La novela, En el álbum familiar, es la reconstrucción conflictiva, horrorosa, paciente y detallada de Charles, expuesta a lo largo y ancho de su vida hundida en la oscuridad, que él mismo reconoce por su desinterés por los estudios y apego a seguir el camino más fácil y sin obstáculo, al relacionarse con personas de mala costumbre, inadaptados sociales, traficantes de drogas y mirar como único horizonte el país de las oportunidades sin pensar en las consecuencias, adonde llegó en yola, primero a Puerto Rico y luego al país del Norte, su destino añorado. Pero que es también, el recuerdo de un pueblo corrompido por sus gobernantes, de políticos insaciables de fortunas mal habidas, de una familia disfuncional y una evocación melancólica y amarga desde la infancia hasta la adultez madura, contada en una noche durante una visita del sujeto escritor-autor a su hogar, ubicada en un suburbio del Bronx.

La obra está distribuida en catorce (14) capítulos con títulos y asuntos temáticos independientes, iniciando con “La madre” y terminando en los capítulos 13 y 14, dedicados a describir y develar las desigualdades reinantes en el hogar materno, por lo que se denominan “En la familia” y “En el álbum de la familia”, título que coincide con el de la novela y en el que se sintetizan todos los anteriores a través de fotos.

Es una novela donde los maltratos físicos y psicológicos propinados por sus padres durante la infancia marcaron el comportamiento de Charles en la adultez, y ahora siente que hacerlos de dominio público le cura el alma, lo libera de rencor y no solo a él, sino también, a los demás hermanos víctimas de los atropellos incesantes; excepto a Ernestico, el primogénito, a quien consideraba un desgraciado y delator que se divertía y disfrutaba viéndolos sufrir por las incontables golpizas.

Cuenta, además, que sus frustraciones y traumas son productos del pasado violento en su niñez y que están ahí presente, con heridas incurables en la vida, pero que, por suerte, posee todas las herramientas necesarias para realizar un precioso acto de sanación que permitirá cerrar tan pronto termine la narración.

Portada.

En el fondo, cada uno de los 14 capítulos narrados, tiene su arquitectura narrativa diferente, aunque hay algo en común en ellos, que es el recurso de las anécdotas, los chistes jocosos sacados de la oralidad cotidiana, las bromas y juegos entre amigos, el interés en sembrar dudas en las creencias religiosas establecidas, las ocurrencias sacadas de la cotidianidad como una forma de hacer más verosímil la historia, y el manejo de la temporalidad en pasado, pasando a veces a la primera persona y a la presencia de un narrador interno, narrador omnisciente que tiene dominio de todo cuanto ocurre en el contexto de la narración inmediata y con amplio dominio de lo que ha de ocurrir en el futuro porque ambos sujetos, o sea, el sujeto narrador-protagonista se auxilia del sujeto de la escritura-autor, como también, pone en boca de los personajes de cada capítulo a relatar su propia historia y vivencias.

Vivencias cargadas de fracasos. El estilo de la obra posee un rico lenguaje lleno de voces coloquiales, del lenguaje ordinario y frecuentes referencias a personajes reales de su entorno, amigos y amistades. Numerosos artistas, deportistas y otros.

Las fotografías encontradas en el álbum le sirven al narrador para visualizar ese viaje colectivo por los recuerdos que tanto Charles, junto a su hermana Rosanna y su esposo, personaje central en algunos capítulos, realizarán a través del tiempo para refrescar la memoria. Por medio de esas imágenes, ellos pondrán a prueba la memoria colectiva de la sociedad ante el mayor reto al que se enfrenta un ser humano para sobrevivir mediante el recuerdo de los demás, y reconocerse así mismo, culpándose de que nunca aprendió a reflexionar profundamente, ni a analizar sus malos actos, debilidad que lo llevó a caer una y otra vez en la cárcel y en tentaciones dañinas, aunque al final jura pulgar sus vicios, redimirse y a convertirse en un hombre de fe, limpio de perversidades y pensamientos rencorosos.

En la prosa nada sobra ni falta, quizás porque el narrador-protagonista nos habla directamente desde el corazón, ordenando sus recuerdos y vivencias, las vivencias de amigos, amigas y personas allegadas con las que compartió sus angustias y su tristeza, relatando sus historias anecdóticas llenas de fracasos y más fracasos, amor y desamor, creencias y dudas; nada más y nada menos, que no tuvieron muchas diferencias a la suya, aunque sí eran muy similares por la desesperanza.

