Fray Luis de León fue una de los poetas místicos más destacados del Siglo de Oro español. Aunque el Renacimiento impulsó el pensamiento humanista y desplazó la religión a un segundo plano en muchos aspectos, Fray Luis de León se mantuvo fiel a su convicción religiosa, componiendo poemas en los que expresaba su devoción a Dios y reflejaba el poder de la Iglesia católica en la sociedad de su época.

Según Somavilla Rodríguez (2022), Fray Luis de León nació en 1527 en Belmonte y se destacó como doctor en Teología. En 1572, fue arrestado por la Santa Inquisición debido a su preferencia por la Biblia hebrea en comparación con la versión traducida al castellano, la cual, según él, había sido tergiversada para conveniencia de la iglesia católica. Durante los cinco años que permaneció en prisión, encontró en la escritura un medio de desahogo, expresando su incertidumbre y la impotencia que sentía ante la injusticia, lo que dio origen a algunas de sus composiciones más emblemáticas.

Los poemas de Fray Luis de León reflejan la verdadera fe en Dios y, al mismo tiempo, evidencian el espejismo de una religión despiadada, impuesta de manera obligatoria en la España de su época. En este ensayo se analizarán algunos de sus poemas más significativos, como Oda VII: Profecía del Tajo, Oda XX: A Santiago, En la prisión, A Felipe Ruiz y Vida retirada, los cuales abordan temas esenciales como la justicia divina, la persecución de los creyentes, la fe inquebrantable, la envidia, la mentira y la esperanza.

En primer lugar, en la Oda VII: Profecía del Tajo, el poeta denuncia la indiferencia de muchas personas ante Dios, incluso cuando el mal está cerca de ellos. Este sentimiento se refleja en versos como: “¿Ni llamado al mal que sobreviene, no acorres? ¿Ocupado, no ves ya el puerto a Hércules sagrado?”. Fray Luis de León adopta un tono profético para anunciar la ruina de España como consecuencia de los pecados del rey Rodrigo y sus injusticias: “En mal punto te goces, injusto forzador; que ya el sonido oyó, ya y las voces, las armas y el bramido de Marte, de furor y ardor ceñido”. En la estrofa 13, el poeta hace un llamado urgente a España para que busque refugio urgentemente en Dios: “Acude, acorre, vuela, traspasa la alta sierra, ocupa el llano”.

En segundo lugar, en la Oda XX: A Santiago, el hace alusión a la injusticia que llena el corazón de los malos gobernadores, haciendo referencia a la muerte de Santiago, el primer discípulo asesinado a espada por seguir a Cristo: “osa el cruel tirano ensangrentar en ti su injusta espada; no fue consejo humano; estaba a ti ordenada”. Este poema exalta la fe ferviente de Santiago, quien, a pesar de los sufrimientos y persecuciones que padeció por causa de Jesús, se mantuvo firme hasta la muerte, constituyéndose como un ejemplo de fe.

El poeta relaciona el poema con referencias bíblicas, como en el pasaje que dice “morir en Cristo es ganancia”, ya que, según la doctrina cristiana, cuando un siervo de Jesús muere, su alma va a un lugar de descanso con la esperanza de ser resucitado y vivir eternamente con su Señor. En la sexta estrofa, Fray Luis de León expresa esta idea con los versos: “no sufre larga ausencia, no sufre, no, el amor que es verdadero; la muerte y su inclemencia tiene por muy ligero medio por ver al dulce campanero”. Aquí se refleja la convicción de que quien es fiel a Jesús, incluso en medio de pruebas y sufrimientos, mantiene su esperanza inquebrantable en el reencuentro con su amado.

El poeta también compara a los cristianos con los siervos, en el sentido de que, cuando el amo se va de viaje, deja a sus siervos trabajando y, una vez que terminan su labor y el amo regresa, estos corren a recibirlo, como se aprecia en la estrofa: “cual suele el fiel sirviente, si en medio la jornada le han dejado, que, haciendo prestamente lo que le fue mandado, torna buscando al amo ya alejado”.

