A pesar de que la Constitución dominicana expresa el respecto a la libertad de cultos y las Derechos Humanos consignen la democratización de las creencias religiosas en el marco de las Naciones Unidas, en sociedades occidentales como la nuestra, la liturgia de la iglesia católica durante la Semana Santa se torna hegemónica incidiendo en la vida cotidiana, transformándola, en una tradición que viene desde la colonización española.
Oficialmente la Iglesia Católica conmemora la pasión de Jesucristo en un recuento de los momentos más trascendentes ocurridos desde su entrada a Jerusalén, la última cena con sus apóstoles, el viacrucis, la muerte y la resurrección, donde demostró que era Dios.
En dominicana, era una semana de profunda reflexión y excesivo recogimiento, en una tradición popular donde desde el Jueves Santo en adelante se suspendían todas diversiones cotidianas, incluyendo hasta las relaciones sexuales, matrimonios, cumpleaños, etc., cerrándose todas los centros de diversiones, donde en la radio y luego en la televisión se suspendía toda la música popular sustituyéndose por “música clásica”, que los más profanos llamaban “música de muertos”.
Es más, en muchos lugares no se trabajaba desde el Jueves Santo, no se cortaban árboles, no se martillaba, estaba prohibido bañarse en la playa, arroyos y ríos, los vehículos no tocaban bocinas y las campanas de la iglesia eran sustituidas por matracas. Incluso, no se discutía, no se peleaba y hasta se hablaba pausadamente. ¡El silencio y el recogimiento eran sagrados!
El pueblo seguía religiosamente todas las actividades litúrgicas católica y las iglesias cristianas, evangélicas, anglicanas, etc., seguían sus propias actividades. A nivel popular se desbordada la solidaridad, con un intercambió gastronómico donde no se consumía carne y desde el viernes había entre vecinos, amigos y familiares un intercambio de dulces, privilegiándose a la habichuela con dulce, para ser consumidos el Domingo de Resurrección, en un ambiente de regocijo y de catarsis familiar. Con el tiempo, estas costumbres se flexibilizaron y en la actualidad son otras, “mundanas” y “paganas”, porque cambia la sociedad.
En diversos lugares del país, a nivel popular se desarrollan desde hace años, manifestación culturales que difieren de estas tradiciones cristianas, las cuales han sido prejuiciadas, discriminadas e invisibilizadas. Se les rechaza y se les sataniza porque para algunos se realizan “aprovechando que Jesucristo está muerto”. Además, de que esto es “cosa” de negros, de haitianos”, manifestaciones “irrespetuosas, grotesca y salvajes” que profanan la santidad de estos días sagrados, cuando en realidad son manifestaciones folkloricas, expresiones de nuestra cultura popular, celebraciones dándole gracias al Creador, a la naturaleza y a la vida por la llegada de la primavera, la cual anuncia esperanzas y buenas nuevas cuando la sequía llega al límite con la presencia de una lluvia apocalíptica que produce mágicamente frutos, flores y sueños.
Para sorpresa de los detractores, la cuaresma es la legitimización de un tiempo “sagrado” que coinciden en exaltación y en formas con expresiones cristianas durante la Semana Santa. En estas, el diablo está ausente y no tiene nada que ver con estas manifestaciones.
El preámbulo de las celebraciones comienza el Miércoles de Ceniza en Miches, donde niños y jóvenes salían con el cuerpo pintado de negro (miel de abejas con carbón triturado), vestidos con falditas elaboradas con pencas de coco, conocidos como los Tiznaos. En Sombrero y en Las Carreras en Baní también aparecían algunos de estos personajes y en Cotúi, ese mismo día salían por sus calles “La Litera y su Perplejia” y el satírico personaje de “El Mediodía”, un hombre disfrazado de mujer que anunciaba llevar habichuelas con dulce y lo que llevaba como sátira en la cabeza era una batea llena de estiércol de burro. ¡”Llevo habichuelas con dulce”!
Desde hace más de cien años, los jueves antes de la Semana Santa en el sector de Los Morenos del Chaparral, en el Paraje Punta de Villa Mella, comenzando con una novena y una procesión, saliendo de la Av. Mirabal (casa Núm. 44) hasta llegar a Punta, se celebra la fiesta de La Dolorita hasta amanecer el viernes con Palos, Congo y Gagá, en honor a la Virgen de los Dolores.
En ceremonias simbólicas existenciales en júbilo por la llegada de la primavera a partir del Jueves Santo hasta el lunes después del domingo de resurrección podemos encontrar tres modalidades de Gagá en diversos lugares del país. Podemos ver el Gagá del Ingenio, en San Luis, La Ceja, Matamamón, Boca Chica, Haina etc. con su subida de la silla, bautizo de los trajes y de los instrumentos hasta los desfiles de regocijo. En Elías Piña está un Gagá teatralizado con el simbolismo de la violación de Teresita que significa el encuentro de la lluvia embarazando a la tierra para que produzca flores, frutos y esperanzas. En el camino de Cabral a Polo, podemos encontrar el Gagá de la montaña en honor de Dambaláh con el arcoíris como símbolo.
En el batey Chicharrón, entre San Pedro de Macorís y Hato Mayor, podemos asoman Platanuses, personajes con vestuario de hojas secas de Plátano, tanto niños, jóvenes como adultos, al igual que en Cotúi y Luperón. El domingo de resurrección, en Guaymate, La Romana, en la región Este del país, se produce el encuentro de todos los Gagá de la Zona como despedida.
En Elías Piña, El Llano, Cruce de Matayaya y Bánica se puede encontrar a las Máscaras del Diablo, cuando queman las máscaras y riegan sus cenizas en los sembrados como un culto a la fertilidad.
En la Mesopotamia y sus alrededores, en San Juan de la Maguana, al final de la Semana Santa, podemos encontrarnos con los personajes reciclados con elementos ecológicos como Los Tifúas y los Cocoricamos. El domingo de resurrección en la Joya y sus alrededores (Guerra) con Los Negros, personajes guardianes de la conducta de los niños y en Cabral, Barahona, con Las Cachúas, el lunes en el cementerio, con la ceremonia más impactante de la cultura popular de la Semana Santa, quemando un Judas como símbolo ritual del triunfo de la vida sobre la muerte.
Estas son las manifestaciones de la cultura popular dominicana durante la Semana Santa, invisibilizadas por la cultural oficial y los medios de comunicación, las cuales constituyen una de las expresiones más impactantes de nuestra cultura popular y nuestra identidad nacional.