La mujer habitada (1988), de Gioconda Belli, es una novela publicada en Estados Unidos y Alemania, donde vendió un millón de ejemplares. Por su trascendencia ha sido traducida a catorce idiomas. Obtuvo en Alemania el Premio de los Libreros, Bibliotecarios y Editores a la Novela Política del Año. Además, del Premio Anna Seghers de la Academia de las Artes. La autora relata dos historias paralelas, la primera ocurre en el pasado colonial, y la segunda en un pasado no muy lejano, cuando una familia se apoderó de Nicaragua en 1937. En ambas, se destaca la mujer como protagonista, que combate al opresor, y se une a la lucha de la resistencia, en defensa de la población de la que forma parte.

La autora, de alguna manera habita en cada uno de los personajes, que forman el elenco de las historias. Para lo cual emplea una narrativa elegante, un registro lingüístico culto, usual en todas sus producciones. En la obra exhibe a una mujer empoderada en el espacio laboral, competitiva ante sus opuestos, exigiendo se le respete, que no se corrompe ante coqueterías del poder político, la que vence el miedo y se enrola con quienes demandan de un entorno sociopolítico más justo y equitativo.  También, visibiliza aquella que no tuvo oportunidad de prepararse, y tiene que buscar su sustento laborando en quehaceres domésticos.

Gioconda presenta aquella mujer que está cercana a la realidad, empática y sensible ante problemáticas que sufre la población civil; que padece por falta de políticas públicas. Aquella que no tuvo oportunidad para formarse, y que sobrevive en medio de carencias de servicios sanitarios. A esa que lucha por los derechos de todos, y que de manera consciente se inmola en busca de la patria secuestrada; uniéndose a movimientos subversivos.

Lavinia conduce la historia reciente, perteneciente a una clase social privilegiada, que hasta ese momento había vivido indiferente ante las dificultades de otros, sin embargo, al conocerla, motivaron su incorporación a la lucha, pese a estar consciente que se jugaba la vida. Mientras, en la trama colonial, Itzá representa la mujer indígena, que entendió que el colonizador esclavizaría a todo descendiente de su tribu, por lo que optó por evitar los encuentros sexuales con su pareja. Le aterraba embarazarse, no quería que sus hijos fueran mano de obra para extraer las riquezas de su tierra. Percibió la intención del depredador de sus riquezas naturales, y violador de candorosas indígenas, desconocedora de este tipo de violencia. Esto, la motivó a aprender a manejar el arco para enfrentar al invasor, sin embargo, los prejuicios en su tribu impidieron que formara parte del grupo que peleó en defensa de su tierra; por lo que tuvo que resignarse, y asumir los quehaceres del hogar como el resto de las mujeres de su tribu.

En la novela, los personajes masculinos, actúan con los prejuicios machistas propios del género, en espacios compartidos con la mujer, no obstante, no impide que haya un ambiente armonioso, en los diferentes estratos socioeconómico, excepto en el político y militar, donde el hombre ocupa los puestos de mayor envergadura. Este último, responsable de la dictadura, de eliminar los lideres organizadores del movimiento revolucionario, y dilapidar los bienes del erario.

La autora transita por un pasaje histórico del pueblo nicaragüense, evidenciando su destreza en el uso de los recursos literarios, para presentar el accionar de mujeres junto a sus opuestos, de manera cronológica, sin imponer un género sobre el otro, simplemente haciendo literatura desde un acontecimiento real; y propiciando que este último se conozca a través de la ficción.

En síntesis, Gioconda Belli recrea un acontecimiento histórico, en su novela “La mujer habitada,” con el fin de divulgar hechos que cambiaron el rumbo político, económico y social del momento que se vivía. Además, de reivindicar el rol de la mujer nicaragüense, en el movimiento revolucionario, que forjó la lucha en contra de la dictadura.

Minerva González Germosén en Acento.com.do