Una de las prácticas más recurrente y lacerante de las élites metropolitanas del poder, lo constituye la grandilocuencia de sus discursos proyectados sobre la totalidad de la nación, cuando en realidad se trata, la más de las veces, de una narrativa en torno a las grandes metrópolis y, en consecuencia, excluyente de las marginadas “periferias” del país.
En ese sentido, el sociólogo Carlos Andújar Persinal, Director General de Museos del Ministerio de Cultura, en su artículo “Una iniciativa grandiosa para la cultura” (acento.com.do, 6-6-22), alude y loa las declaraciones del presidente de la República, Lic. Luis Rodolfo Abinader Corona, respecto a los inicios de los trabajos del Museo y Centro Cultural de Horacio Vásquez y del cigarro en el municipio de Tamboril, y del Museo de Arte de Santiago. Además, del interés del mandatario en la instalación del Museo de Historia y tradiciones de Santiago.
De acuerdo al mencionado académico y Ex Director del Museo del Hombre Dominicano, los artistas y gente de cultura santiagueros recibieron con satisfacción y regocijo los “anuncios promisorios” del jefe de la Administración Pública, los cuales “sellan aún más el compromiso del presidente con este sector de la vida nacional”. No hay dudas de que los pronunciamientos del primer mandatario de la República y la apología del señor Andújar Persinal podrían ser objetos de encomio. No obstante, la extrapolación de ambas narrativas sobre todo el territorio de “la vida nacional” configura, ostensiblemente, una apreciación altamente exagerada.
En ese tenor, el también profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) destacó, igualmente, la colaboración excepcional de Banreservas, como parte de su “misión social”, en los susodichos proyectos del gobierno. Apoyo que, al decir del catedrático universitario, “contribuye a enaltecer el orgullo de pertenencia” de los dominicanos en “la vida nacional”. Obviamente, tanto el Director General de Museos como el presidente de la República pueden abiertamente proclamar el posible impacto social, económico y cultural de los pretendidos museos sobre la ciudad o provincia de Santiago. Ahora bien, si tal propósito llegara a materializarse en esta “hidalga” metrópolis de los 30 Caballeros, ¿por qué habría que pretender extrapolar este prodigio a toda la geografía de “la vida nacional”?
Bien visto el punto, ¿cuál sería el “sentido de pertenencia” con relación a la cultura que, según Andújar Persinal, dentro de “la vida nacional”, enaltece Banreservas en el municipio de Piedra Blanca, la puerta del Cibao? El pueblo de Guayubín, cuna de la Restauración, tiene 20 años luchando para que el gobierno le construya la casa de la cultura. Importante: nuestro Estado concibe, prejuiciado, la noción de cultura enquistada, fundamentalmente, en las grandes ciudades (civitas), y, por lo tanto, en repudio cabal de los avecindados periféricos. Oposición binaria que implica, en sí misma, el desconocimiento y subordinación del Otro a un Estado geográficamente ideológico, centro del poder hegemónico y promotor del pensamiento único.
Como profesional de la sociología y asesor cultural del afamado Centro León, el profesor Andújar Persinal debe comprender que la extensa tradición de la metáfora cultural civilización versus barbarie todavía permanece, incólume, íntimamente vinculada a los intereses socio-económicos, políticos e ideológicos de las élites urbanas, cuyo vasto control de las “periferias”, el Otro, descansa, en parte, sobre la base de la centralización del Estado, donde la capital de la República, de hecho, el Palacio Nacional, regentea las provincias y los municipios cabeceras regentean las demás municipalidades.
¡El país!, !el país!, pregonamos, pero al margen, contradictoriamente, de las comunidades del país. Así, definitivamente sucede, y sucede todo el tiempo cuando extrapolamos, intencionalmente o no, las ficciones “diversificadoras y democráticas” alrededor de los espacios marginados, donde hasta la nada languidece, seca.