‘’No basta con conquistar; hay que aprender a seducir’’ ( Voltaire).

 La seducción implica el ingenio de incitar a un individuo a que haga cualquier actividad, o sea partícipe en determinada conducta.

La seducción es aproximar a un ser humano con el objetivo de lograr una conexión carnal. Seducir es dominar, cortejar, encantar y coquetear. La seducción en la ‘’Palinodia’’ de Sócrates en el diálogo de Fedro nos muestra una concepción distinta del pensamiento platónico. La función que tiene la seducción resulta sustancial.  Propicia que amante y amado por medio de su cercanía al dios (y al ‘’ser’’) aproximarse el uno al otro. En ese espacio en el que son una refracción amante como el amado pueda intuir el ser. Para que cuando fluya el amor entre los dos sus alas puedan brotar por entero y ascender después de la realidad material en la exploración del auténtico conocimiento que concede la filosofía.

Platón nos exhibe una concepción muy diferente a lo que plantea a lo largo de la ‘’República’’. La privación del cuerpo en el sujeto y sus sentimientos pudiendo así conducir su interés por completo a la sociedad intangible de las apariencias. Y de esta manera beneficiar su espíritu imperecedero, pero es contrastada su postura en la ‘’Palinodia’’ pues en esta se reconoce una apreciación innegable al ‘’eros’’ sino que afirma que es gracias a él que las armas mortales pueden ver el ‘’ser’’ o la verdad.

Martha Nussbaum, de The Fragility of Goodness dice que, en el diálogo de Fedro, Platón reconsidera su postura frente al papel que pueden jugar las emociones en la filosofía usando la palabra ‘’recantation’’.

Martha Nussbaum.

La seducción es comportamiento más que vocablos. La seducción se ha colocado en el ojo de los espacios en que impera la violencia. Seducir se ve como sometimiento. Como si un sujeto convenciera a otro de que sea lo que él quiera para sí. Con el arte de la manipulación y la extorsión, la seducción no tiene que ver con la adoración absoluta ni con el placer total.

Ni con el afecto sensiblero, ni siquiera con el razonamiento hechicero. La seducción se trata de amor en modo verdadero a individuos reales. Es inventar el entretenimiento de la lealtad y de la comprensión a través de ella. Ir creando nuevos motivos, proyectos nuevos, danzas y goces, inventivas. Se trata de recrearse, de adentrarse en la apertura, de curiosear, de empatizar, de construir instantes más ardientes, más entrañables. Es esa mixtura de contemplar. ¿Quién soy? ¡Este es mi placer de vivir (subsistir)! Mi deleite es este. Hay que apartarse de la monotonía, lo compacto, fóbico y alarmante. No debemos dar cabida a nada de esto. Darle paso al accionar (menos palabras).

La seducción es comportamiento. Hay individuos que tienen una facilidad excepcional para seducir con la palabra, no es nocivo siempre que sea verdad y no haya manipulación. La seducción que dialoga con la mirada, también puede tocar con los ojos. Ella engalana a nuestro mundo de matices intensos, de centellas fúlgidas, marcos psíquicos, entornos melódicos e ilustrativos en los cuales la humanidad puede constituir a su pensar y deseo las piezas de su existencia.

Hay en el arte de la seducción una manera de felicidad cósmica. Al hombre sólo le queda optar con recelo entre la armonía mística y la alegría sensual. En la manifestación gustosa que se va dando en la fusión de dos seres coordinados por la seducción en ese juego que inventan, pero con sinceridad, con la pura verdad en esa muestra de afectación. El mostrarse al otro es un acto de amor muy trascendente diciendo al otro: Tú eres a quien escogí y si quieres estar conmigo este soy yo y esto es hermoso. Porque al otro le da la confianza de envolverse en esta elección. ¡Yo te elijo! ¿Te interesa?

