“¿Hueles eso? ¿Lo hueles, hijo? Es el napalm. Me gusta el olor del napalm en las mañanas. Una vez bombardeamos una colina sin parar durante 12 horas y cuando acabamos subí a ella. No encontré nada, ningún apestoso cadáver. Pero aquel olor …ya sabes, ese olor a gasolina olía como… victoria” (Coronel Bill Kilgore/Robert Duvall/Apocalypse Now
Levels
De nuevo la barbarie y el sin sentido . Bueno, siempre ha sido así. Ya no vale la pena el asombro. Antes fue Vietnam, y antes dos guerras mundiales, y mucho después la Yokimpur y dos años antes la puntería de Chapman destrozando la nuca de Lennon por ir de pacifista por la vida. Más guerras. Y seguir enumerándolas es una pérdida de tiempo.
Miles de muertos y heridos a lo largo de los tiempos. Los que no hemos vivido grandes conflictos bélicos todavía permanecemos en una particular edad de la inocencia. Otros pueblos están marcados para siempre. Palestina, por ejemplo.
Hace una semana , el morbo mediático nos invita a conmovernos por el encuentro de los cadáveres recién sudados, felices y sorprendidos a mitad de su fiesta Rave masacrados por las huestes de Hamas. Fascinados por la cúpula de hierra que tritura misiles enemigos en el aire.
Tik Tok nos muestra la pasarela de las soldados israelíes maquilladas para asesinar y sonrientes antes del iniciar el exterminio. La ofensiva terrestre, el arrase contra todo lo que se mueva en Gaza.
Mientras, la real Palestina siempre abajo, encerrada dentro de tres gramos de arena y cogiendo golpes del hijo de puta y abusador del recreo,
La Palestina de los niños que ahora mismo no tienen agua ni comida y que de seguro en las próximas horas morirán. No hay de otra, ese es su destino.
Pero nada , aquí estamos de este lado del mundo. Nada nos duele. Las redes sociales chorrean sangre, mentiras y nos divide en “buenos” y “malos”.
La guerra también es un algoritmo. Un chorrito de cosas y gentes con sello de ida, inútiles. La Humanidad apostando a la muerte , normal, como siempre , por los siglos de los siglos amén . Mañana nadie se acordará de este estúpido y macabro videojuego de varios levels. El level 1 es el más difícil, el más cabrón de todos. Nos acostumbra a la indolencia y el olvido.
Duplas
Miguel D. Mena y Rita Montes de Oca es una de las duplas de mi banda sonora-generacional. (Son varias las duplas en este rolling Stone. Como los juegos de ollas y los extintos castillos de arena Todos multicromáticos.
Casi no nos vemos y es lo mejor, no hace falta tanta melcocha que al final empalaga y aburre. Cada encuentro es una ronda de bufeos y risas por cualquier cosa. Diferentes a esta liquidez , a este nuevo caos cíclico, a esta nueva ronda de la nada.
La otra noche bebimos limonadas en casa de Carlos Castro. Sin paraísos artificiales ni etílicos impertinentes , solo nos sostuvo la amistad y las frágiles redes de la soledad.