151) Para dos cosas estamos en el mundo: para vivir y para morirnos. Y todos nuestros actos van en esa dirección. Y pienso que para vivir sin entender nunca el sentido de ese vivir; y para morirnos sin definitivamente entenderlo.    

152) Borges dijo: “La meta es el olvido, yo he llegado antes”.  Y yo digo que no sé si en verdad la meta es el olvido, lo que si sé es que también llegué antes.

153) El infierno, que entiendo sólo se expresa en esta condición terrenal, no es un lugar de tormentos permanentes, sino que tiene las suficientes dulzuras como para engañarnos y entretenernos, como para seguir cantaleteando el valor de la existencia. Es decir que entiendo que el infierno suele tener sus momentos de gloria, sus pedazos de cielo, aunque muchos cristianos no lo quieran así.

153) En la obra poética de Borges abunda la palabra oro y un resplandor lunar y solar.

154) Tenemos que estar conscientes de que debemos pagar el precio de negarnos a pagar el precio.

155) Dios sabe como hacerse querer, por eso con frecuencia da en la madre.

156) No importan nuestra fuerza o valentía; no importa nuestra capacidad de vivir acorde o a contracorriente: sabemos que terminaremos como pobres criaturas indefensas,  como corderos degollados por la vida.

157) Del arte solo pido me permita estar entre sus elegidos; que me conceda oficiar entre sus iniciados.

158) En mi mundo de letras mi gran pasión ha sido la poesía. Como ella no quiso quererme, me resigné a la prosa. Sin embargo, continúo cortejando la poesía, haciéndole reverencias, arrojando flores a sus pies y oraciones a su divina gracia. Intento bordar para ella algunas rosas que casi siempre resultan indignas de su esplendor. Sé que hay momentos mínimos de mis prosas en que ella me guiña un ojo de forma aprobatoria, en que me regala algunas pequeña esperanzas de correspondencia.

Le perdono su desplante y sigo buscando su compañía, porque, a pesar de no haber condescendido a mis deseos de entregarse plenamente, ella sigue siendo más fiel que mis otros anhelos. El hecho de permitir que me sienta merecedor de ella es prueba más que suficiente de su fidelidad.

159) Leyendo por ahí cierta literatura que muchos aprueban, he llegado a la conclusión de que tengo el sentido del gusto algo mutilado, o mi paladar se ha tornado bastante exigente.

160) Ya solo leo con la intención de estar menos solo; o tal vez de estarlo de manera menos miserable.

161) Supongo que a todo creyente en Dios en algún momento le pasará por la mente que Éste debe ser invulnerable a las ofensas, por lo que no debe ser rencoroso. Pero también es inevitable que todo creyente quiera que Dios se le parezca, porque es la forma de sentirlo cercano, de engañarse respecto de la realidad de su insalvable distancia.

162) Hay situaciones en las cuales más triste que perder es no apostar. Todo artista verdadero sabe que sus ganancias sólo pueden venir de sus pérdidas. Por eso hace gustoso su apuesta a la derrota, la que es sin duda su ganancia redentora.

163) Mientras espero el tiempo propicio para el advenimiento del canto o la historia en estado de gracia, me he ido entreteniendo en estos fragmentos, a veces irreverentes, blasfematorios, pero siempre en procura de exorcizar la maldición de mi esterilidad creativa, con el consuelo de que tal vez estos apuntes sirvan de punto de partida a mis futuros textos literarios. De no ser así, probablemente todo esto resultará otra forma miserable de perder mi tiempo.

164) No hay que lamentar lo que es inevitable e incorregible: no hay que lamentar que las miserias y las flaquezas humanas sean un gran negocio. Y no hay que lamentarlo precisamente por eso, porque son inevitables e incorregibles.

165) Vivo entre varias cosas, pero esencialmente vivo entre palabras. A veces siento que las palabras me salvan, a veces que me condenan y traicionan, pero creo que no sabría vivir sin ellas. Soy un animal de palabras, una bestia que pasta entre letras como un alimento vital.

166) Hay muchas maneras de morir miserablemente. Una de ellas– quizás de las más eficaces– es poner demasiado empeño en el cuidado de la vida y la salud.

167) No hay dudas de que la muerte definitiva de Dios serían una gran derrota para los ateos. Estos necesitan tanto a Dios como los creyentes. Claro que en el caso de éstos se trata de una “realidad” deseada; mientras que en el caso de aquellos, de una “idea” a refutar.

168) Porque la belleza también ha de tener sus manchas horrorosas, sus cosas que la afean y malogran. Porque la rosa también ha de devenir a condición de cadáver.

169) Nadie puede perdonar setenta veces siete; a veces resulta demasiado perdonar solo una vez. La verdad es que hay cosas que no se perdonan.

170) No me canso de repetir que hablar de belleza del alma no es más que una tontería mentirosa. Hay alma generosas, nobles, delicadas, etc., pero no bellas. Sí, es cierto que hay espíritus dotados para expresar la belleza, aunque muchas veces resulta que estos mismos espíritus son portadores de almas muy retorcidas y perversas.

171) Todo ejercicio escriturar no sólo pone a prueba cuánto sabemos, sino cuánto ignoramos. Y algo más importante: cuánto podemos aprender a lo largo del proceso. Para todo escritor serio, escribir no sólo es construir un texto con las comunes herramientas del lenguaje, sino, y sobre todo, construirse a sí mismo.

Por eso es tan difícil escribir, porque muy pocos de los que nos dedicamos a esta tarea estamos dispuestos a construirnos a nosotros mismos, ya que ello implica una desconstrucción de nosotros. Y sólo los escritores de verdad están dispuestos a llevar a cabo esa tarea en procura de un resultado óptimo.

172) En medio de todo este estropicio, mi imaginación es mi aliada más fiel, mi fuente esencial de goce, aunque no pocas veces de tormento.

173) El amor puede o no redimir a quien lo recibe, pero siempre redime a quien lo ofrece. No hablo del amor carnal, que siempre está sujeto a veleidades y contingencias. Hablo de ese amor que sólo busca el bienestar del otro, sin procurar correspondencia o recompensa.

174) Muchas veces los mejores textos literarios son el resultado de una pesadilla o una “revelación”. Por lo menos en mi caso no tengo duda de que es así.

175) Puedo avanzar con precariedad y tropiezos. Puedo a veces hasta dar la impresión de que retrocedo, pero sé que siempre, mientras tenga vida y conciencia, permaneceré en el trayecto por la palabra y hacia la palabra.