Entonces estas interrogantes danzan placenteramente. ¿Te interesa que te elija? ¿Hacemos una mezcla de mis intereses y tus intereses? Y en este discurrir de la manera de amar de un individuo a otro cada uno se nutre de si mismo. En ese hacer expreso bueno para ambos donde se labra al amor. Son personas reales con sus sombras y luces tratando de llevar esas sombras a la luz, con la conciencia expandida. Entonces los estadios de armonía, de coherencia recóndita comprueban el poder infinito de armar y desarmar el claroscuro de la seducción.

En la seducción no sólo son tácticas para atrapar y lograr que se haga lo que alguien quiera hacer con otro. No es egolatría, no es imbecilidad ni fastidio. Es diferente atraer. Seducir es un arte, es verdaderamente ingenioso. La sensualidad erótica es diferente de la misma forma que el talento gastronómico, es muy diferente de tener hambre. Es el medio del deseo que es muy distinto del instinto. El instinto es biología humana. Estamos seduciendo y nos transformamos y transformamos nuestro escenario. No nacemos seduciendo, seduciendo se aprende y es maravilloso. Siempre la seducción tiene una disposición. Es un disponer, pero con un propósito hacia el otro. ¿Y cuál será? Hay que gozar de ese deleite del vivir. Reforzando una relación de pareja estará construyendo una mejor afinidad. Es el mejor cemento para ir adhiriendo los ladrillos del amor y si se le agrega a esto seducción constante se van robusteciendo mucho mejor.

Cuando tenemos un acercamiento excitante es increíble. Hay una renovación celular, una progresión del inmunosistema, hidroxitriptamina, morfina endógena y oxitocina. De todos aquellos conductores y adrenalinas que luchan con la atención y nos aniquilan. Amar es salud sensual, emocional, corpórea, mental sexual.  Nos lleva a la cohesión, la paz. Cuando la sexualidad propia es un requisito de la pareja, si queremos un vínculo con sexo exclusivo como resultado del romance, no como condición. Hay que aplicarse para que ese lazo sea fabuloso y la sexualidad dividida sea la conciencia y no la condición.

¿La relajación juega un papel importante en el camino de la seducción? Es preciso que estemos relajados pues la excitación obedece al sistema adrenérgico, tiene una finalidad contraria o sea la altera opuestamente. Cuando se dispara la ansiedad, la excitación disminuye en el hombre o la mujer. Entonces para que la excitación dispare la energía erótica por todo el cuerpo es necesario tener un estado de relajación, pero en el ambiente de la metamorfosis emocional.

El sentido del olfato tiene una relevancia fundamental para el poder de la percepción que posee al aspirarlo todo. ¿Cómo se crea un espacio erótico? Hay que crearlo pues en nuestra vida plagada de actividades, compromisos, trabajo, familia no será fácil encontrarlo. Cuando hablamos del placer a vivir en la definición de la sexualidad, que es realizar el derecho al placer de vivir y ese placer lo podemos desarrollar a través de la expansión de los cinco sentidos y su estimulación sexual y sensual.

Este proceso tiene que estar teñido de buen humor. Esto quita rigidez y hace que todo sea maleable. La ceremonia de la seducción, como todas las ceremonias se renueva en el tiempo y en el cosmos. El poder de las mismas puede ser visceral. Pero siempre permanece una presencia necesaria como intermediaria de las relaciones afectivas entre la humanidad.

Otros sentidos contribuyen a contrastarnos, a concebir condiciones. La vista es uno de los sentidos aventajados con ella. Construimos una ruta de manifestación para el oído, el tacto y el gusto. La mirada (la vista) no es la obertura necesaria de la seducción, pues existe el imaginario, y este sentido propicia delgados vidrios a las pupilas por las cuales examinamos y estimamos probables acercamientos.

La seducción aparece y nos incita a transigir lo inadmisible, a proseguir sendas intrincadas en busca de significar la vida.

En el juego de la seducción, el sujeto se delata a si mismo para dejar de ser indisoluble y abandonarse en el otro para el otro con el otro. Dramático peligro que toman los amantes en esa búsqueda de lo increíble. El yo se encuentra con el enigma inescrutable de luces y zonas oscuras, una vez la seducción surge y nos impulsa a consentir lo improcedente.

