La historia, como relación de hechos que acontecen, dentro de un espacio y tiempo determinados, ha representado siempre el acontecer cotidiano de los sujetos. Su dinámica de existencia y lo que puede dar testimonio de lo vivido o de lo dejado de vivir.

Si nos apoyamos en la historia de nuestro país, son tantas las narraciones por hacer que, varios tomos quedarían cortos, al momento de narrarla o al momento de contarla.

En nuestro caso, resulta ser más verídica y probatoria, la historia contada desde el discurso narrativo del creador, que aquella historia amañada y distorsionada que nos cuentan los historiadores que distorsionan nuestros hechos.

La obra consta de cincuenta (50) capítulos y está dedicada a la patria. Esa dedicatoria no es al azar, ya que el sujeto-autor, se apoya en algunos hechos patrióticos que dieron origen a nuestra patria, como nación dominicana.

Este libro fue editado, corregido y diseñado por Río de Oro Editores, (riodeoroeditores@gmail.com).
Edición-Corrección de Rafael J.Rodríguez Pérez (duhartes83@gmail.com), con diseño de Carlos H. Bruzón. Impreso en Editora Búho, S.R.L., República Dominicana. 272 págs.

A pesar de su narrar, desde un tono experimental y barroco, en la obra se percibe en tratamiento novedoso, en todo el proceso en que son presentados los hechos que aquí discurren y se concatenan, a partir de una ritmicidad discursiva inusual, en la novelística nacional, por la armonía expresiva que fluye en el uso de la palabra, al contarnos o al narrarnos en cada episodio, lo que allí ocurre.

La tía Ágata es el personaje central que sirve de eje modélico, para conllevar al lector a ser parte de lo narrado y vivido en esta extraña novela.

Lo de extraña aquí no es desde una mirada de rechazo, negativa o no entendible, sino, todo lo contrario, es una extraña novela, porque en ella, tanto el sujeto-autor, como el narrador-testigo, nos cuentan jugando con el decir, manifestando fluidez expresiva o fónica, en lo que nos cuentan, haciendo de su decir nuestro marco de suspenso, al leer la obra.

Lo puedo confesar, no es una obra para lectores-dormidos o zombis, no, porque en el narrar hay una manera distinta de contar los hechos, como quien fija su interés el como decir o expresar el marco de acciones de su entramado narrativo.

La entrada de esta novela es preparada como una sorpresa al lector, ubicándolo o ambientándo desde el inicio, para prefijar el contexto histórico y geográfico de su entramado narrativo:

"Balbuceos de patria", "Santo Domingo efervescía. Albores de la Era. (A la Era de Trujill, referíame)
Tanto, y exacto aquel 10 de julio de 1930, la tía Ágata-en paz-descansaba, ya.
….

("Aquí yace una Santa", rezó su lápida-escuetísimo-, en aquella -ora clausurada-necrópolis antigua de la avenida Independencia).

Llanteé (obvio).

(…Extensa vida, para el promedio epocal…tanto tormentosa, a desdecir…)

Ya, a-bizarro-legado de aquel documento-o rara , carta -cuan la tía Ágata-moribunda-entregome en su lecho de muerte, en la cual dejábame toda sus propiedades y pertenencías, a incluir…

¡Pasmoso!"
(Ver pág. 15, obra citada).

Así de refinada o rebuscada es la discursividad narrativa que aquí se expande: "Santo Domingo efervescía" (República Dominicana). "Albores de la Era". Desde esas expresiones, se pinta el panorama sombrío de la Era de Rafael Leonidas Trujillo Molina (La época de la dictadura trujillista), ambiente desde el cual, el lector, va encadenando el accionar que aquí concurrencia, mientras la figura central queda sostenida en ese personaje enigmático y misterioso de "La tía Ágata".

hay aquí una simbología que permite observar la conducta antipática, artística y perversa de unos personajes que pululan en la obra, llenando de angustia y frustración aquel panorama de muerte y engaño, vivido y ficcionado, desde las argucias de "la Tía Ágata ", como personaje central o protagónico, en esta experimental novela.

Experimental es el concepto más apropiado, en este caso, porque el sujeto-autor, hace, desde su uso de la lengua, una travesía lúdica, en cada espacio de sustentación y de descripción de cada contexto de acción en el que interactúan los personajes.

Carlos Vicioso.

Es la historia de nuestra nación, desde el 1ro. de septiembre (1882), en que el dictador Ulises Heureaux y Lebert (Lilís), ascendió al poder, hasta los inicios de Trujillo (1936), la que el sujeto-autor asume, como un válido pretexto de indagación, para ambientar y recrear los episodios dramáticos que se entrecruzan en esta novela.

Los hechos, aquí, aunque ficcionados, registran una coordenada en espiral, sobre la realidad histórica, social y política de la República Dominicana. Es esta una novela, donde nuestro país es el centro de indagación y búsqueda de su entramado temático y estético- narrativo. Veamos:

"…a aquella caterva -¡de por Dios!-o más felinos-o gatod-,de todo tipo, y colores -multiusos-o pelajes, y razas-raras-,a más edades, cual-contrito calome-, con "instrucciones extrañas y precisas-acerca -que seguí a pie juntillas…"

(Jum)

Así os cuento.
(Ver pág. 16, obra citada).

En ese contar, aparecen Eufrasia, la partera, y Eudosio, el padre de la tía Ágata, en fecha 10 de julio de 1865…, a las 6:30 a.m., la partera Eufrasia, correosa-a más primeriza-,aún lavaba sus manos,ensangrentada, cuan disponíase a…")

Es un narrar que, de entrada nos parece discordante, pero no, es que el sujeto autor, con tal de responder al ambiente y a la época colonial, conlleva a sus personajes a un decir castizo, muy alejado de la organización sintagmático y la base fónica del español nuestro de hoy.

Hasta ahí llega el sujeto-autor, al acomodar a sus personajes actuantes, desde el habla, para ajustar su obra a un contexto que se aproxime al mundo de la tangible, lo más auténtico posible, sin perder su perfil estético y ficcional.

Aquí, en esta obra, nuestros historiadores, tienen la oportunidad de reivindicar la imagen de nuestra tergiversada historia patria, porque es a partir de nuestros hechos históricos, desde la anexión a España, entre 1861/1865 que está organizada esta novela. Abarcando otros hechos universales, como el asesinato de Abraham Lincoln.

Nuestro estudiantes del bachillerato, también tienen aquí una muestra de aprender historia patria, desde el deleite de leer el panorama de angustias y valentía de nuestra gente, en su disposición de defender nuestra soberanía, en este caso, desde el novelar de estos hechos.

Al final, descubrimos que la tía Ágata, en el trasfondo, es la simbología de nuestra patria.

Para llegar a esa conclusión, hay que ir dando un abordaje encadenado del narrar que se aborda aquí, desde inicio, hasta llevarnos a la conclusión de que, al leer esta novela, nos estamos leyendo nosotros mismos, hoy como nación, partiendo de un ayer, que nos sirve de huella indeleble, hasta fijar en el mundo nuestra dominicanidad.

Yo soy ella, y tú también eres la "Tía Ágata", con sus marasmos y sus quimeras.

Leer esta novela, es la gran afrenta que nos aguarda, asumamos el reto y mirémonos, una vez más, en aquellas travesías que, al final, definen el ADN novelístico y dramático de ella.