¿Cuál es la característica común a las personas que más éxito financiero e impacto mundial han logrado en los últimos 50 años? Aunque operen en campos tan disímiles como las inversiones, la tecnología, la aeronáutica o los talkshows, esas personas, todas multimillonarias y algunas de ellas de las diez más ricas del mundo, entre ellas el más rico del mundo, tienen algo en común: su pasión lectora. Son asiduos lectores.

La lectura es, por mucho, la arquitecta del cerebro humano, porque lo modifica, lo enriquece, lo expande y desarrolla.

No es algo innato. No la traemos de fábrica.

La inventamos y, al inventarla junto a su contraparte, la escritura, cambiamos la historia humana y creamos la civilización.

Hubo leyes que prohibían a los negros esclavos ser enseñados a leer

Durante siglos, la lectura fue el privilegio de unos pocos, al grado de que estuvo prohibida para las mayorías, porque se la consideraba un peligro.

Y claro que lo era.

En la Edad Media el campesino era analfabeto. Solo el clero y la nobleza eran instruidos.

En 1830, una ley de Carolina del Norte explicaba: «En vista de que enseñar a los esclavos a leer y escribir tiende a excitar el descontento en sus mentes y produce la insurrección y la rebelión…», para prohibir expresamente que se enseñara a los negros a leer y escribir, con penas de multa o cárcel para los blancos o 39 latigazos en la espalda para los negros esclavos.

Una mente que lee es una mente que se expande y amplía su entendimiento y capacidad de razonar. Una mente que se nutre de otras mentes y se monta sobre las ideas más brillantes generadas por la humanidad.

Hay gente que no quieren que tú leas. Que razones. Que pienses. Que te des cuenta. Te prefieren distraído, ignorante y obtuso.

Lucran de tu ignorancia y está en ti seguir complaciéndolos, sumido en el efecto Dunning-Kruger, un DK más confortablemente instalado en tus limitaciones.

Los DK abundan.

Y creen que las personas de éxito han tenido suerte. En realidad, han leído más que tú y que yo, se han pertechado de mejores y más brillantes ideas, han enlazado más ideas de un lado y otro y encontrado maneras de articularlas. Son mentes hambrientas siempre de información y nuevos enfoques. Y adoran compartir sus fuentes.

Theodore Roosevelt, un ejemplo de lector eficiente

Theodore Roosevelt.

Varios presidentes norteamericanos destacaron por ser lectores eficientes.

De Theodore Roosevelt se cuenta que solía leer varios libros simultáneamente. Solía leerse un libro al día y podía llegar a dos o tres. Él mismo dejó testimonio de su pasión lectora: “En lo personal, los libros con los que me han beneficiado más infinitamente han sido aquellos en los que el beneficio era un subproducto del placer. Es decir, los leo porque me gustan, porque me gustaba leerlos, y el beneficio entró como parte de la diversión”, escribió.

Teddy Roosevelt solía elegir sus libros según sus particulares necesidades: “El lector, el amante de la lectura, debe encontrar sus propias necesidades, sin prestar demasiada atención a lo que los demás crean que debe necesitar. Los libros son casi tan individuales como los amigos. No sirve de nada establecer leyes generales sobre ellos. Algunos satisfacen las necesidades de una persona y otros las de otra.

Y sobre el valor de las obras de ficción, poesía y novela, sus preferidos, expresó el por qué los elegía sobre todos los demás libros: “Todos necesitamos conocer y comprender la naturaleza humana, y las necesidades del alma se encuentran, como en ningún otro lugar, en las mentes de los grandes escritores imaginativos, ya sea en forma de prosa o poesía.

Y expresamente dejó escrito: “Soy parte de todo lo que he leído”.

De Kennedy a Bush y Obama

John F. Kennedy.

John F. Kennedy y su hermano Robert se entrenaron en lectura rápida a comienzos de 1954 en Baltimore, en la Universidad John Hopkins con el profesor Elton Y. Mears. John y Robert conducían una hora para ir a entrenarse.

Al llegar a la presidencia, Kennedy contrató a entrenadores en lectura súper rápida para que impartieran un taller de lectura acelerada a todos los miembros de su gabinete, convencido de la utilidad que tenía para ellos el convertirse en lectores eficientes para manejar la ingente cantidad de documentos, informes, reportes, etc., con que tendrían que lidiar.

Antes del desayuno, ya se había leído cinco periódicos. Su velocidad de lectura podía alcanzar de 1,200 a 2,000 palabras por minuto.

Jimmy Carter y su hija Amy entrenándose en lectura rápida en la Casa Blanca.