Hay que anotar también que, el tiempo de la narración es largo y fragmentado, de unos 55 años, lo mismo que el espacio geográfico donde se desarrolla la acción, abarcando la parte este de Estados Unidos y el territorio de su país de origen. El papá es descrito como un ogro, y la madre, una mujer cautiva del resentimiento encerrada en un mundo pueblerino, sin cambio hacia la modernidad. Un mundo estático. La ironía, el ambiente familiar, la naturaleza, los mitos, supersticiones (Cap. 7), las añoranzas, la crítica a las iglesias (Cap. 9), la vivencia contextual del autor y su entorno filial y de amistades, decepciones amorosas, el sexo-porno con sus palabreríos crudos (Cap. 2) y los chismes entran y funcionan como un balance narrativo de lo vivido y configurado, dentro de una trama conflictiva que se va proyectando de manera cinética, como quien procura involucrar al sujeto lector en la trama. Por tanto, puedo decir que es una de las tantas dramáticas estampas o situaciones que, con saña, ironía, sarcasmo y humor, yo como autor les dejo en cada uno de los capítulos que, de manera coordinada, ensamblan esta novela.

En fin, en esta novela el lector podrá advertir cómo el sujeto narrador recoge sus vivencias y recuerdos reales y son trasladados a la realidad ficcional, como sucede en todo el tránsito de los 14 capítulos, donde personas reales (Andrés Blanco, Domingo Cuello, Ruth Cuevas, Julio Cuevas, Andrés L. Mateo, Ovidio Hernández y Rosibel, Rubén Darío Núñez, entre otros), se sitúan en algún espacio de la narración, para darle dinamismo y vida a la escritura ficción. Además, nos cuenta a su antojo, su vida (Cap. 8 y otros), denuncias contra el sistema de gobierno y sus secuaces, además de los políticos demagogos y corruptos (Cap. 1 y 3), junto a un montón de peripecias turbulentas y su mundo imaginario, para envolvernos en sus peripecias vivenciales, con el objetivo de convertirnos en cómplices de la trama de una familia que se desintegra sola por falta de unión, cuyos únicos responsables fueron son padres por los intensos maltratos durante la niñez.

Veamos en estos dos últimos párrafos las expresiones de Charles:

—Contéstame, Charles. Si tu niñez fue tan amarga, tan difícil en la niñez, porque sabemos que ambos, padre y madre, nunca te dieron ni una migaja de cariño ni afecto ni un abrazo amoroso, sino todo lo contrario, con amor duro, maltrato sobre maltrato, nunca te hiciste la pregunta, ¡oh, mi Dios!, ¿para qué he nacido? ¿No se te ocurrió morir para poner fin al sufrimiento?

Charles, creo que no entendió la pregunta o se hizo el desentendido. No supo si había oído esa palabra antes o después de un sueño despierto.

—¿Suicidio, se preguntó? — Estaba amaneciendo. Afuera, la nieve en tormenta. La temperatura casi en cero. La calle, el aire, los árboles sin hojas, el ambiente denso, el paisaje vestido de blanco. ¡Coño, la brisa, es brisa! Este frío nos va a triturar los huesos. Todo se cubría de una blancura espesa y densa. Montañas de hielo en las aceras. La ventana se recortaba en la claridad congelada. Le ardían los ojos y sentía la cabeza grande, pesada y como cargada de basura. Estaba agotado. ¡Uuf! Yo pensando en un buen tazón de café caliente y un plato de mangú con salami encebollado en el desayuno, bien salseado.

—¡Uuf! —Un largo baño bajo la ducha casi hirviendo sería un delicioso aperitivo. Luego, a recobrar la lucidez perdida con el trasnoche. Contar su historia fue una excelente terapia. Además, necesitó cincuenta y cinco años —los cincuenta y cinco años cumplidos de su triste vida, sumando también, los meses, las semanas y las horas y sus minutos— para responder:

—¿Yo pensar en el suicidio? ¿Estoy llorando, hermana? —Preguntó mientras se secaba las lágrimas—. No. No. No. Yo amo intensamente la vida y, por tanto, no pensé nunca suicidarme. ¡Uuf!, ¿y por qué coartar la vida si es el regalo más hermoso e interminable del universo?

****

Ramón Núñez Hernández.

Texto escrito el autor para la presentación de la novela.