El vínculo entre palabras

¿Dónde están los abismos en el lenguaje poético? Los encontramos cuando no existe la más remota relación entre dos palabras inmediatas o próximas en el verso, la estrofa o en el párrafo. También, cuando los campos semánticos o familias de palabras, a lo largo del texto, son muy lejanos, por los vínculos establecidos entre ellos.

Imagínese una orquesta filarmónica donde se toca una pieza musical. Hay, por supuesto, varios instrumentos; al desafinar una nota, se daña la pieza. Eso pasa con el poema, con una sola palabra “desafinada” en la articulación del lenguaje poético literario; ahí mismo encontraremos un abismo, una caída.

Pensaría el lector que este discurso obedece a la lógica de las matemáticas o la filosofía de la lógica, aplicada en el análisis del lenguaje; en búsqueda de un referente taxativo, estructurado desde el naturalismo positivista. Esto sería posible visto desde los mecanismos de articulación y nexos de las palabras con referentes restrictivos. Pero nunca habrá una palabra que responda exactamente al sentido único; tampoco se debe colocar una palabra cualquiera, alejada de la intención estética y semántica del autor. En verdad, se produce una tensión en el lenguaje. Por eso, con la construcción de un mapa semántico o familias de palabras, en posiciones articuladas, sería más fácil el reconocimiento de lo poético en el texto. Cabría entonces la teoría de los recursos holísticos en la interpretación literaria-poética.

También, podría comentarse que este discurso se resume en la definición de la morfología, sintaxis, cohesión y coherencia de la lengua. ¡Claro que aplica! Pero en el lenguaje poético es simplemente reduccionista, y da fe de ello, la práctica del estructuralismo literario cerrado. El resultado no sería suficiente por todas las puertas abiertas, existentes en el mundo poético, por las figuraciones, juegos de la lengua y el lenguaje, en pro de una causa de carácter artístico.

Si las distancias en los campos semánticos establecen un vínculo débil entre las palabras, capaz de producirse rupturas sensitivas y conceptuales, entonces deviene un abismo en el lenguaje.

Interconexión de las palabras

Ahora bien, ¿pueden estar todas las palabras de una lengua interconectadas? ¿Puede haber interconexión de palabras de diferentes lenguas? Existen muchas conexiones: la etimología, la morfología, la semántica, la filología, la sociolingüística y la intertextualidad ayudan a encontrarlas. Es difícil comprobar estas hipótesis y plantearlas como tesis, por los campos abiertos existentes en la construcción de nuevas palabras; también, por la misma naturaleza de las socializaciones y evoluciones de las lenguas. La figura más ilustrativa que parte de la metáfora del origen de lenguas es la torre de Babel.

Nunca se producirá una circularidad en la interrelación lexical en una lengua. Los únicos visos de aproximación en la circularidad entre palabras los generan, como venimos tratando, los antónimos, las paradojas, el oxímoron y otros tipos de figuras retóricas. Estas aproximaciones son capaces de crear otro tipo de lenguaje, una innovación, con caracteres únicos e irrepetibles, aunque con posibilidad de ser recreables. Se me ocurre poner como ejemplo el título de un libro, Cuentos cortos con pantalones largos, del poeta y escritor dominicano Manuel del Cabral (1907-1999) o las frases “Eternamente breves” y “Soy cóncavo y convexo”. En estos casos, los elementos referenciales y sentidos de las palabras, en su contexto lingüístico, son extremadamente diferentes. No obstante, el giro circular establece un vínculo en el grado 360. Ahí se interconectan y originan otros lenguajes. El giro, cuando es de 180 ochenta grados, es de oposición, pero puede expresarse sin sentido lingüístico.

Puede haber abismos en el lenguaje, entre dos palabras y en todo el texto. En el caso de un poema, si se genera cierto tipo de comunicación a lo largo del mismo, los abismos no serían tan profundos.  O sea, la comunicación, si se produce, sin importar cualquier nivel de lengua, contribuye con la creación poética. Desde la oralidad popular y coloquial hasta el uso del mal llamado “lenguaje culto”. A veces, algunos escritores piensan que mientras menos son entendidos, mejor es su poesía. Por ello, apuestan a un ultrametaabstraccionismo y a un destructuralismo injustificado. Es un gran error. Lo planteado es muy diferente a la llamada poesía hermética. En esta última hay una vocación comunicativa, vedada al gran público y a su procesamiento, ya sea de carácter sensorial e intelectual.

Quizá haya que referirse a varios tipos de poesía hermética. Por ejemplo, una es la contenida en los cantos órficos, los cuales eran himnos dirigidos a Orfeo, una figura de prestigio y cargada de enigmas en la antigüedad; otra, la incluida en conjuros y oraciones de sectas místicas y religiosas, llena de inspiración y alabanzas. Eran y son considerados todavía como libros sagrados o divinos. Otra manifestación es la poesía sugerida por el hermetismo, constituida por un movimiento poético italiano a partir del ensayo La poesía hermética de Francesco Flora, publicado en el 1936. Esta poesía se caracterizaba por la “voluntad de oscuridad”, con profusas analogías, que fue alejándose del gran público. Dentro de los cultivadores se encontraban: Giuseppe Ungaretti (1888-1970), los premios Nobel Eugenio Montale (1896-1981), Salvatore Quasimodo (1901-1968), y Mario Luzi (1914-2005). 

