Desde los inicios del siglo XIX, el control de España en sus colonias americanas entró en crisis con la formación de juntas de gobierno dirigidas por criollos de la aristocracia. En este proceso de desplazamiento de la metrópoli predominó la fragmentación política en dos bandos: el federalismo y el centralismo. El primero defendía la idea de la autonomía de las provincias y aldeas, con aproximación al modelo de los Estados Unidos. Los segundos entendían que la conducción de las comunidades debía concentrarse en los poderes del Estado, guiada por las lecciones de la Revolución francesa. El reino de Nueva Granada (hoy Colombia), destaca entre los ejemplos más ilustrativos de estas contradicciones. Sus provincias y aldeas, entre 1810 y 1816, proclamaban sus autoridades apoyadas por líderes como el federalista Camilo Torres, a quien se oponía el centralista Antonio Nariño. Este, culto y aristócrata, definió dicho reino como la patria boba, al referirse en 1823 a la incapacidad de entendimiento del liderazgo neogranadino.

Mapa de Nueva Granada.

Como resultado del tiempo de la patria boba, en 1816, el general Pablo Morillo recuperó el dominio de España en Nueva Granada. En el marco de la Reconquista, pasaron a otro plano las rivalidades por el control político entre federales y centralistas, y la decisión acerca de si Santafé debía continuar como capital o ser desplazada por Cartagena o Antioquia. Aquellos primeros seis años de vida republicana sólo conocieron la división y el caos en Colombia. Tan insalvables parecían estas y otras contradicciones, que Simón Bolívar repitió centenares de veces, en sus proclamas, llamamientos y correspondencias, la exhortación: Unión, unión, o la anarquía os devorará. Su insistencia reflejaba que nada importaba tanto como la unidad latinoamericana. Mas, a pesar de sus afanes por la confederación americana, este tiempo político limitó la influencia de las acciones independentistas del Libertador. Su empleo a fondo le colmó de victorias militares, pero, en pocos años, pudo más el conservadurismo oligárquico con su política centralista. Algo nos toca de esto, pronto veremos la España boba.