar destreza lectora.
Vamos a movernos a un nivel eficiente de lectura.
Fijaciones y movimientos sacádicos
Nuestros ojos no miran de continuo. De forma tan rápida que no lo percibimos, ellos se mueven, se detienen y tiran una especie de fotografía (fijación) y luego vuelven a moverse, se detienen de nuevo y tiran otra fotografía (fijación), y vuelven a moverse, y así continuamente.
Y nuestro cerebro toma las imágenes obtenidas en esas fijaciones y crea la sensación de movimiento continuo.
El movimiento de los ojos tiene un nombre: movimiento sacádico. Y esos instantes en que se detiene, también tiene un nombre: fijaciones.
Si ahora abre tus brazos y coloca tu mirada hacia el frente y mueves tus manos a los extremos laterales, con los brazos abiertos, percibirás con tu visión periférica el movimiento de tus manos. Tienes un rango de visión de 180 grados (solo las personas con glaucoma no logran ver sus manos).
¿Por qué esto viene a cuento? Porque nos entrenaron para ver palabra por palabra cuando podríamos ver varias palabras en un solo golpe de vista, en una sola fijación.
Es decir, en vez de leer palabra por palabra, leer por frases.
Esto tiene un impacto de muchísima importancia.
Imagínate que puedes ver 4 a 5 palabras en cada fijación.
Una frase de 15 palabras como esta:
“María oyó que su prima voceó su nombre muy fuerte y volteó al verla llegar”.
Un lector que sea capaz de leer cinco palabras en cada fijación, solo necesitará tres fijaciones para leer ese texto, que a un lector inexperto y sin entrenamiento le tomará 15 fijaciones.
Eso acelera la velocidad de lectura por cinco, la quintuplica.
¿Por qué la velocidad importa?
Tanto el lector que hizo las tres fijaciones como el que hizo las quince fijaciones leyeron las mismas palabras.
Uno simplemente las leyó con mayor eficiencia y economía de fijaciones, con menor esfuerzo.
Eso, claro, se logra con entrenamiento, porque tenemos que reentrenar nuestro enfoque para abarcar más palabras, pero si soy capaz de tener un campo de visión de 180 grados, ¿no es sensato pensar que puedo ver cinco palabras de golpe?
Hay varios ejercicios que nos pueden ayudar a ampliar nuestro foco visual. Lo importante es entender por qué es necesario.
Al leer por frases, también mejora nuestro entendimiento porque las palabras cobran sentido en su contexto y al verla dentro de una frase captamos mejor la intención expresiva del autor.
Así, esa frase sería leída de esta manera:
“María oyó que su prima
voceó su nombre muy fuerte
y volteó al verla llegar”.
Al principio podemos sentir incomodidad al intentar leer por frase, pero es la natural resistencia del hábito ineficiente que no quiere ser reemplazado.
Depende de la voluntad y decisión de uno de avanzar. Nadie lo puede hacer por ti.
Ahora, veamos el impacto que tiene reducir la cantidad de fijaciones.
Supongamos que una persona tiene un libro de 200 páginas y que cada página cuenta con renglones de 15 palabras y 35 renglones por página.
Podemos calcular que el libro tendría 7,000 renglones de 15 palabras cada uno (35 renglones x 200 páginas) y un total de 105,000 palabras.
Un lector ineficiente realizaría 105,000 fijaciones para leer ese libro, mientras un lector eficiente que lea por frases, se tomaría 21,000 fijaciones.
Ambos verían las mismas 105,000 palabras, solo que uno las vio en grupos de cinco y el otro una a una.
Ahora, supongamos que esa persona lee a un promedio de 200 palabras por minuto, entendido que son 200 fijaciones por minuto, realmente.
Al primer lector le tomaría 525 minutos (105,000 entre 200), que equivalen a casi 9 horas leer ese libro, leyéndolo sin parar.
El lector eficiente que lee por frase leería ese mismo libro menos de dos horas leer la misma cantidad de palabras y el mismo libro.
Y todavía no hemos explicado algunas estrategias para acelerar el ritmo de lectura.
Nuestros cerebros están aumentando de tamaño
¿Sabes que nuestros cerebros están creciendo? Científicos que realizaron resonancias magnéticas a 3.226 personas, mujeres (53 %) y hombres (47 %) de entre 45 y 74 años, compararon las imágenes de los voluntarios nacidos entre las décadas de 1930 y con los nacidos en la década de 1970, encontraron que, en promedio, los cerebros de los participantes de los 70 presentaban un volumen un 6,6 % más grande que los de los sujetos venidos al mundo cuarenta años antes, sin diferencias significativas entre hombres y mujeres.
Es importante que en sus estudios, los científicos encontraron que ese crecimiento afecta áreas como la sustancia blanca ─red de axones mielinizados que permiten la comunicación entre las distintas regiones del sistema nervioso tanto de dentro como de fuera─, la sustancia gris cortical, donde se realizan la mayoría de los procesos cognitivos y emocionales, y el hipocampo, que es la estructura a cargo de funciones cognitivas como la memoria y la capacidad de orientarse y desplazarse.
¿Qué ha sucedido en las últimas décadas?
Sin que tenga necesariamente correlación, hemos ido pasando de una sociedad centrada en el trabajo manual y físico, a otra donde el trabajo mayormente es intelectual y sedentario.
Y usamos mucho más para distintas tareas el cerebro.
Mantengámonos alertas hasta ver qué impacto tiene en nuestras vidas y desempeño este agrandamiento del cerebro.