 “Los recuerdos”, de Joan Manuel Serrat

Aunque cada verso posee su autonomía y, a la vez, sus sistemas vinculantes, entre verso y verso puede existir un abismo en el lenguaje, si los vínculos del sistema no ayudan en la construcción de una emisión estética. Lo hallamos dentro de los poemas expuestos con un lenguaje coloquial hasta llegar a aquellos, donde la retórica, el hermetismo, lo metapoético, el surrealismo o el absurdismo, alcanzan máximos niveles en la construcción de lenguajes.

En el afloramiento de “lo poético”, también, deben existir vínculos entre los versos. Ya este caso merece un particular estudio descriptivo de las características y la naturaleza del vínculo a fin de ser catalogado como un salto abismal del lenguaje estético o poético. Sin embargo, la mayoría de los poemas que siguen los vínculos de las palabras y versos, no solo de forma lineal y progresiva —sino donde estarían integradas todas las palabras en una especie de campo textual léxico-conceptual— pueden adaptarse y ser instrumentalizados. En este caso se presenta en forma de canción, tradicionalmente, concebida para el gran público, sociohablantes con niveles de lengua comunes. Un caso lo encontramos en el poema hecho canción “Los recuerdos” del artista español Joan Manuel Serrat. En este escrito no hay espacios donde se pueda identificar un vacío del lenguaje. No existen los abismos, habiéndose manejado el autor con alto nivel metafórico, sensorial y conceptual, de fácil acceso a los hablantes del gran público.

 “Aquellas pequeñas cosas”

El uso de una palabra puede modificar o cambiarlo todo en el texto. En el caso que estudiaremos es un artículo utilizado en un poema. Con el propósito de no alejarnos mucho, tomaremos al mismo autor, Serrat, quien en un poema hecho canción nos trae un fantástico ejemplo. El poema es “Aquellas pequeñas cosas”. Tomemos los primeros versos y solo nos centraremos en una estrofa. “Uno se cree / que las mató el tiempo y la ausencia / Pero su tren / vendió boleto / de ida y vuelta”. “Son aquellas pequeñas cosas / que nos dejó un tiempo de rosas / en un rincón / en un papel / o en un cajón.” Así, como está escrito anteriormente, fue cantado en una de las primeras películas de este destacado artista.

El artículo determinado femenino plural las es utilizado en el segundo verso. Empero, en la versión cantada después, difundida por todo el mundo, en el álbum Mediterráneo, se cambia el artículo las (determinado femenino plural) polos (determinado masculino plural). Dice: “Uno se cree / que los mató el tiempo y la ausencia”. En el primer caso, se refiere, o se interpreta directamente, que hace referencia a las “pequeñas cosas”, de la vida, a TODAS. En el segundo caso, cuando utiliza losel gran público lo asocia con los recuerdos, aunque en ninguna parte del poema aparezca la palabra recuerdos, pero el campo textual léxico-conceptual, obviamente, nos conduce a esa palabra.

Al cambiarse el artículo, las por los, pasan varias cosas: primero, al decir lashay una apertura conceptual, se registra un fenómeno multívoco, porque puede aludir a TODAS las pequeñas cosas de la vida, incluyendo los recuerdos. Al decir los, hay un cierre, y se concentra el campo semántico a una única cosa (los recuerdos), aunque no se nombre esta palabra como antes habíamos expresado. Al cambiar el artículo, en este caso, “palabra clave”, según venimos diciendo, se estaría ante dos poemas diferentes.

Con esta explicación no significa que el poema “Aquellas pequeñas cosas” haya perdido valor en su emisión estética, capaz de tascar en las fibras sensibles, pero cierra aparentemente un campo conceptual de naturaleza plural (a todas las pequeñas cosas de la vida). Sin embargo, abre otro que hasta ahora asume el significado de recuerdos. Siendo así, y percibido por todos, se da un fenómeno de comprensión unívoca.

Lo interesante de todo es que en ningún momento de la canción la palabra recuerdos es escrita de forma taxativa en el poema. Por eso a muchos se les ocurre pensar que el autor quiere decir otra cosa y aprecian la canción, aunque no sepan lo que dice. Aquí se produce un abismo del lenguaje sin que se produjera una caída al vacío ni la muerte del texto literario. Sucede todo lo contrario, de la misma manera que caer en un abismo estético-semántico mata; también salva, si se utiliza la palabra o verso clave en el poema de manera correcta.

La estrategia del cambio de las por los, pudo haber obedecido a una acción mercadológica con el propósito de dirigir la canción al gran público hispanohablante. Es mejor ir directamente al concepto de los recuerdos y producir emociones en vez de abrir la “caja de pandoras” de múltiples voces al utilizar el artículo las.

En conclusión, los abismos en el lenguaje, pueden afectar los estados sensitivos, conceptuales y trascendentales del poema, que impide o cambia el curso del fenómeno poético o estético.

 

Domingo 21 de julio de 2024

Publicación en Acento: No 112

Virgilio López Azuán en Acento.com.do