Hago este planteamiento, bajo el entendido de que, cualquier cuestionamiento nuestro, al concepto de generación, no puede, ni debe apegarse a los principios ya fijados por José Ortega y Gasset (9-5- 1883, Madrid, España/ 18 -10 de 1955, Madrid, España), ni por Julián Marías (Valladolid, 17 de junio de 1914-Madrid, 15 de diciembre de 2005), sino que debe partir de nuestras particularidades como grupo y de las simbologías estéticas que nos identifican, como "Grupo de escritores de la crisis" o "Grupo de escritores del 80″ , dentro de la literatura dominicana contemporánea, sin desconocer el contexto politico-cultural, económico y educativo que predominaba en Latinoamérica y en el Caribe de habla hispana.
Otra de las características que nos da sentido, de grupo de escritores del 80 o de grupo de escritores de la crisis del 80, es la conceptualización y la construcción enuncativa y poética de nuestra convivencia cultural, dentro de la diversidad de cosmovisión y abordaje creativo, lo que nosotros hicimos y hacemos, cómo parte de la cultura–movimiento, del poema-pensamiento, de la narrativa y del del filosofar sobre el fenómeno poético, al asumir la hermenéutica de la imagen
metafórica, como fundamento de sentido de nuestras creaciones literarias, sin descuidar nuestra realidad tangible e intangible, dentro de nuestro contexto vivencial.
Todo esto es resultado de lecturas y asimilaciones comunes que hicimos de autores como César Vallejo, Vicente Huidobro, Borges, Antonio Machado, Lorca, Miguel Hernández, León Felipe, Franklin Mieses Burgos, Víctor Villegas, Vicente Aleixandre, Nietzsche y Roberto Juarro, entre otros.
Teníamos un espacio abierto para nuestras publicaciones, se trataba del periódico" La Noticia", donde Mateo Morrison dirigía el Suplemento Literario "Aquí", y abrió la sección "Voces Nuevas", dónde la mayoría de nosotros comenzamos a publicar nuestras producciones literarias, aunque teníamos también otros medios de publicaciones , con el boletín mensual del Taller Literario "César Vallejo".
Nuestra discursividad poética giraba y gira, entre los linderos de la filosofía y los laberintos de la lingüística. No olvidemos que la mayoría de los escritores de la mal llamada Generación del 80, trajinaban y aún seguimos trajinando, por las aulas
universitarias, específicamente en la UASD, donde estudiábamos Filosofía, Letras, Publicidad, derecho o Psicología, entre otras carreras.
Se trata hoy de académicos que asumen su quehacer poético con plena conciencia de los vericuetos sintagmáticos de la lengua y sus posibles e incontables rejuegos, en procura de crear, desde el ritmo, de manera consciente, respetando los sentidos de la poeticidad y de la estética .
Motivados y orientados por los fundadores del"César Vallejo", surgieron algunos círculos literarios como el Círculo Literario "Domingo Moreno Jiménez", en Los Mina; el Círculo Literario Higueyano "José A, Santana", con su boletín"Colibrí", entre otros. Al Taller "Domingo Moreno Jiménes", pertenecían los poetas Medar Serrata y Evans Lewis, entre otros. Al "José A. Santana" de Higuey, pertenecían José A. Santana; Ernesto Rivera; Miguel A. Forneríne, e Isaél Pérez, entre otros.
Como parte de los frutos de los fundadores del "César Vallejo", se formó, además, el"Círculo Literario Romanense", con su revista titulada "Vagón", el que, junto al círculoLiterario "Luciérnaga" (en La Romana), dio lugar a la formación del grupo de escritores "Los Hijos del Diablo".
En ese entonces, apareció en la capital de la República, la formación del Círculo Literario "Paco Urondo", con su lema "Por la Literatura y el Combate".
Poco tiempo después se formó, también en la capital, el grupo denominado "Poetas de la Crisis", conel amigo Miguel D´Mena, a la cabeza, quien en el 1983, publicó su obra "Armario Urbano". Este último grupo fue seguido por el grupo de poetas conocido con el nombre de"…Y Punto", formado en el 1984 e integrado por René Rodríguez Soriano, Juan Freddy Armando, Raúl Bartolomé, Aquiles Julián, Tomás Castro y José Galván, entre otros importantes creadores.