En la décima estrofa, el poeta vuelve a hacer alusión al asesinato del apóstol Santiago a manos de Herodes: “allí por la maldita mano el sagrado cuello fue cortado: ¡camina en paz, bendita alma, que ya has llegado al término por ti tan deseado!”. Esta estrofa también expresa que, según la fe cristiana, cuando un creyente muere, va a un lugar de paz y descanso.

Fray Luis de León critica la falta de piedad en España, particularmente entre los religiosos católicos: “vuestra piedad que mal tan crudo sienta”. Según el poeta, la nación sería castigada por su maldad: “España en breve tiempo es destruida”. A través de estos versos, el autor denuncia la opresión de la Iglesia Católica, que castigaba y asesinaba a quienes no practicaban la misma fe, lo que también le llevó a él a estar preso durante cinco años: “por ti, tan orgulloso de primero; por ti del vituperio, por ti de la afrentosa servidumbre y triste cautiverio”.

Por otra parte, en el poema En la prisión, el poeta relata su experiencia personal tras ser encarcelado injustamente. En la primera estrofa, expresa cómo la envidia y la mentira lo llevaron a la cárcel: “Aquí la envidia y la mentira me tuvieron en prisión”. Sin embargo, lejos de rendirse, encontró en la escritura y en su fe un refugio espiritual. Fray Luis de León resalta la paradoja de que, aunque estaba encerrado físicamente, su espíritu se encontraba libre y en armonía con Dios: “Dichoso el humilde estado del sabio que se retira… con sólo Dios se compasa”. En este poema, el autor enfatiza que la verdadera relación con Dios es un asunto personal y no debe ser impuesta por ninguna institución religiosa.

En ese sentido, en el poema A Felipe Ruiz, el poeta refuerza la idea de que la religión impuesta por la Iglesia católica estaba tergiversada. Fray Luis de León expresa su anhelo de conocer la verdad sin manipulaciones: “Contemplar la verdad pura sin velo”. La religión oficial no representaba libertad espiritual, sino una imposición arbitraria: “Veré a los inmortales… con que la mar airada la providencia tiene aprisionada”. Además, el poeta describe a Dios como una fuente de vida y luz eterna: “Veré este fuego eterno fuente de vida y luz do se mantiene”.

En otro orden, en Vida retirada, el poeta reflexiona sobre el valor de la sencillez y el retiro espiritual, contraponiéndolos a la vanidad del mundo. Para él, los verdaderos sabios son aquellos que renuncian a las superficialidades terrenales para dedicarse a la contemplación de Dios: “Los pocos sabios que en el mundo han sido”.

Por otro lado, desde el punto de vista literario, los poemas de Fray Luis de León presentan un lenguaje refinado y están enriquecidos con diversas figuras retóricas. ¡Se destacan el apóstrofe “Oh viva fe constante!”, el hipérbaton “De más sangre sediento” en lugar de “sediento de más sangre”, la anáfora “Huye, si puedes tanto; huye, más por demás, que no hay huida”, entre otras. En cuanto a la rima, predominan la asonante y la consonante, con ejemplos como: “Las selvas conmovieran, las fieras alimañas, como Orfeo, si ya mi canto fuera igual a mi deseo” (asonante) y “Injusto forzador; que ya el sonido… de Marte, de furor y ardor ceñido” (consonante).

En conclusión, los poemas de Fray Luis de León ofrecen una crítica profunda sobre la diferencia entre la fe genuina en Dios y la religión impuesta por la Iglesia católica de su época. A través de su obra, el poeta resalta que el servicio a Dios trae paz y esperanza, mientras que la religión institucionalizada puede llevar a la opresión y al sufrimiento. Su poesía trasciende el tiempo, invitando a la reflexión sobre la espiritualidad auténtica y la libertad de conciencia, valores que continúan siendo relevantes en la actualidad.

 

Referencia: Somavilla Rodríguez, E. (2022). Fray Luis de León, OESA (1527-1591) y el tratado De Legibus. Dialnet. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/8642632.pdf