En el artículo anterior, contemplábamos las posibilidades de la filosofía hermenéutica en relación con el «giro digital de la cultura». Entendido como acontecimiento transformador del mundo que impone, a su vez, una nueva condición al ser humano. Y planteábamos que dicho acontecimiento impregna e impacta a la filosofía como forma de saber. En el artículo de hoy, quiero seguir aportando argumentos a favor de nuestra reflexión.
Para la hermenéutica filosófica el lenguaje determina nuestro existir. De ahí que se piense que vivimos en un determinado lenguaje que siempre se hace acompañar de una historia, de un conjunto de procesos que fijan significados, apropiándonos de ellos también para significar nuestras realidades.
Diría Georg Gadamer, que una filosofía que se sepa honesta y responsable hace consciente los «condicionamientos previos» que posibilitan la comprensión. Y responder al giro digital de la cultura es llevar a cabo este ideal reflexivo. Se trata de una nueva consciencia crítica que coloca los hábitos de lenguaje, pensamiento, saberes, prácticas sociales e imaginarios ante el foro de la tradición histórica a la que todos pertenecemos. Lo que significa que ese desarrollo tecnocientífico, este sistema económico opulento, esos conflictos que desatan nuevas guerras y confrontaciones políticas no llegan solos ni flotan en el aire, son el resultado de un largo trajinar de la historia. Una construcción que responde a cada concatenación que se produce en los sistemas sociales y culturales. Y todos pertenecemos comunitariamente a esa historia.
Tomando en cuenta estos delineamientos, y contextualizándolos en el giro digital de nuestra cultura, para la filosofía hermenéutica, reconsiderar el papel de los procesos interpretativos y discursivos son elementos básicos que permiten hablar de una forma nueva acerca de la relación entre ser humano, mundo y lenguaje; lo local y lo global; las diferencias culturales y su multiplicidad; el conocimiento y la información. La filosofía hermenéutica contemporánea, ofrece claves para entender las interrogantes que se producen al interior de esas realidades.
Así las cosas, la hermenéutica nos invita pensar en los lenguajes especializados y su posible vínculo con la experiencia cotidiana, pues, intenta refundar la racionalidad vinculada a la vida concreta. Detengámonos en este punto, por considerarlo importante en el presente desarrollo de la cultura digital.
Es importante resaltar la perspectiva práctica de la hermenéutica, ya que se corresponde con un ejercicio racional de decisiones que tienen que ser discutidas y consensuadas. La hermenéutica impulsa argumentos contundentes sobre el sentido del Ethos y la función del bien para la vida. De aquí la necesidad de bosquejar un modelo alternativo de comunidad en términos de convivencia humana y de “escucha” de las diferencias.
Pues bien, creemos que este modelo lo posibilita la cultura digital, que con las redes sociales se abre a un nuevo empoderamiento crítico. Claro está, siempre y cuando podamos reconvertir la banalidad que emergen de ellas hacia el «sentido común ilustrado», implementando comunidades para la innovación, discusión de valores y conocimientos. Este es el papel que entiendo juegan los llamados “foros de discusión” a través de estos espacios.
Ellos logran convertirse en verdadera zona de disputa y en una auténtica alternativa para aquellos que no se encuentran en una posición privilegiada de poder. De esa manera, la filosofía hermenéutica piensa que no basta la abstracción formal para la comprensión de los problemas que tienen que ver con la existencia. Por esa razón, toma más en cuenta la vida práctica ligada al lenguaje, la historia y la tradición. De allí su interés por la ética o una “ciencia del bien en la vida” humana como le llama Gadamer.
En consecuencia, la comprensión e interpretación son de por si actividades prácticas que necesitan ser ejercitadas para fortalecer el diálogo y la discusión racional, y la filosofía hermenéutica no es más que el intento de llevar a cabo dicha pretensión.
En conclusión, hoy contamos con una poderosa herramienta para ser implementada con conciencia crítica. Se trata de los espacios virtuales interconectados que podrían convertirse en foros para el desarrollo de la racionalidad argumentativa y la posibilidad de usos correctivos de las acciones, así como la de activar una nueva praxis política y cultural en donde se puedan trasmitir denuncias y necesidades ciudadanas a través de un claro ejercicio ético. Por lo que se debe insistir en una ética de las redes sociales en la época del giro digital de la cultura.