La diversidad siempre ha sido un elemento que ha caracterizado la vida humana. La variedad en la forma de convivencia de distintas civilizaciones siempre ha sido un evento significativo de apreciación. Y, el ilustre escritor Fray Ramón Pané entendió claramente este hecho, pintándonos un lienzo fascinante de la época precolombina. En su libro "Relación Acerca de las Antigüedades de los Indios" nos ofrece una detallada visión de la forma en la que estos pueblos concebían los aspectos más comunes y singulares de la existencia humana.

Se ha de confesar que lanzarse a la tarea de plasmar las costumbres y la cultura de las civilizaciones indias encontradas en la isla Quisqueya es un reto bien comprometedor que Pané se arriesgó a aceptar. Esta es la razón por la que a él mismo se le reconoce y exalta como uno de los más grandes estudiosos de todos los tiempos. Sin más que decir, empecemos a navegar junto a este autor por las aguas profundas de las antigüedades de los indios.

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que, cuando llega Cristóbal Colón junto a su tripulación a la isla Quisqueya, esta no se encontraba en un completo caos ni sus habitantes eran personas salvajes sin razonamiento. Fray claramente nos relata que los indios eran un pueblo con un orden político y económico ya establecido. Sé que en este momento se están cuestionando: ¿Qué es esta afirmación tan fuera de lugar? Pues, sí, se vuelve a afirmar que las civilizaciones instaladas en la isla que muchos denominan "descubierta" ya tenían un orden y un gobierno firmemente acordado. Si tomamos lo anterior en cuenta, nos tomaríamos el atrevimiento de decir que la isla realmente nunca estuvo perdida, y por lo tanto, algo que no estaba perdido no se puede descubrir.

En este mismo orden, el libro de Pané subraya explícitamente cada una de las actividades y prácticas que realizaban estos pueblos como algo que ya era parte de su costumbre. Textualmente, el libro cita: "Describió las ceremonias de los sacerdotes o behiques y las curaciones que éstos realizaban. Recogió los mitos que le contaron sobre el origen del sol y la luna, la creación del mar y los peces, la aparición del hombre en las islas y la domesticación y aprovechamiento de la yuca." Partiendo de dichos fragmentos, se podría argumentar que los indios en la isla no eran una especie analfabeta sino dotada de un razonamiento completo. Tenían un concepto de la agricultura, pensamientos de la creación, cultos y ceremonias, etc. Además de esto, el autor nos revela que estos tenían idiomas y formas de división en sus pueblos que establecían jerarquías entre todos ellos.

Otro aspecto que nos lleva a ver es el gran orden que caracterizaba a estos antiguos indios, el hecho de que los mismos tenían la capacidad de socializar y comunicarse con otros pueblos extranjeros. Se evidencia cuando Pané nos cuenta de su relación amistosa con varios miembros de caciques, por ejemplo, con Guaicabanú, aunque con fines de recolectar información valiosa por su parte. Los indios tenían su religión, sus costumbres y ritos, diferentes a los nuestros, sí, pero eran de ellos, eran su identidad, eran sus herencias de sus antepasados. Y, lamentablemente, los colonizadores no respetaron ni honraron esa diversidad cultural que hace único y original a cada país en el mundo; antes bien, pensaron en adueñarse de algo que no necesitaba de ningún dueño, porque ya lo tenía.

Y aquí es que radica la gran importancia de este escrito de Pané, porque este libro nos funciona como una brújula que nos indica cuál es realmente la dirección correcta del curso de la historia en la República Dominicana iniciada en 1492 que debemos de seguir. Por medio de este importante documento podemos descubrir a un pueblo oprimido por sus propios bienes, obligados a desechar sus costumbres y leyes de vida ya acordadas por sí mismos, para adoptar una cultura desconocida. Pero no solo era eso, una resistencia por parte de ellos significaría una muerte injustamente cruda y cruel, porque ellos no mandan en su territorio. Qué ironía de la vida, morir por lo que te pertenece. No obstante, los indios no entregaron su isla sin dar lucha al enemigo invasor, muchos fueron los líderes de caciques que dieron su vida por la defensa de su pueblo, Caonabo dio su último aliento valientemente hasta el final.

Por otro lado, en las antigüedades de los indios relatadas por Pané, podemos encontrar también a una civilización muy devota a sus dioses. Pese a que eran politeístas, es evidente la gran devoción y entrega que rendían a lo que concebían como seres divinos. Este punto era parte de su identidad. En suma a esto, no podríamos olvidar mencionar la gran conexión que los mismos guardaban con la naturaleza. Más que un fondo que adornaba su mundo, entendían que la misma era un ser vivo semejante a ellos, teniendo el mismo derecho de vida y cuidado que el humano merece. Nos legaron una enseñanza: apreciar y al mismo tiempo valorar el medio ambiente, recordándonos que necesitamos fielmente de la madre naturaleza todos los días para sobrevivir.

En resumen, es triste comprender la versión verdadera del acontecimiento ocurrido en nuestra isla en 1492, que más que un "descubrimiento", fue un encuentro de culturas y costumbres totalmente diferentes. Y, que una de ellas fue diezmada hasta el punto de desaparecer a su pueblo. No obstante, nosotros como dominicanos, tenemos el privilegio de llevar, aunque muy escasa, la sangre de ese pueblo antiguo, caracterizado por su valentía y abrazo firme a su identidad.

Referencias

Pane, F. R., & Pani, F. R. (2002). Relacion Acerca de las Antiguedades de los Indios: El Primer Tratado Escritio en America. Siglo XXI Ediciones.