Los orígenes de la tradición. Relacionada a la conmemoración, celebración y recordación de los últimos días de la vida de Jesús el Nazaret, la Semana Mayor como también se conoce, es una de las celebraciones más sonadas de la fe católica expandida en muchas partes del mundo y que tiene su origen entre el siglo IV y V de la e. C. y se le conoce también como la Pasión de Cristo que hasta el cine la tiene como título de una de sus grandes producciones. 

La celebración no tiene fecha fija y en algunas tradiciones culturales de influencia católica se inicia con el viernes de Dolores que es anterior al Domingo de Ramos, su fecha oscila entre marzo y abril relacionada con la luna llena, y el Concilio de Nicea en el 325 e. C. estableció que se hiciese un domingo, que no coincidiera con las celebraciones de los judíos y que no se repitiese en el año la misma celebración. Finalmente, y luego de algunos escarceos entre los poderes eclesiástico de la época, en el 525 e. C. quedó la Pascua de Resurrección como el primer domingo después de la primera luna llena. 

La resurrección, cierra el ciclo de muerte y crucifixión de Jesús, el domingo de resurrección, esencia de la creencia, y volvemos a nuestra vida convencional. Se suma a esta estructura narrativa de dolor y pesar, un conjunto de creencias relacionadas con el sacrificio de Jesús, la traición, el dolor, el pecado de traición de judas, la condena de los romanos, la postura de los fariseos, el calvario, la muerte y la resurrección.

El Jueves Santo cierra la Cuaresma, simbolizada en la Eucaristía relacionada a la Última Cena, el Viernes Santo es la Crucifixión, el Sábado Santo es la Vigilia Pascual y el Domingo Santo la Resurrección, constituyendo esta trilogía, los días esenciales más importantes de la tradición porque expresan el ciclo de la vida, muerte y resurrección de Cristo y base de la celebración.

Expresiones en el mundo de la tradición. Son muy diversas y expresan la manera en que cada rincón del mundo tocado por la península Ibérica se apropió de la tradición católica románica. Las formas más comunes se relacionan con el desfile del vía crucis de Jesús o procesión, llevando la cruz a cuesta, el traje que le acompañó, la corona de espina, el manto marcado por su rostro y expresando el dolor causado por nuestra salvación según la versión sagrada. En otras partes del mundo, se celebra acompañado de autoflagelaciones que son el pago de nosotros por la traición a Jesús y en reconocimiento de su sacrificio por la humanidad.

Pensar que la Semana Santa seguiría el curso de los viejos tiempos, es desconocer la dinámica que envuelve el hecho cultural que es cambiante y constante

Ejes: Carnestolendas versus cuaresma. Para nadie es un secreto que la Semana Santa es parte de la llamada cuaresma que en su momento se antepuso a la carnestolendas o fiesta de la carne. Igualmente sabemos que el mundo donde nace el catolicismo románico y apostólico: Roma y el imperio romano, que era de tradición pagana, con muchos dioses y una cosmogonía religiosa diferente a la que luego se funda en Roma, conocida como romana y apostólica. Esta tradición pagana heredada a su vez de los griegos y estos de los antiguos fenicios, y otras civilizaciones, no separa el bien del mal, ni lo secular de lo sagrado y por tanto los dioses tienen apetencias y gustos humanos convirtiéndose sus festividades sacras en bacanales.

El vino, la lujuria, la comida y las ofrendas y festividades acompañaban estas tradiciones y contra ellas luego lucha el imperio romano cuando sus líderes se convierten al cristianismo. Es ahí que comienza la lucha entre lo sagrado y lo secular y se comienza a desmontar el calendario pagano al que se le coloca en paralelo el llamado calendario gregoriano y se cambian las formas de celebración.

Debido a que la iglesia no pudo con el desenfreno, crea no solo un calendario paralelo de celebraciones, sino formas distintas de hacerlas donde lo sagrado estaba por encima de lo secular. Con el tiempo, y dado lo dificultoso que le resultaba ese ejercicio de imposición y oponibilidades, crea dos momentos: el de la carne y el del espíritu: entiéndase, la carnestolendas, tres días y cuarenta días de alimentación del espíritu que es la cuaresma. Es en este tiempo en que coincide la muerte y resurrección de Cristo.

Por eso, el carnaval precede la cuaresma y ellos no les interesa que se junten en sus celebraciones.  A ese calendario que separa la carne de lo espiritual, la tradición carnavalesca dominicana, lo quiebra, teniendo y celebrando carnavales todo el año, a lo que nuestro querido Dagoberto Tejeda, llama Carnaval Cimarrón, todo el año.

De su lado, en el imaginario popular hace más de 70 años y las celebraciones de la Semana Santa, la castidad social se imponía como recogimiento y no se podía comer determinados alimentos, oír música que no fuera la sagrada, que entonces le decíamos en el argot popular, música de muertos que no era más que los cantos gregorianos de gran significación, vocal y coral.

