Las ciudades son los espacios urbanos que acogen a los ciudadanos por diferentes razones y que van conformando un lugar de hábitat e interacción que termina creando identidades de muchos tipos y un gran tejido social que da razón de ser a ellas y valores identitarios más o menos definidos, entre ellos, barriales, sectoriales y del lugar mismo, y como centro de recepción  de sus múltiples necesidades y realizaciones como ser humano y en la cual realiza distintas funciones: laboral, cultural, de servicios administrativos, divertimento, intelectual, religiosa, amistosa, deportiva, de recreación, ocio y familiar.

En ese devenir, las ciudades van creando esos apegos que se convierten en referentes en la cotidianidad de sus habitantes y en un marco permanente afectivo, cultural, y en ella las personas van creando sus nichos de agrupamiento y al mismo tiempo, se van apropiando de sitios o territorios en los cuales realiza esas distintas funciones sociales para lo cual se ha ido construyendo la ciudad en el tiempo y en ese espacio urbano que, por su naturaleza y fisonomía, se diferencia de otros.

No obstante, estos espacios urbanos se podrían distanciar de los pueblos o zonas rurales en donde el ritmo de vida, los iconos urbanos particulares, no le resultan familiares y por supuesto, los espacios de ejercer la vida pública, como divertirse, pasear, realizar la demanda de los servicios administrativos y otras necesidades propias al ser humano, se hacen de otra manera o con definición espacial y lugares, distintos.

Santiago, El Monumento.

De todas maneras, en uno u otro de estos lugares el individuo como ente determinante en estos tejidos sociales, urbanos o rurales, tienen limitados derechos sobre los espacios públicos, debido a que, desde las instituciones responsables estas prácticas no son habituales, aunque ya hay la obligatoriedad de permitir, facilitar y hacer cada vez más adecuados, expeditos y agradables, el uso de estos espacios públicos por parte de los ciudadanos como responsabilidad de un manejo democrático de su relación con la sociedad, por parte de las instituciones responsables de su aplicación.

En toda esta reflexión, es obvio que ha faltado un dialogo entre ciudadanía y la gestión administrativa del estado, que permita igualmente escuchar a la gente para elaborar políticas públicas hacia esta otra manera de derechos ciudadanos relacionados con el divertimento y el uso de los espacios públicos o cómo transformar lugares de la ciudad, en espacio de uso público para que la gente se pueda ir apropiando de los mismos y usufructuándolos adecuadamente y con las normas de uso pertinentes que no se conviertan en un caos.

Lo anterior nos conduce a otra preocupación, motivado}a en este escrito y relacionada con la ausencia de espacios públicos para la familia en las ciudades nuestras, lugares de sano esparcimiento para la familia como núcleo importante de la estructura de la sociedad, que conecte el espacio urbano ajustado a sus necesidades lúdicas, con los parques y áreas verdes que no solo sean para la práctica correctísima del deporte, o intercambiar entre adultos platicas relajantes, que es parte de su función, sino, de otras implicaciones resultante de esa visita.

En efecto, de lo que hablamos es que la familia pueda disfrutar porque existe un lugar para ella como grupo particular y puedan los niños encontrar divertimento, los adultos sentarse a dialogar, los jóvenes igualmente entretenerse, celebrar cumpleaños, almorzar en familia fuera de la casa y pasar un momento de alegría en familia, claro, organizada la visita por reglas de uso que evite la arrabalización, el desborde y comportamientos inadecuados y respetadas sus normativas, sin violar esas reglas predeterminadas de uso.

Los espacios públicos, sugerimos, deben expandirse como una política pública dirigida al divertimento sano, al descanso y la recreación, incluye el arte público como parte de esta nueva oferta, y en estos momentos están ausentes en estos lugares de esparcimiento, y el arte es un placer interior que produce una catarsis y que no es exclusivo a espacios cerrados como los teatros, las galerías y los museos, es también responsabilidad de los órganos que dirigen el diseño de la ciudad, integrar el arte público como parte de esta oferta que haga más enriquecedora la visita a los mismos.

Reconocemos hoy iniciativas de la alcaldía del Distrito Nacional y la presidencia en la capital y del Alcalde de Santiago en ese orden, aunque no necesariamente como espacio familiar exclusivo.

En tal sentido, si bien tenemos en la capital algunos sitios como el Mirador Sur, u otros, algunos parques en Santiago y una que otra ciudad del interior, lo cierto es que, al recorrerlas con este ojo crítico, son pocos los lugares destinados a la familia como tal, o cuyo diseño par parte de los especialistas y profesionales dedicados a estos oficios, lo hayan concebido en su totalidad, reitero, con algunas excepciones, pero esta reflexión obliga a ampliar estos espacios, parques, áreas verdes y parques temáticos, de manera que en los más de 2 millones de habitantes de la ciudad del Gran Santo Domingo y el Distrito Nacional, se pueda disfrutar de lugares para cambiar la rutina.

Igualmente sucede para Santiago y otros polos demográficos importantes del país, las instituciones estatales responsables del diseño de la ejecución de estos espacios públicos, obliga a generar más lugares para el divertimento y que en su diseño se hagan más presentes los espacios familiares donde podamos, fuera del hogar, encontrar seguridad, diversidad en la oferta, juegos infantiles, jardines, bancos, quioscos, árboles y sombras.

En medio de toda esta planificación, no debemos olvidar que vivimos en el trópico y que, ya desde las 7 am hasta cerca de las 6 pm, el sol nos acompaña intensamente, y los parques y áreas verdes no tienen la manera de contrarrestar estos rayos solares que no sea arborizándolos y techando algunas áreas; pues, de lo contrario, nos servirían poco ya en una ciudad de por sí altamente congestionada y cargada en su día a día.

El reto y la sugerencia, no es negando lo que ya existe, es invitando a crear nuevos espacios para la familia, el ocio y el divertimento sano que haga de la ciudad un lugar cada vez más habitable, de convivencia y uso de sus espacios, donde se respire un aire más tranquilo, juguetón, de descanso y esparcimiento para los visitantes, las familias, las parejas, el individuo, los niños (as), personas de la tercera edad y personass en situación de discapacidad, que también merecen el disfrute, esparcimiento y la debida adecuación de estos sitios para ellos (as).

Carlos Andújar Persinal en Acento.com.do