Alcázar de Colón, Centro Histórico de Santo Domingo, República Dominicana.

 

 

  • Escrito con motivo de la puesta en circulación de mi libro Centro Histórico de Santo Domingo: Herencias Coloniales y Orígenes de la Nación Dominicana, el jueves 1 de diciembre en la Academia de Historia de la República Dominicana.

Señoras y Señores, amigos todos:

Me honra comparecer ante tan selecto público porque, aunque soy un aficionado a la historia, no soy un historiador y esta tribuna me es ajena. El libro que hoy ponemos en circulación no califica como un libro de historia; es más bien un libro sobre sus vestigios emblemáticos. Tal vez por ello me parezca que estoy cometiendo un sacrilegio al usar este espacio. Pero la generosa indulgencia de esta augusta Academia debe ser correspondida porque la nobleza obliga.

Siempre he considerado que los actos de puesta en circulación de libros, al obsequiarle un turno al autor, pecan en eso de un empalagoso narcisismo. Nunca he oído una perorata de autor que en tales ocasiones se concentre en criticar negativamente su propia obra. Por eso me tomaré la libertad de ser iconoclasta respecto al contenido de mi intervención, tal y como iconoclasta siento que es la colección de artículos contenidas en el libro que tan brillantemente ha resumido mi amigo Frank Moya Pons. De ahí que mis comentarios no se referirán al libro sino al recinto que debe en lo adelante conocerse como Centro Histórico de Santo Domingo.

Para no hacerme cómplice del narcisismo voy a enfocarme en el tema de la magia que ejerce el Centro Histórico, cuyos entresijos son responsables de que cada día el recinto sea visitado por un mayor número de personas. Intentaré descifrar las razones por las cuales se está dando ese fenómeno de creciente curiosidad y admiración. Como obligado complemento, sin embargo, tambien identificaré algunos rasgos de ese “producto” que actualmente desentonan y hasta ponen en entredicho su supervivencia. La esperanza no es que podamos construir una utopía del Centro Histórico, sino que, al ayudar a conocer sus falencias, podamos eventualmente corregirlas con los aportes de todos los actores relevantes.

La atracción que ejerce el Centro Histórico sobre sus visitantes no se debe solo a que sea un “atractivo turístico”. (“La noción atractivo se vincula a aquello que consigue atraer (es decir, acercar hacia sí). Turístico, por su parte, alude a lo relativo al turismo: la actividad que consiste en viajar con fines de ocio o descanso.”) Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), turista es aquel que se desplaza de su lugar habitual de domicilio por lo menos por 24 horas y pernocta en el lugar visitado por lo menos una noche. De ahí que una gran parte de los visitantes no califican como “turistas”. Técnicamente, entonces, no son turistas los estudiantes y visitantes nacionales (diurnos y nocturnos) que acuden al Centro por razones comerciales, familiares o de entretenimiento.

Técnicamente, los “turistas” que visitan el Centro serían los que pernoctan en sus casi 1,000 habitaciones hoteleras, aunque para algunos la visita al Centro no sea el motivo de su estadía en él. Los extranjeros que vienen en cruceros, de acuerdo con la OMT, califican como “excursionistas” –no como “turistas”. Pero los que visitan desde los resorts si son turistas porque, aunque no pernoctan en el Centro, califican como tales por estar de visita en el pais y pernoctar en sus respectivos resorts. En ambos casos las visitas diurnas que ambos realizan al Centro Histórico solo duran 5 o 6 horas. Por eso los extranjeros provenientes de los cruceros y los visitantes nacionales que no pernoctan en el Centro son “excursionistas” y no turistas.

Independientemente de estas distinciones estadísticas, nadie puede negar que el Centro Histórico es uno de los principales atractivos turísticos del pais que atrae un volumen creciente de visitantes. Hace décadas que las encuestas a turistas que hace periódicamente el Banco Central reportan que son las playas, el clima y la gente los tres principales motivos que generan la visita al pais de los extranjeros de vía aérea. Sin embargo, será fácil reconocer que, después de esos tres factores, el Centro Histórico de Santo Domingo es un poderoso imán para los visitantes extranjeros, aunque la Isla Saona, su virtual contrincante en materia de atractivos, está atrayendo un mayor volumen de ellos. En el 2019 fueron 646,000 los extranjeros que visitaron el Centro Histórico y 839,000 los turistas (mayormente extranjeros) que visitaron la Isla Saona. Los otros dos atractivos de nuestra geografía que le siguen en numero de visitantes son los Charcos de Damajagua y Los Haitises, los cuales reciben, en tiempos normales, mas de 125,000 extranjeros al año.