Estimulamos los sentidos con esas cosas que nos invitan a disfrutar los instantes placenteros al escuchar el tintineo de la lluvia, al oír música clásica, romántica, caminar en el campo, brindar con un exquisito vino, tomar baños termales, de sales, disfrutar de una rica cena bajo la luz tenue de unas velas encendidas, el olor de una fragancia cítrica, sentir la suavidad de las sábanas pegadas a la piel, el olor que desprende un chocolate en las mañanas.

¿Acaso esos sentires son la seducción? Estos placeres no tienen sexualidad, pero sin embargo son sensuales y se percibe un romance en el abordaje de vivir de esta manera. La seducción supone: incógnita, temor, reto, emoción, acuerdo, imagen y lo sublime.

Jean Braudillard.

Jean Baudrillard (2001) nos dice que hay una opción al coito y a la fuerza analítica que es imprecisa porque su evidencia es carnal. Esto es el poder de la seducción. ’’La seducción encarna la posesión del mundo metafórico, en tanto que el poderío personifica sólo el dominio del cosmos verdadero’’. (Página 15)

La seducción más enérgica, más versada, lo es de manera más espontánea con una convicción luminosa porque no tiene que revelarse, está ahí rápidamente en la alteración de toda presunta profundidad de la existencia, de toda fisiología, de todo carácter, del erotismo auténtico en el que un deseo diferente puede sacar utilidad, pero no en la excelencia que no es otra que la del ingenio.

La seducción es definitivamente única y grandiosa al igual que el sexo. A ella asignamos el supremo valor, las señales conforman el misterio de cualquier seducción. Para algunos escritores seducir en hundirse, es flaquear. El seductor se adueña de la debilidad del otro para robustecerse a si mismo. Por eso Jean Baudrillard entiende la seducción como belleza de eliminación y aniquilación.

La seducción no corresponde a lo natural. Es astucia. Es ceremonial; su poder está ahí. La seducción es incendiaria siempre está descomponiendo todo equilibrio y desde la oscuridad de su abandono quiebra los preceptos de Dios. Hace un caos bajo su influjo, no consiste en la confrontación a los sexos. No es una contienda. Su terreno no está en el combate, el globo de la seducción es nebuloso. Los símbolos se desdibujan y trazan por medio a la creatividad. Si la seducción dejara de existir, algo improbable. La incultura, lo vulgar traumatizaría nuestra esencia.

Cada individuo tiene sus particulares prioridades y apetencias. No es un asunto de especie, años, raza, ni sexo. Cada sujeto es un universo en lo referente a su sensualidad. La comunicación es la mejor aliada para una vida sensual, sana y placentera. ¿Cómo sentimos la sensualidad? Se evidencia de maneras diferentes en cada ser humano, desde lo más sentimental hasta lo más corporal (pulsaciones, exudación, erecciones, abrazos, caricias y ardor) Son demasiadas las muestras de que alguien nos cautiva sensualmente. Hay que experimentar, oír y saber, reconocer estas percepciones que hacen sentirnos con deseos de estar con otra persona. Para muchos sujetos el talento y el entendimiento son elementos básicos del magnetismo erótico.

La seducción en la sensualidad es el consentimiento de las exclusivas irregularidades, y el esmero de los equívocos individuales radica en la libertad de conocer su cuerpo, respetarlo y explorarlo. Es indagar, es desarrollo psíquico y detección hilvanado a la realidad con sus particularidades y novedades. No debe mezclarse con algo ordinario sino con una declaración de amor y cercanía que todas las personas experimentan en algunas etapas de sus vidas.

Para autores como Robert Greene (El arte de la seducción, 2001) y Neil Strauss (El método, 2005) La seducción siempre tendrá ese aroma incitador que como un tormento lascivo altere a los sentidos.

Desde mi óptica, la seducción introduce su pincelada en su espíritu y dibuja una creación propia en el lienzo por el camino sinuoso de ella en su envolvente magia.