Yunelquis Féliz. Talleres de pintura de Azua.

La educación como sistema de respuestas a necesidades humanas de interpretación de la realidad para actuar en consecuencia, encuentra en el espacio postmoderno una oportunidad para una relectura del ejercicio del poder y la comprensión de la verdad. Se debe tomar en cuenta como dice Jacques Vattimo que la verdad objetiva pertenece a quien ostenta el poder, fundamentalmente.1  El relato político de la educación en ese contexto centra su atención en la democracia, pluralidad, derechos humanos, tecnología y emancipación. El mismo Vattimo dice que la verdad objetiva es siempre una función del poder que pretende que no es interpretación, sino que es pura verdad.2 En ese sentido se insta al replanteamiento de las prácticas educativas, considerarlas como un hecho político; es decir, como el lugar público donde se encuentran las diversas formas de comprender la realidad y respetar la pluralidad.3  

Dado que persisten prácticas tradicionales de la educación modernista y se han creado otras realidades, donde entró en crisis la autoridad central y la verdad se reduce como fuente de poder, la verdad intersubjetiva adquiere mayor valor con la tendencia de volverla objetiva. En ese fenómeno la comunicación digital juega un papel muy importante. Ya lo mítico se incorpora al hecho objetivo, visto desde el prisma de la interpretación plural. En este tiempo el hecho objetivo está unido a un complejo de ficciones que ponen en tela de juicio dogmas filosóficos. La posverdad se instala en las redes de reproducción masiva para la obtención, sostenimiento o ampliación del poder.

En la agenda postmoderna la educación hace énfasis en el respeto a los derechos humanos como entidad que ha sido el resultado de una prolongación del discurso humanista en el siglo XX y lo que va del XXI, aunque trata de justificarse aún más cuando introduce la idea de un respeto a la ecología humana en el planeta. El ideal del progreso humano sigue vigente desde diferentes concepciones, siendo el relato del liberalismo y sus adendas los que más han calado en la subjetividad colectiva.

Ante la pluralidad como elemento democrático en la educación, el ejercicio de la razón instrumental requiere de consenso y tolerancia. También, de una revalidación de la calidad de los métodos. Otro aspecto es la estandarización de los programas de estudios, lo que presenta un ideal para el uso del poder a través del adoctrinamiento de la religión llamada liberalismo como lo cataloga (Harari, 2016).

Aquí no analizaremos el poder en el contexto educativo planteado en la Escuela Tradicional y en la Escuela Nueva ni los  postulados de Michael Foucault o Alberto Merani, cuando el centro de la autoridad de la enseñanza es el docente o el estudiante, sino lo que interesa es quién, desde afuera, sustenta esa autoridad. Por ejemplo, en el caso de Merari, este afirma  que las relaciones de poder aparecen implícitas en la enseñanza, porque en última instancia pertenecen a la sociedad, son un elemento de las estructuras, una parte sustancial de su organización.4

Ahí está la explicación, la sociedad con sus estructuras y sus sistemas de disciplinas, normas o sojuzgamientos, impulsa a través de sus jerarquías, su agenda de relación de poder dando lugar al surgimiento de resistencia. Michael Foucault, quien en un análisis del poder en la Edad Media, sostenía que “toda acción de poder genera resistencia”, ante esa resistencia el poder educaba, sometía a los hombres a la autoridad de acuerdo a las normas establecidas por la autoridad que ejercía el poder.5 

En el contexto actual ya el docente ha perdido la autoridad y hasta se siente cómodo porque ha descargado las tensiones que consigo trae el acto pedagógico como algunos expresan. Eso se refleja en muchos contextos educativos. Dado el cambio de modelo los estudiantes asumen zonas de poder creando micropolíticas de relación y acción, muchas veces sin ser aprovechadas por los docentes en el proceso educativo.

Ante el fracaso escolar se buscan culpables, uno culpa al otro como si fuera una acción recursiva. Recae: Primero, en el Estado que no garantiza las condiciones para la educación; segundo, en el docente que no enseña; tercero, en el estudiante que no quiere estudiar; cuarto, los padres que se han desentendido de sus hijos, y quinto, la comunidad que no está interesada ni apoya los procesos educativos donde se forman los estudiantes. Nadie quiere asumir responsabilidades. Michael Foucault en este caso manifiesta que la única autoridad debe ser el proceso mismo desde la diversidad, sin establecer una única forma de pensar.

Gilbert Matos. Talleres de pintura de Azua.

En medio de ese desenfoque, más la crisis del sujeto desde su visión posmoderna y creadora de otra episteme que defina el contexto, las ideas educativas en tanto a verdad y poder, ameritan otros tipos de abordaje. Ya el sujeto visto desde las ciencias humanas ha de ser reinterpretado como ente actuante en la realidad. No es lo mismo la realidad vista desde un argumento renacentista, clásico, moderno a otro posmoderno. Lo que pasa es que la educación del presente tiene y debe crear su propia episteme, así como cambió cuando el pensamiento ordenó y estableció jerarquías de las cosas, a manera como explicara el mismo Foucault.

Las conclusiones sobre los conceptos de verdad y poder desde la educación podrían ser menos relevantes que su abordaje, su comportamiento, visto como explicación filosófica, puesto que el interés de la filosofía, aunque piensa en la finitud, nunca será establecer juicios fácticos, sino más bien, incrustarse en la naturaleza de las cosa con sentido reflexivo, más que descriptivo.

Ahora hay que reflexionar sobre las relaciones de poder que establecen los sujetos actuantes en el proceso educativo. Si se borra el sujeto como una huella en la playa, arrasada por la ola del mar, el paso siguiente sería buscar las explicaciones fuera del sujeto mismo, ¿Cuál podría ser ese sujeto? No caben dudas que sería el sujeto virtual o cibernético el cual asumiría funciones de poder. Así se crearía otra episteme para explicar el fenómeno educativo.

El autor es escritor

Domingo 3 de julio 2022

Virgilio López Azuán en Acento.com.do