A José Enrique García,
a su amorosa hospitalidad,
a la celebración de nuestros diálogos
en que la poesía es eje.
26) Quien no tenga la suficiente fortaleza para estar solo no debería aspirar a ser escritor, o por lo menos a ser un escritor digno de respeto. Se ha repetido hasta el fastidio: escribir es un acto en soledad, de forcejeo en medio del caos de pensamientos, ideas y palabras. La calidad del producto literario dependerá de cómo logremos armonizar estos asuntos.
27) Casi todas las cosas en las que tenía colocados mis mejores deseos me han ido abandonando, con mínimas excepciones, como la lectura y la escritura. Tal vez esas pérdidas, sin que yo lo entienda del todo, constituyen mis mejores ganancias; la confirmación de mi visión de pérdida, que es, que bebe ser, sin dudas, la forma de yo estar en el arte y para el arte literario.
28) A pesar de que nunca he aspirado a la santidad, a veces me da con creer que una confabulación de fuerzas misteriosas operara a mi favor para impedir que el poder y yo seamos amigos. ¿Será Dios o el Diablo protegiéndome de asco?
29) He renunciado a varias personas con el propósito de reasumir con más entrega la palabra, mi palabra. He renunciado (porque es imposible) a comunicarme con muchos. Ahora sólo busco (a ver si es posible) establecer un diálogo sincero conmigo.
30) Tal vez uno de mis mayores pecados es haber deseado que Dios funcione. Sé que muchos “creyentes” no sólo no lo entienden, sino que tampoco pueden perdonarme tal exigencia e irreverencia. Ellos están aferrados a un dios moldeado de acuerdo con sus carencias e intereses emocionales, de acuerdo con sus miedos y esperanzas. Sólo los igualmente desengañados podrán comprenderme, pero supongo que a la mayoría, que es tan política, religiosa y diplomática, no le importa.
Yo he negado el Cielo y afirmado que el Infierno sólo lo concibo en esta condición de plano terrenal. Las personas que creen en el Cielo deberían preguntarse si un dios que ha hecho un mundo desastroso acaso pudo haber hecho algún lugar perfecto. El gran poeta Isidoro Ducasse, a través de su desengañado Maldoror, afirma que no, que de seguro así como en la Tierra se registran los desastres que conocemos, de igual manera allá, en el Cielo creado por ese dios deficiente, se producen cosas parecidas o peores.
31) Para un “verdadero” cristiano, el relato bíblico acerca del profeta Daniel saliendo indemne de una cueva de leones, y sobre el profeta Jonás sobreviviendo varios días en la boca de una ballena, no se trata de fabulaciones, sino de verdades milagrosas e incontrovertirles.
32) Soy un retrógrado: aún me ocupo de Dios.
33) Qué triste que no se pueda vivir del arte como algunos viven del chisme. Qué pena que las miserias y desgracias humanas sean un negocio tan indecente y lucrativo. Es como si solo quedara espacio para el tufo politiquero y la peste religiosa, para el exhibicionismo en las redes sociales. Pienso que va quedando muy poco aire limpio para las almas sensibles, para los creadores, en el sentido más elevado del término.
34) En este mundo de maldita diplomacia muchos no se atreven a decirlo: la indiferencia es una de las formas más descarnada con que suele revestirse el odio. Hay gente que tiene agua en abundancia y sabe que a otros los consume una gran sed. Y son capaces de abrazar a los sufrientes, y decirles que lamentan que se estén muriendo de sed, pero no comparten su agua, sino que le dicen a los atribulados que están orando para que Dios vaya en tu auxilio. Les expresan descaradamente que le están pidiendo a Dios que le mande el agua que están necesitando.
Desde la óptica de mi moral, Dios es una de las salidas más miserables que puede ofrecer alguien que tenga en sus manos la posibilidad de ayudar a otros con algo vital y no lo hace. Que alguien me demuestre que esta no es otra de la forma más asqueante del odio. Y a las almas esclarecidas nos da tanta tristeza saber cuánto abundan los sujetos de esta calaña, los que, para colmo, andan por ahí dándoselas de caritativos, de santurrones, cuando no son otra cosa que cínicos impiadosos.
35) Para ser cristiano hay que convertirse al cristianismo; para ser ateo hay que convertirse al ateísmo; el ateísmo también es una forma de creencia en la que caben muy pocos y selectos privilegiados. Aunque no deja de ser también (lo admito) otra forma de religión, por lo menos tiene el encanto de ser más exclusiva. Y al contrario de lo que creen muchos, y a pesar de que la vida y la historia han probado el rotundo fracaso del dios tradicional, con el entendible incremento de sus devotos, supongo que ese mejor que sean muy pocas, muy exclusivas, la gente sin fe, entre las que me incluyo.
