La poesía es una mirada antigua, un código de símbolos y arcanos que ascienden hacia verdades de vida, una voz por la que se dicen las vivencias que, como dijera Jung, quedan bajo el umbral de la consciencia, y que una suerte de intuición o revelación dice que algo, no profano, debió haber ocurrido; y solo es posible testimoniar mediante la singularidad del lenguaje de la conciencia… Lo postulado en esta parte es correlativo al ideal taocuántico.

La poesía taocuántica es una realidad en el escenario de la  literatura, un sendero en el cual vamos juntos. Y cuando a ella hay que referirse, el nombre de Mikenia Vargas es una manifestación de dignísima resonancia, orfebre de los mundos que habita, a fuerza de su autenticidad y natural empatía con la música del Universo, del cual le viene la memoria de lo que ha sido, es y será, en flujo y reflujo de la Energías Pura, que le habla desde todas las cosas… El hecho poético de Mikenia Vargas es singular: no hay en ella dolor ni lugares comunes, interrogaciones o desacertados modos de ser con ella, con su estar dentro para ser afuera la luz que le mira; todo es un abismarse en altura, un danzar con la música de la vida, todo es en ella gratitud, mirar en amor las manifestaciones del Tao, al cual se abraza, por cuanto vive en sintonía con su naturaleza, aconteciendo en levedad: todo es para ella la expresión de emanaciones que van y regresan en renovados atavíos…

Al contemplar, esta esencial dicidora de la taocuántica tasta el Ser de todo lo viviente con su peculiar aliento de desnuda sacerdotisa, y es su inmanencia atajo para encontrarse con su otra sed, su anhelo de identidad, y regresar a la casa que abierta le llama… Dice la poeta que celebramos:

En todos mis estados,

ardorosa de ti,

la niebla se disipa.

No hay temor con que decir tu nombre;

vives dentro.

Llameada tu presencia,

recibo con gratitud

todo en lo que me nombras:

soy en los demás parte de ti.

Encontrarnos,

es inmortalidad que se desborda

de lo que llevo dentro.

Esta creadora tiene bien delimitada la poesía del poema: ella vive en estado poético, en ella, la poesía es un plano de la realidad en el cual las cosas se aman, se suceden entrelazadas en un presente continuo, como manifestación de una única Realidad Suprema, digamos, de la Supraconciencia, Fuente de la que todo emana y a lo que todo está regresando, hechos simultáneos en la ribera del costado causal… Para Mikenia no hay misterios, todo se le revela como lo natural que es para quien dentro está con su luz apaciguado, de amor redondo, de certeza de ser en todas las cosas… Escuchemosla:

Ya no hay sombra,

una luz superior viaja paralela.

En la lumbre

me he visto atravesando las cosas.

No existe un comienzo en el que pueda

acurrucar tanto recuerdo.

En la unidad de mi silencio

no tengo nombre.

Nada es para mí,

si no es compartido.

Te encontré a ti dentro de todo.

Derramado en la vasija está

el amor para reconocernos.

¡No hay palabras!

Y ya hemos dicho: una expansión de conciencia a ocurrido en esta cultora taocuántica, fruto de la gracia de vivencias en unidad con El Todo. Sabe ella sagradas todas las cosas, entrañadas en el amor que imanta la energía que hace una red de todo cuanto es en el Universo. Y así sacraliza la carne, ya no es barro, sino amor cósmico que oficia la consciencia de su vínculo con todo lo que es en la Unidad del Uno. Apreciemos en estos versos su voz poética, la encandilada veta espiritual en ellos; debí decir, su certeza de participar en polifónicos modos con el eterno Om, voz que imparable llama a la vida, mirada en la cual está sin cesar el propósito de todo lo que sin cesar puede ser.

Y como no se trata de una suerte de casualidades, en Mikenia toda su poética gravita en torno a una temática globalizante: el amor, siempre el amor; un amor en el cual no hay separación entre lo espiritual y la carne, todo en ella es sagrado, el amor tiene ese poder, la facultad de no ver separado nada, gracia a su empalmo frecuencial en el campo cuántico. En Mikenia, un trébol o un copo de nieve pesa en belleza y valor de ser lo mismo que todo el Universo; todo en esta creadora conduce a lo primordial. Cada testimonio suyo es una ecuación de símbolos místicos, simulados en un exquisito exotismo, cántaro para su sed de infinito… En cada poema suyo se enuncia un testimonio de lo vivencial, y en él, una subpartícula del Único poema Universal; en cada uno se va revelando una pieza, como si se tratara de un rompecabezas exacto en cuanto al sabido orden de las partes, partes que también son El Todo… De manera, que con Mikenia no es un jugar a la suerte, sino que se trata de una oficiante del misterio, de la belleza que se viene en resplandores de verdades muy íntimas y sentidas. Y en cuanto a tal, tenemos en ella no  una poetiza (porque despectivo es tal calificativo), sino a una poeta, una voz auténticamente taocuántíca, en plena consciencia de lo que ello significa: vivir en función del ideal que ella postula… Dice Mikenia Vargas:

Empinada,

intento ver tu rostro;

pero vas dentro de mí,

debajo del olivo.

Con tu candil me alumbras,

llameas;

todo es fuego sin poder balbucir tu nombre.

En los pasillos de mi alma,

reverbera tu misterio;

es tu espíritu el eco que retire en el abismo..

Basta tu rumor,

Y surca con tu braza mi sed.

En la órbita de su alta frecuencia, Mikenia Vargas da cuenta de su verdad de vida, de su proceso experiencial, de su luminosidad al testimoniar sus vivencias. Ella no inventa nada, no se da a imaginería banal; todo en ella es fluir de memorias y anhelos; lo luminoso es el sello de su originalidad, de su amor empinado hacia el Ser de las cosas, de todo lo que le apela y la conduce a su identidad. Y ardorosa va íntima, enamorada de la voz que la convida despacio hacia el otro lado, esa ribera en la cual gusta estar contemplativa, abismada de amor hacia  la belleza que es el resplandor del Ser de lo manifiesto, y aun de lo inmanifiesto, cual es el estado primordial de la Realidad Pura, la sustantiva sustancia de lo sin forma, de la voz que llama para oírse dentro… Dice en Inaudible:

Una voz habla dentro,

retumba en la totalidad de lo que busco,

aletea mi espíritu,

todo es desplazamiento.

un ejercicio de ángeles pastorea mi navío.

Sigo tu palabra,

silencio inefable que desteje mis harapos.

No sé a cuál orilla arriba esta marea.

Navego en torno a ti,

siento pudor ante la desnudez de mi sonrisa.

Otra vez al origen,

al amor primero.

No me importa el nombre que uses

para llamarme a tu puerto…

no me dejes,

Señor,

no me dejes.

En Mikenia Vargas tiene la Comunidad Literaria Taocuántica no sólo una siñera representante del ideal taocuántico, sino una de las voces más encumbradas de la poesía dominicanas.

Como si encerrarse quisiera en un orbe de aguas y polen, nos despide Mikenia Vargas, dice:

Palpo el agua

en el tiempo de la espera;

traslación de una memoria líquida,

en donde llevo sin habla tu recuerdo.

Pensarte,

es ir saciando

la sombra blanca de sed.