Es dable esperar que tanto el Centro Histórico como la Isla Saona continúen aumentando el volumen de visitantes en los próximos años. A medida que aumenta el inventario de las 50,000 habitaciones turísticas de Bávaro-Punta Cana –el principal origen de los visitantes extranjeros hoy día– aumentará tambien el flujo. Pero las perspectivas son de que eventualmente el Centro Histórico sobrepasará a la Isla Saona cuando se destrabe el proyecto de Sans Souci y se multipliquen las visitas de excursionistas (cruceristas) extranjeros. No existen indicios claros sobre el posible aumento de los visitantes nacionales, pero eso podría pasar si las autoridades montaran un esfuerzo deliberado para estimular, por ejemplo, las visitantes de estudiantes del interior del pais. De manera que entre Saona y el Centro Histórico el futuro depara un mayor volumen de visitantes a este último, lo cual sugiere que deberemos esforzarnos por su mejor manejo y desarrollo. De ahí que tenga sentido la propuesta de declararlo un Municipio Especial.

¿Cuál entonces es el encanto del Centro Histórico que seduce a sus visitantes? En ausencia de encuestas que hayan explorado estos temas será necesario escarbar en la subjetividad individual y colectiva. Sera necesario apelar al imaginario popular de nuestra poblacion para especular sobre sus motivaciones. Soslayaremos lo relativo a los extranjeros porque tanto para huéspedes de los resorts como para los de cruceros la visita al Centro es practicamente obligada. No hay ningun otro “atractivo” nacional que tenga el rango y distinción que tiene el Centro Histórico de Santo Domingo. Esto así porque lo que oferta la Isla Saona son playas similares a las que tienen los hoteles en Bávaro-Punta Cana y la única distinción de la visita es su travesía en bote de motor.

En un artículo publicado en la revista Bohío en marzo del 2018 intenté aproximarme a una respuesta idónea sobre el imán del Centro Histórico y creo que sus emanaciones conservan su validez. “No es que el recinto califique como un habitáculo idílico donde impera el bien y deslumbra la belleza. Las alhajas de la bondad no pueden estar todas contenidas en un solo lugar. El recinto ciertamente exhibe algunos de esos rasgos, pero de ahí a emular a Camelot hay una gran distancia. Si bien los monumentos y museos interesarían a cualquier mortal, los males seculares del entorno podrían también apabullar. Aun así, son muchos los nacionales que se inclinan a tenerlo como una referencia escapista para vencer el tedio y el aturdimiento cotidianos.”

“¿Qué imanta a la clase media capitalina al CHSD los fines de semana y los días feriados? ¿Es solo por la concentración de buenos restaurantes y bares? No sería el disfrute de sus parques ni el encanto de deambular por sus calles. Si bien es cierto que en lugares como la Plaza España y el Parque Duarte se divisan algunos miembros de ese segmento de la población, la mayoría de los visitantes no se concentran ahí. Lo mismo pasa con la visita a los monumentos y sitios más emblemáticos. Habría entonces que especular acerca de las verdaderas razones del hechizo.”

Paso a identificar cuatro hipótesis extraídas del referido artículo sobre la seductora magia del Centro Histórico para que, inventando sus interpretaciones, ustedes mismos puedan aportar respuestas definitivas.

Hipótesis No.1: Sigmund Freud diría que al tener el recinto “los vestigios del pasado colonial y de otras épocas, la fascinación se debe a un deseo de aferrarnos al pasado como forma de sentir seguridad ante la hojarasca pasajera de la vida.”

Hipótesis No.2: Lo que atrae es “la inclinación de los seres humanos a hundirnos en nostalgia en un momento u otro. En este caso no se busca seguridad sino rememorar los buenos tiempos del pasado que nos provocaron alegría.” Al forzarnos a rememorar el pasado el Centro conecta con la sensible fibra de la nostalgia por nuestro propio pasado.