La mayoría de los integrantes de este grupo literario corresponden a la Generación de Escritores del 70, salvo algunos, como Tomás Castro, José Galván y Amable López, quienes corresponden a la llamada Generación de escritores del 80. Tenían una revista con el mismo nombre "…Y Punto".
He hecho esta relación de nuevos talleres y grupos literarios, para demostrar que desde el Taller Literario "César Vallejo" y la Generación de Escritores del 80, no sólo han surgido nuevos paradigmas para la literatura dominicana contemporánea, sino que, nuestra "Generación de Escritores del 80″, impulsó la búsqueda de nuevos enfoques en la criticidad del texto literario y de nuevos estudios en el universo inagotable del discurso poético.
Somos los escritores y poetas de la Crisis, porque asumimos nuestro tiempo, nuestro hoy, aquí y ahora, con sus desquites, sus amores, desamores y rupturas. Es, justamente, por esas naturales y necesarias contradicciones en la diversidad de enfoques que hoy somos un referente creativo en la literatura dominicana actual.
Si por algo nos van a asumir las tuertas y cimarronas lupas de los sabihondos, críticos literarios y jueces de la palabra, es por el signo de la ruptura, por nuestra ruptura con el discurso lineal y verticalizado de una herencia tradicional, la cual no aborrecemos, sino que la asimilamos, aunque sigamos sumergidos en la ausencia de un racional oficio de la crítica en la literatura dominicana contemporánea, desde el cual se analicen con pertinencia, nuestras producciones estético-literarias, desde una mirada abarcante, no sesgada, personalizada o tendenciada.
La heterogeneidad nos ha permitido asumir la libertad individual de crecer en la palabra, porque vimos y vemos a la poesía como un hecho de lengua en constante movimiento, donde el ritmo y la metáfora, juegan su función de fundamentos estéticos o artísticos, dentro del quehacer creativo.
Asumimos el símbolo y el signo como representación abierta que instaura el poder de los sentidos de la enunciación del sujeto creador, por lo que traspasamos el marco del poeta, y abarcamos la narración, el cine, el teatro, la dramaturgia, la novela, la crítica literaria y el folklore.
Es por eso que no me asombra que todavía estemos encrespados y beligerantes ante el presente, enfrentando y enfrentándonos, porque desde el inicio crecimos rompiendo paradigmas alrededor de la metáfora y hemos hecho del ritmo, parte de nuestro Ser y de nuestro logos identitario.
Estamos en nuestra mejor etapa de producción y procuramos asimilar y asimilarnos en este nuevo mundo plural, cibernético y global, para que sea incompleto, hueco y vacío, cualquier estudio de la literatura dominicana contemporánea, desprovisto de nuestras obras y nuestro aliento.
Estamos presentes, por encima de nuestras naturales y muy necesarias contradicciones conceptuales y de enfoques creativos, porque eso es lo que nos da sentido, como sujetos creadores que procuraron y todavía procuramos dar una nueva mirada estética, al quehacer literario dominicano contemporáneo.
Ese concepto de "Generación", para el caso de los escritores del Taller Literario "César Vallejo", debe ser analizado, cuestionado, por la heterogeneidad que representamos, aunque hemos sabido responder a nuestro compromiso, como creadores, respetando nuestra obligatoria diversidad creativa y ontológica.
Alzamos nuestra voz para que pandilleros, semidioses y tablajeros de la lengua, ¡ya no más!, no pretendan seguir acomodándose antologías, "estudios críticos" y autocitándose, bajo el signo perverso de la exclusión, organizando pandillas de autores entre canchanchanerías y compadrazcos, porque es así como anda, al final del siglo XXI y la entrada del nebuloso siglo XXII, nuestro actual ambiente literario dominicano.
Y aunque me duela o me sigan cuestionando, tenía que decirlo y lo dije: hoy en día, como grupos de creadores, seguimos siendo sujetos de la crisis o escritores dentro de la crisis, y hemos avanzado tanto en la corrupción que… hasta los "premios literarios, hace tiempo que los han convertido en una venta al mejor postor".