Jimmy Carter fue otro lector apasionado que estando en la Casa Blanca se entrenó junto a su hija en lectura rápida. De Carter se conoce que solía alcanzar una rapidez de lectura de hasta 2,000 palabras por minuto.

Bill Clinton es otro fanático de la lectura. Según él mismo confiesa, suele leer en todas partes: "en mi escritorio, en la cama y en los aviones. Incluso en el coche cuando no estoy cansado". Disfruta las novelas de misterios y declaró que su héroe literario era Gabriel García Márquez.

Bill Clinton.

Aunque muchos lo subestimen, George W. Bush, quien estudió en Yale y Harvard, hacía competiciones anuales de lectura con su asesor Karl Rove, y solía mandar notas de agradecimiento a los autores de los libros que le habían gustado. En sus últimos dos años de gobierno leyó 186 libros, la mayoría biografías y libros de historia.

Barak Obama.

Barak Obama, otro lector entusiasta, suele incluso publicar listas de libros que recomienda dos veces al año. Suele escribir: “Aquí están los libros que he disfrutado leyendo. Si está buscando un libro nuevo durante las vacaciones, pruebe uno de ellos. Y si puede, compre en una librería independiente o consúltelos en su biblioteca local.

De Mark Zuckerberg a Elon Musk: más lectores sobresalientes

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Mark Zuckerberg y Priscilla Chan.

Agatha Christie solía leer unos 200 libros al año.

Mark Zuckerberg suele leerse un libro cada dos semanas. Mantiene en Facebook un club de lectura con más de 630,000 seguidores a la fecha, que nombró “A Year of Books”. Zuckerberg suele citar La Eneida de Virgilio, una muestra de la amplitud de su acervo cultural.

Bill Gates.

Bill Gates suele también recomendar libros. Es un lector asiduo, hábito que adquirió desde niño. Suele leer 150 páginas en una hora y al año supera los 50 libros leídos, más de 4 libros por mes, casi uno a la semana. Según él mismo afirma: “En mis vacaciones leo unas tres horas al día o algo por ahí; por lo tanto, leo muchos libros. Por eso, solo tomo notas de un 20% de los libros que leo. Me lleva el doble de tiempo terminarlos cuando lo hago, pero entonces retengo sus lecciones o detalles”.

El leer conscientemente es una de sus principales recomendaciones: “Cuando lees tienes que tener cuidado: debes estar atento y concentrado. Sobre todo, si es un libro de no-ficción. ¿Estás constantemente adquiriendo conocimiento nuevo o al menos vinculando lo que lees a algo que ya sabes?”.

Bill Gates, uno de los revolucionarios de la Tercera Revolución Industrial, dijo sobre la lectura: "Leer es mi forma favorita de complacer mi curiosidad. Aunque tengo la suerte de encontrarme con mucha gente interesante y visitar lugares fascinantes a través de mi trabajo, sigo pensando que los libros son la mejor manera de explorar nuevos temas que te interesan".

Igualmente, recomienda anotar en los márgenes, porque le ayuda a pensar en lo que el texto le compartía, incluso cuando no coincidía con el punto de vista del autor, señalando el por qué no estaba conforme.

Richard Branson, el CEO fundador de Virgin Group, tiene su propio club de lectura. Y disfruta compartir su pasión lectora: "Siempre me ha gustado leer. Es una forma estupenda de abrir la mente, despertar la imaginación y aterrizar en un nuevo lugar a la vuelta de una página", suele decir.

Uno de sus libros favoritos para recomendar es la novela distópica 1984 de su compatriota George Orwell: "En el mundo actual, en el que la ciencia está sometida a escrutinio, la vigilancia va en aumento, las tácticas del miedo dominan la política y los 'hechos alternativos' ahogan la verdad, 1984 explica la relación inquebrantable entre la verdad y la libertad. Mientras navegamos por la era de la posverdad, 1984 nos recuerda por qué es importante defender la verdad por encima de todo".

Oprah Winfrey también tuvo su propio club de lectura:  "Tiene sentido que ahora tenga un club de lectura, porque he estado recomendando libros desde probablemente esa obra"

Otro lector voraz es el genio de Omaha, Warren Buffett. Diariamente, Buffett suele leerse entre 600 y 1,000 páginas, a lo que dedica de 6 a 6 horas diarias.

Cuando a Buffett le preguntaron cómo hacerse más inteligente, respondió: "Simplemente me siento en mi oficina y leo todo el día".