Hipótesis No.3: “El CHSD representa un entorno cálido y acogedor para el visitante.  Sus angostas calles, la contigüidad de las viviendas –sin parecer hacinamiento–, la limitada altura de los edificios y los espacios libres para disfrutar el dolce far niente configuran un entorno que arrulla y enternece al visitante, lo cual provoca efluvios de fraternidad hacia sus residentes.”

Hipótesis No.4: “Representa un entorno tan único y diferente que ejerce un agradable sortilegio de ensoñación que difumina sus encantos en todas direcciones. El visitante se siente transportado hacia un mundo raro y fascinante, lleno de leyendas y personajes históricos desconocidos.”

Estas hipótesis pueden ser objetadas o aceptadas, ya sea individual o colectivamente. Por falta de tiempo aquí no haremos la evaluación correspondiente. Lo importante es que su ponderación induzca en cada uno de los presentes a la reflexión correspondiente. Y para ello parece aconsejable tener presente la definición del imaginario: “el conjunto de creencias, imágenes y valoraciones que se definen en torno a una actividad, un espacio, un periodo o una persona (o sociedad) en un momento dado.” La construcción de nuestro propio imaginario sobre el Centro Histórico permitirá una mejor evaluación de las hipótesis.

Por supuesto, no todo será “color de rosa” en ese imaginario. En el seno del Centro Histórico se da un conjunto de situaciones que una vez fue calificado como “mansa anarquía” por el Cardenal Lopez Rodriguez. Esta no es la ocasión para irradiarles a ustedes una letanía de problemáticas que molestan a sus residentes y a no pocos de sus residentes. Para conocer algunos basta con señalar el grave problema del parqueo, los peligros de las patinetas y motos que se alquilan a menores, los ruidos, la gentrificación y la apropiación indebida de muchos espacios públicos, lo cual agrava en las calles el problema del parqueo. Afortunadamente, la recogida de basura y la seguridad ciudadana no muestran grandes deficiencias.

Visualizar la configuración definitiva del Centro Histórico sería una controversial utopía. Existe una miríada de concepciones sobre esto que van desde la inserción completa del mismo en el tejido urbano de la ciudad hasta el enclaustramiento del recinto en un apartado rincón sacrosanto. Tampoco debemos aquí entrar en detalles sobre tales visiones; porque basta con saber que la faz de este recinto ha evolucionado constantemente a través del tiempo. Quien lo dude que consulte la Carta de Colores de la Direccion Nacional de Patrimonio Monumental para que compruebe que diferentes épocas usaron diferentes colores de las pinturas para embellecer las fachadas.

Conviene destacar que estamos en el umbral de la ejecución del Programa Integral de Desarrollo Turistico y Urbano de la Ciudad Colonial de Santo Domingo, una enorme intervención que habrá de modificar sustancialmente la configuración del Centro Histórico. Este Programa tiene como objetivo principal “la revitalización de la Ciudad Colonial de Santo Domingo a través de la consolidación de la oferta de turismo cultural y la recuperación de espacios públicos, monumentos históricos y museos; el mejoramiento de las condiciones de habitabilidad para los residentes; el desarrollo de las economías locales; y el fortalecimiento de la gestión turística, cultural y urbana del centro histórico. El proyecto contempla una inversión de 90 millones de dólares, financiados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Beneficiará a los residentes y comerciantes de la Ciudad Colonial, así como, a los turistas nacionales y extranjeros que visitan la zona.” Pero, aunque el contrato con el BID fue firmado en agosto de 2019 la ejecución parece estar estancada y, a juzgar por el tiempo que se sobrepasó el anterior Programa, no es irrazonable esperar que el nuevo proyecto se tome por lo menos diez años de ejecución.

Al final, para soñar con la idónea reconfiguración del Centro Histórico de Santo Domingo seria valido citar lo que dijo Gabriel Garcia Márquez en Oslo en una parte de su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura en el 1982. “Los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.”

MUCHAS GRACIAS

Juan Llado en Acento.com.do