Los 7 tesoros a encontrar en un libro
¿Qué buscar en un libro, particularmente técnico, profesional, académico o de formación y crecimiento?
En enero del año 2012 publiqué digitalmente mi libro Los 7 tesoros a encontrar en un libro, en mi sello editorial digital Lectofilia Digital.
Este libro de ensayos contiene uno cuyo contenido le da título al libro. ¿Cuáles son esos tesoros que nos conviene buscar en un libro cuando lo leemos?
Aquí, claro, estamos centrándonos en un libro perteneciente a la categoría de los profesionales, técnicos, académicos y de formación. No a libros de recreación y disfrute como los poemarios, novelas, libros de cuentos, ensayos o dramas, cuyos requerimientos son otros.
Tampoco a los libros de crecimiento espiritual.
Saber qué buscar en un libro agudiza nuestra lectura, vamos de cacería. Y si sabemos qué buscar es más probable que lo encontremos.
Así que nos preguntamos: ¿qué tesoros podemos encontrar en un libro? Propongo siete:
- Conceptos
- Teorías
- Procedimientos
- Datos
- Ejemplos e historias de apoyo
- Creencias y opiniones
- Cuadros y esquemas.
Los conceptos son las herramientas mentales que nos permiten comprender nuestras experiencias, organizar el mundo y pensar. Cada disciplina tiene sus conceptos que le son propios. Apropiarnos de ello es básico para entender esos temas. Aparecen como definiciones y en muchos libros técnicos, científicos y académicos suelen aparecer en un apartado como Glosario.
Familiarizarnos con los conceptos es importantísimo. No podríamos entender el resto sin ellos.
Las teorías son explicaciones generales de un fenómeno. Toda teoría es una construcción mental que empleamos para explicarnos y explicar a otros un fenómeno o cualquier asunto. En tanto construcción mental, existe en nuestra mente, no fuera. Y su validez depende de que resista el desafío de la comprobación, de la verificación, de la lógica.
Toda teoría existe para ser desafiada y reemplazada por una explicación mejor.
Los procedimientos son la parte práctica y concreta de la disciplina. Un procedimiento normalmente es una secuencia de acciones que operan en un orden y nos llevan a generar un resultado.
Es el dominio y la maestría en el procedimiento lo que distingue a quienes tienen el mayor renombre en cualquier disciplina.
Los datos son información objetiva, comprobada, que sirven para respaldar y dar visos de credibilidad a las teorías y las opiniones del autor, aportándonos elementos verificables para apoyar lo que se expone.
Es útil hacerse preguntas al leer. Y una de ellas conviene que sea: ¿Qué datos faltan? ¿Qué datos desmienten estos que están acá? ¿Qué otraconclusión posible podríamos extraer de los datos suministrados?
Los ejemplos e historias de apoyo son el quinto tesoro. Los humanos siempre tenemos hambre de historias. Nos encantan. Son nuestra manera preferida de aprender. Y los libros las contienen por montones. Las historias operan como ejemplos, ilustraciones, guías, demostraciones, confirmaciones.
Las creencias, opiniones y puntos de vista del autor es el sexto tesoro. Determinan no sólo el punto de vista, sino incluso la selección de ejemplos y la selección misma de las palabras y las oraciones.
Aquí conviene recordar que toda comunicación posee un propósito, una intención, una meta y un interés. No hay comunicación inocua, inocente o “desinteresada”.
Su misma existencia es la mejor demostración del interés subyacente a ella.
Por lo mismo, siempre es conveniente hacernos preguntas: ¿Qué quiere el autor que pensemos? ¿Cuál es su pretensión? ¿Qué quiere el autor que hagamos a partir de lo que nos dice?
Los cuadros y esquemas es el séptimo tesoro. Los cuadros y esquemas son recursos utilísimos para compendiar, resumir, condensar y demostrar vínculos y secuencias en la argumentación del autor. Ayudan a dar una visión de conjunto aprovechando su estructuración visual.
El cuadro y el esquema son recursos sinópticos de alta formalización y abstracción. Su manejo nos demanda un mayor nivel mental que la simple lectura, nos enseña a categorizar, estructurar y jerarquizar la información, al igual que a establecer sus vínculos y secuencias lógicas o procedimentales.
Las tareas a realizar en el aprendizaje
Ya hemos dicho que el aprendizaje es un trabajo, entendiendo que un trabajo es la aplicación de un esfuerzo durante un tiempo orientado a la obtención de un resultado útil y provechoso para quien lo ejecuta.
Y como lo realizamos con la mente, es trabajo intelectual.
Al enfocarnos en aprender, las tareas a realizar son, luego de determinar las metas de aprendizaje y seleccionar nuestras fuentes (libros, documentos, videos, etc.), son siete:
- Leer el texto
- Entenderlo
- Asimilarlo
- Retenerlo
- Recuperarlo a voluntad
- Aplicarlo
Si desarrollamos eficiencia leyendo y definimos en qué cuadrante de la Matriz de Relevancia de la Información caen distintas partes de un libro o documento, optimizamos el tiempo de lectura al enfocarnos en las áreas A y B, relevante y conocida y relevante y no conocida.
Si ampliamos nuestro foco para captar 4 o 5 palabras por fijación seremos mejores lectores e iremos a una tasa de velocidad bastante buena.
Y podríamos aprender a leer por ejes.
De eso hablaremos en el próximo artículo, al igual de por qué el 50% del esfuerzo lector es inútil y cómo reducir ese desperdicio.