Tampoco debíamos hacer labores de trabajo, doméstica, bañarnos en la playa, clavar, tener actividad sexual por que nos quedábamos pegados, ir a las misas, y estar en casa era la norma de ese momento. Hoy todo ha cambiado y se hace lo contrario. De un extremo hemos pasado a otro y la Semana Santa se espera, sobre todo, para vacacional, descansar, pasear, ir a la playa y hacer todo lo que la dinámica diaria y rutinaria no nos permite, a lo que he llamado el destape de la Semana Santa.

Tradiciones relacionadas: La culinaria de Semana Santa. La Semana Santa tiene también en su culinaria, recetas, antes muy estrictas, hoy más ligera en sus exigencias. Por un lado, antes no se podía comer carne, era pescado, bacalao, berenjena, y tampoco se debía tomar ron. Hoy se come cualquier cosa en la mayoría de las familias dominicanas, no en todas, y el postre predilecto sigue siendo la habichuela con dulce, única, como el chacá, si estamos en un lugar del sur del país. El recogimiento espiritual lo siguen determinadas familias católicas, no es hoy una práctica extendida y sí podríamos hablar, de que sigue siendo la Semana Santa, un eje articulador de la familia.

Otras miradas. Los anglicanos, protestantes y evangélicos, con comedimiento, diferencias litúrgicas y acciones menos estrambótica que los católicos y algo recogidos, celebran a su manera la fecha. En el caso de los evangélicos no la celebran propiamente porque dicen que la biblia no aclara el día, hora y fecha de la muerte de Cristo y por tanto no lo celebran, y celebran el día de la Reforma, el 31 de octubre de 1517, a propósito de loas 95 tesis de Martín Lutero pregonadas ante la iglesia de Todos los Santos en Alemania, en esa fecha y que luego dio inició al fraccionamiento religioso.

El ga gá Y las fiestas de primavera y de la cosecha en las culturas africanas. La relación a mi modo de ver no existe, coincide, pero no se relacionan. Primeramente, los santos de los altares están de vacaciones y boca abajo en la mayoría de los altares del vudú dominicano. No se hacen consultas con los jefes o misterios o portadores. De su lado el ga gá tiene una estructura temporal y espacial relacionada a la Semana Santa, pero no rinde culto a los santos católicos estrictamente, ni se va a las iglesias católicas de donde proviene la tradición de la Semana Santa.

Por otro lado, no domina mucho lo sagrado, luego del Jueves Santo, que es la ceremonia de consagración donde se hacen presente las deidades y el poder mágico de las creencias de este culto, y acompañado de la compra de un muerto o espíritu protector, en el cementerio local, pues ya desde el Viernes Santo, cuando abandonan sus lugares de origen, se pierden en caminos, senderos, pueblos y ciudades, en un verdadero jolgorio, más lejos de lo sagrado y más cerca de lo secular y festivo. Relaciono esta ritualidad más bien, con las ceremonias de primavera y de la cosecha en África.

El carnaval Cimarrón. Las Cachúas de Cabral, en Barahona, el culto a los muertos y la quema del Judas. De todos los carnavales nacionales, son las cachúas las que más ritualidad guardan, no solo por salir en Semana Santa, sino que está estrechamente ligada al culto a los muertos y los antepasados a través del ritual que escenifican en el cementerio de Cabral el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección donde acuden, por un lado a rendir tributo y salutación a los cachúas desaparecidos, y el domingo a despedirse de ellos y   de la tradición con fuetes, que constituye un verdadero concierto de sonidos que llegan al alma.

Finalmente, la relación intrínseca entre cambio e identidad es parte del reto de los estudiosos de la cultura, pues si vemos el hecho cultural como algo estático, no llegaríamos nunca a entender los procesos culturales de los pueblos para sobrevivir y reproducirse, pues como dice la canción, todo cambia incluida, la cultura.

Pensar que la Semana Santa seguiría el curso de los viejos tiempos, es desconocer la dinámica que envuelve el hecho cultural que es cambiante y constante, es decir, diacrónico y sincrónico, y la identidad se monta sobre esa rueda de la historia y la cultura, y es igualmente cambiante y constante. No olvidemos que la cultura es un constructo, como la identidad también. 

En este caso, lo cambiante se muta y permite la adaptabilidad, la continuidad, por tanto, la reproducción del grupo, y lo constante, es el hilo conductor que permite cambiar sin desaparecer y eso pasa con la Semana Santa, ya que lo que no se muta, desde un enfoque organicista de la cultura, está condenado a desaparecer. Por eso, nuestra Semana Santa de hoy, es distante a la de ayer (diacronía-existencia), pero sigue siendo Semana Santa (sincronía-esencia).

 

Carlos Andújar Persinal en Acento.com.do