Expresa que pasa el 80% de su jornada laboral cada día leyendo y pensando. Y para ser más explícito, recomienda: ’Lea 500 páginas como esta todas las semanas. Así es como se acumula el conocimiento, como el interés compuesto".

Jeff Bezos, el fundador y CEO de Amazon es otro apasionado por la lectura. De hecho, cuando inició su tienda virtual, la inició con libros. Y suele recomendar sus lecturas favoritas.

Mark Cuban ha dicho que las personas de cerca de 30 años deben leer a diario y que quienes no lo hagan están limitándose a sí mismos y a sus carreras profesionales. Cuban explica: "Alguien con 40 o más, o incluso con 30 o más, si no está leyendo, está fastidiado… pues no está expandiendo su mente. Yo le digo a mis hijos: 'Quien no lee vive una vida, pero quien lo hace vive un número ilimitado de vidas'". Cuban declara que lee entre 4 y 5 horas diarias.

Elon Musk.

Elon Musk, según su hermano, solía leer dos libros por día en su adolescencia. “Los libros me educaron. Primero los libros y después mis padres”, llegó a afirmar.  Fue un lector de enciclopedias, leyó toda la Enciclopedia Británica, y de la narrativa de ciencia ficción de Isaac Asimov, leía más de diez horas al día, de donde derivó muchas de las ideas, como la de que hay que viajar a otros planetas, que luego buscó convertir en realidad. Recomendó en Lex Fridman Postcast: "Trate de ingerir la mayor cantidad de información que pueda, y trate también de desarrollar un buen conocimiento general para que al menos tenga una idea aproximada de la tierra del panorama del conocimiento".

Los libros han sido quemados y prohibidos para que no podamos leerlos

Muchos han buscado controlar el derecho de otros a leer y ponerse en contacto con puntos de vista objetados por una parte de la sociedad o por el poder.

La destrucción de libros y bibliotecas tiene una larga historia. En la antigüedad, en China se quemaron libros y se enterraron vivos a los intelectuales que desobedecían. Dioclesiano mandó a destruir “los libros de alquimia” en Alejandría. Constantino I mandó quemar todos los libros de Arrio y sus partidarios bajo pena de muerte para quien no cumpliera su mandato.

Girolamo Savanarola en Florencia mandó quemar libros y obras artísticas consideradas por él y sus acólitos como “inmorales” en la llamada “hoguera de las vanidades”.

Durante Tercer Reich los nazis quemaron libros considerados “no alemanes”. También sucedió en España, durante la guerra civil.

En Argentina, en 1943 también se quemaron los libros de las editoriales consideradas “comunistas”. Lo mismo sucedió durante el golpe de 1976, en que se quemaron obras de autores como Proust, García Márquez, Cortázar, Neruda, Vargas Llosa, Saint-Exupéry, Galeano, etc.

En el 2015 el grupo que se autodenomina Estado Islámico también hizo sus hogueras de libros.

Hoy en Estados Unidos se ha propagado el hábito de prohibir libros y autores y expurgar bibliotecas públicas.

Muchos quieren determinar qué los demás deben leer y conocer.

Lectores relevantes en República Dominicana

Los escritores y políticos Joaquín Balaguer y Juan Bosch.

Un estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale en el 2016 mostró que las personas que leen 30 minutos al día y tienen más de 50 años de edad viven una media de dos años más, que sus contrapartes no lectoras.

Una de las figuras públicas de mayor relevancia como lector lo fue el presidente Joaquín Balaguer.

En su adolescencia y juventud llegó a leerse todos los libros de la biblioteca de la Alianza Cibaeña, en Santiago.

Y cuando estuvo como diplomático en Colombia, era un asiduo visitante a la Biblioteca Nacional de Bogotá.

La Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña, el Teatro Nacional, la Plaza de la Cultura y el Teatro del Cibao, en Santiago, son parte de las obras legadas por su gestión en provecho de la cultura dominicana.

Otros presidentes reconocidos por su pasión lectora fueron los expresidentes profesor Juan Bosch y los abogados Salvador Jorge Blanco y Leonel Fernández.

También merece destacarse como un lector sobresaliente al líder político José Francisco Peña Gómez, cuya cultura le hizo brillar y cultivar el aprecio de líderes políticos en todo el mundo.

Por igual, empresarios como Manuel García Arévalo, historiadores como Roberto Cassá, Frank Moya Pons y Juan Daniel Balcácer, escritores como Marcio Veloz Maggiolo, Bruno Rosario Candelier, Efraím Castillo y Manuel Núñez Asencio destacan como lectores voraces y valiosos.

Aquiles Julián. Presidente del Centro PEN RD Internacional