A pesar del malestar causado por la promoción de la candidatura de Vásquez, para seguir al frente de la presidencia, sectores intelectuales y de prensa iniciaron una campaña de oposición y otros a favor, que convirtieron en un problema nacional, lo que hasta ese momento era un problema de liderazgo, como en todo partido caudillista. El 12 de noviembre de 1928, 24 diputados firmaron un manifiesto de apoyo a la reelección de Vásquez, todo en medio de la peor crisis económica de su mandato de cuatro años.
El 22 de octubre de 1929, Vásquez, el día de su cumpleaños, anuncia que aceptaba su postulación para un nuevo mandato que debió terminar año antes, en 1928, es decir, que ya era ilegitimo, aunque el Congreso lo legalizó con su prolongación como órgano legislativo en el 1926, que también permitió la reelección presidencial y la extensión del período de los legisladores.
Hubo, pues, en enero 1928 al 1930, una extensión del período legal, pero con fuertes debilidades de legitimidad que animó un caldo de cultivo, para violentar la constitución y acciones desmedidas desde el poder, para que, llegada las elecciones de 1930, el grupo del Partido Nacional de Vásquez se quedara con el poder, en caso de muerte del enfermo caudillo. Todo muy bien pensado.
El anuncio trajo respuesta desde la oposición que se enlazan en un acuerdo político entre el caudillo, Federico Velázquez y Rafael Estrella Ureña. A estos hechos de reagrupamiento de las fuerzas políticas en contra del continuismo de los seguidores de Vásquez, se sumó una soterrada lucha entre un sector del Partido Nacional, con Trujillo, lo cual debilitaba aún más al régimen atrapado entre la continuidad, la crisis social, económica y la salud de su jefe.
Como parte de sus métodos de represión, Trujillo saca criminales condenados y los organiza en bandas protegidas por el ejército para que atacasen a sus adversarios
El quebranto ya tenía varios años afectándolo y lo sabían sus seguidores cercanos, pero era parte de la estrategia, obligarlo a asumir la candidatura, para ellos prolongarse a través de su liderazgo, algo parecido de nuestra historia contemporánea, con los tres más grandes líderes nacionales de la historia reciente dominicana. Este hecho particular hace que Trujillo asumiera más protagonismo en la lucha interna del país y ya el escenario se tornaba más brumoso.
Aparentemente estas iniciativas del jefe del ejército estaban siendo consultadas con los norteamericanos quienes se reunieron un par de veces con Trujillo finalizando el 1929, en diciembre. Negada toda conspiración de Trujillo contra Vásquez, el caudillo no aceptaba pensar que podía ser traicionado a quien ascendió de mando, favoreció con canonjías e impunidad en actos dolosos y de quien le había jurado lealtad.
El conflicto entre Trujillo y el recién nombrado secretario de Defensa del gobierno de Horacio Vásquez, en febrero de 1930, José del Carmen Ramírez -Carmito-, exacerbó los ánimos de Trujillo que, opuesto a toda competencia con su mando castrense, lo rechazó y hubo de producirse rápidamente la renuncia del caudillo militar del sur, 11 días después de su designación.
Finalmente, postrado en cama, Horacio Vásquez acepta a Rafael Estrella Ureña, como secretario de Estado del Interior y prácticamente renuncia al poder y se traslada luego a Puerto Rico con su familia. Estrella Ureña asume el gobierno interino. Sin embargo, ya para marzo, Trujillo comenzó a mostrar interés por la presidencia, hecho que lo distanciaba lentamente de Rafael Estrella Ureña, potencial candidato triunfante del próximo certamen electoral.
Movimientos conspirativos en la Línea Noroeste encabezados por el caudillo indiscutible de la región Desiderio Arias, huelgas, conflictos de todo tipo, incluyendo una protesta de los gobiernos de Estados Unidos, Inglaterra Y Holanda, mantenían en vilo la estabilidad política. Dada las precarias condiciones de participación de la oposición en el proceso electoral, anuncian su retiro el 13 de febrero, dejándole camino libre al partido Nacional de Vásquez y de otro lado, el candidato de simpatía que lo era Rafael Estrella Ureña, o la estratagema del jefe del ejército, general Trujillo que ya tenía montado su simulacro de golpe de estado de Santiago (conocido como el Movimiento Cívico del 23 de febrero), para armar su guion y quedarse en el poder contando la historia a su manera, y engatusando a toda la clase política nacional.
Este proceso sacrificó la figura honrosa de Rafael Estrella Ureña, creó un caos en el país con renuncias de miembros del Partido Nacional de Vásquez, previsores de lo que podía suceder bajo las condiciones en que se celebrarían estas elecciones y por tanto, se fue desgranando el andamiaje político partidario de Vásquez y de todo el sistema partidario, quedando prácticamente, solo Estrella Ureña y Trujillo, que tampoco aceptó renunciar a su condición de jefe del ejército, siendo a su vez cuasi candidato a las venideras elecciones, quien tenía además el control absoluto del ejército, una de las pocas instituciones sólidas que le quedaban al país y en medio de la desolación, se hablaba, de otra posible intervención norteamericana. Así de complejo estaba el escenario político nacional y de frágil su estabilidad política. Aún Trujillo no se asumía como candidato e inclinaba simpatías por Rafael Estrella Ureña.
La entrada de las tropas insurrectas a la ciudad capital y en contra del gobierno de Vásquez, el 25 de febrero y la inacción de Trujillo para poner el orden, era parte de su estrategia para acorralar a la clase política, y usar el poder militar para imponer sus designios, como había sucedido en los hechos en mayo de ese año, ganando esas elecciones.
En esta iniciativa personal de Trujillo, los americanos no estaban absolutamente convencidos, por el contrario, algunos oponían manifiestamente rechazo, como el del ministro americano Curtis, aunque termina asumiendo EEUU las aspiraciones de su hombre de confianza, ya para finales de marzo de ese año. Como parte de sus métodos de represión, Trujillo saca criminales condenados y los organiza en bandas protegidas por el ejército para que atacasen a sus adversarios en acto condenado por la oposición y que perfilaba lo que venía.
Problemas en la Junta Electoral, como siguen pasando hoy, manipulación del poder en su favor, genuflexiones y renuncias provocadas a unos días de las elecciones de mayo, era el panorama que se vivía, el ejército ordenaba vigilar los locales electorales y se dan los resultados absurdos, pero esperados, de que Trujillo ganaba las elecciones con 223,851 votos y Rafael Estrella Ureña alcanzaba apenas 1,883. Las autoridades que declararon nulo el proceso en base a reclamaciones hechas por interesados y afectados, fueron reprimidas por las bandas civiles organizadas para tales fines, y así se emprendió desde el poder una represión a escala generalizada.
Esta fue la lección funesta que nos dejara la extensión del período del grupo de beneficiario que rodeaba al caudillo Horacio Vásquez y que solo aspiraba a quedarse en el poder, primeramente, prolongado los Senadores a su beneficio el período, y luego modificando la Constitución de 1924, para introducir la reelección presidencial. Estos vientos trajeron estas tormentas. Asimismo, cuando en nuestro país se ha modificado la constitución para eliminar la alternabilidad del poder, principio básico de la vida democrática de un país, las consecuencias han sido funestas; por eso debemos aprender las lecciones que nos da la historia, para no repetir sus trágicos resultados.