36) Muchos intentan mostrarnos la forma de ascender al Cielo, pero casi ninguno quiere acompañarnos cuando estamos hundidos en el Infierno. Y generalmente el Infierno mayor llega cuando permitimos que otros organicen lo que ellos entienden debe ser nuestro Cielo.
37) Hay que decirle sí a la vida, a pesar de todos los sinsabores y sinsentidos que la pueblan. El consuelo del Cielo no me apasiona, y debo encontrar algún acomodo en medio de este canibalismo del vivir al que estamos expuestos. Me interesa la vida, no la felicidad. Y me interesa sobre todo por la belleza, por la alegría, por el valor del arte y la creatividad. Lo demás sólo importa en función de estas posibilidades.
38) Es bueno tener presente que a veces los enemigos suelen actuar como grandes maestros para nosotros. En mi caso tengo mucho que agradecerle a algunos, sobre todo a los peores, a los que he designado como amigos-enemigos.
39) De todos los analfabetismos, tal vez el peor sea el espiritual. Porque, como dice Borges en el apartado 3 de su Fragmentos de un evangelio apócrifo: “Desdichado el pobre de espíritu, porque bajo la tierra será lo que ahora es en la tierra”.
40) Aprender a estar solo también es un arte, uno de los más difíciles. Y lo sé por el fastidio que me produce gente que requiere constantemente de mi atención, hipócritas que quieren le haga coro a su incapacidad de estar con ellos mismos, gentes que violentan mi aislamiento, que amenazan la paz que sólo encuentro entre los libros, que vulneran mis reservas de paciencia. He logrado apartarlo casi a todos, pero quedan uno o dos a los que no detiene ni mi odiosidad. Además, una de las ironías de que dispone la vida es que resulta casi imposible compartir con las personas a las que uno más aprecia, o con las que nos sentimos más se identificos.
El arte de mi soledad es también el de mi silencio, el de mis contemplaciones y lecturas, el de mis posibilidades creativas, incluso el de mi pensamiento de mi nada y de mi inminente y absoluta nada. Quien amenaza todo esto se convierte en mi enemigo mayor. Desde mi óptica de aspirante a solitario casi absoluto, imagino que, por más que lo oculten, debe ser muy difícil la vida para esas personas que sólo pueden ser en función de la compañía de otros, en guerra contra la soledad y el silencio, en desbandada de sí mismos.
41) Ya que no pueden respetar el fuego profético de sus palabras, las amargas verdades de mi ciencia, ¿por qué entonces no respetan la solemnidad de su silencio, su opción de solitario sin remedio y sin fe?
42) Muchos ignoran que casi siempre para encontrar la luz todo artista debe hundirse en las tinieblas.
43) Sólo escapando y al mismo tiempo quedándome, puedo permanecer. Sólo escapando y al mismo tiempo quedándome, puedo no precipitarme al vacío.
44) Bienaventurados aquellos que por lo menos tienen a quien ofrendar sus lágrimas.
45) ¡Ay, si no fuera por la música! Hasta por la del llanto, por la del ritmo del placer; hasta por esa estúpida melopea que nos afinca a la vida.
46) No hay manera de que la vida no termine burlándose de uno, no termine aplastando nuestras mejores esperanzas. Ante esa verdad, tal vez lo mejor sería apreciar y aprovechar los pocos frutos generosos que nos obsequia el presente, para los que estamos generalmente sordos y ciegos, debido a nuestra ignorancia, a nuestros miedos, a nuestras cobardías.
47) Hace algunos años escribí que el milagro es que aún se crea en el milagro. Confieso que he vuelto a creer en los milagros y hasta en los misterios, lo que no puedo es asociarlo con la divinidad etiquetada.
48) Tal vez en términos económicos lo que más le convenga a un escritor es desenvolverse en una pobreza decente o en ociosidad en medio de la abundancia.
49) Sí, es verdad: la paciencia es una de nuestras mejores aliadas, pero a veces, ante tantos abusos e injusticias, deseamos que no lo sea, aunque uno también deje de ser.
50) El hecho de que nos moleste que nos mientan no significa que estemos dispuestos a perdonar a todo aquel que nos hiera con sus “verdades”.