Jonás Sánchez Paulino, escritor dominicano, en su reciente novela La estirpe del polvo, la verdadera historia de un héroe utiliza elementos históricos, pero también recorre con audacia el terreno de lo fantástico. En otras palabras, narra una serie de eventos extraordinarios que irrumpen en la vida de los personajes y los convierte en seres fascinantes. Esta obra es un viaje en el que Juan Pablo Duarte, figura central de nuestra patria, debe enfrentar a vampiros y a una bruja orcopolita. Además, el autor nos invita a pensar que la realidad histórica no es un concepto inamovible, sino más bien una construcción flexible para el creador de mundos inventados. En este mismo sentido, el historiador colombiano Germán Colmenares (cit. en Mantecón, 2018) expresa:

Cuando el héroe de una novela es un personaje histórico, este deja definitivamente el ámbito de la realidad empírica y está al arbitrio de la imaginación del novelista. El héroe de la novela, de toda novela, es una ficción cuyo destino queda en manos de su creador. Cada escritor de ficción propone una singularidad del mundo (p. 164).

Lo anteriormente mencionado es lo que ocurre con este joven autor. Ejerce su libertad creativa para dar forma a un discurso narrativo donde el destino de los personajes, algunos de ellos figuras destacadas en la historia insular de la República Dominicana, quedan en sus manos para dotarlos de nuevas significaciones y así cautivar al lector.

En esta novela he identificado cuatro elementos que enriquecen nuestra experiencia de lectura: la búsqueda de la verdad; el amor y los secretos; el pecado y la culpa; y los diarios. Veamos cada uno de estos para comprender su relevancia en la configuración de la historia.

La búsqueda de la verdad

En esta obra, el personaje Alejo Bujosa se embarca en la búsqueda personal de la verdad y la revelación. Antes de morir, su padre le hizo jurar que continuaría la investigación de unos apuntes que pertenecieron a Juan Pablo Duarte, el fundador de una sociedad secreta en Ciudad Ruina. Es así como Bujosa — arquetipo del buscador incansable— encarna el espíritu que impulsa a la humanidad a desentrañar y comprender el mundo en el que vivimos. El afán de descubrimiento de Alejo Bujosa se alinea con la idea borgiana de que la literatura refleja las mismas pasiones, los mismos deseos, las mismas aventuras que ocurren en la realidad. El diario que nos presenta se erige como un testimonio poderoso de la capacidad que tiene la literatura para capturar la esencia de nuestras vidas.

Esta historia es un espejo que muestra la voluntad de vivir que tenemos, una voluntad que, en artistas como Jonás Sánchez Paulino, se manifiesta en la creación de otras realidades posibles.

El amor y los secretos

El amor y los secretos en la literatura son temas inagotables, una celebración de luciérnagas que atraviesan el corazón de la vida y el arte. Su musicalidad antiquísima hace vibrar las páginas de poemas, cuentos y novelas, desplegando su esencia infinita en la geografía del verbo. En la novela La estirpe del polvo, Sánchez Paulino nos relata la relación amorosa entre Juan Pablo Duarte y Prudencia Lluberes, destacando que los enamorados poseen una mirada universal reconocible, capaz de revelar los secretos más íntimos del corazón. Esta afirmación adquiere aún más relevancia cuando Prudencia confiesa haber entregado su cuerpo a Juan Pablo en una playa donde la luna parecía derretirse sobre ellos.

En este cautivador texto encontramos personajes atraídos por el poderoso imán del amor erótico. Asimismo, los secretos desempeñan un papel significativo en la trama, generando desafíos para los personajes. Un ejemplo de esto es el amor secreto de Rosa Duarte que ella celosamente oculta a su familia, lo que mantiene al lector enganchado, deseoso de saber cómo reaccionarán los demás personajes de la novela. Es así que Prudencia Lluberes y Rosa Duarte se presentan como mujeres valientes y decididas, y los secretos son los hilos invisibles que las unen. Lo que se hace por amor trasciende el bien y el mal, afirmaba Nietzsche. 

El pecado y la culpa

El pecado y la culpa son temas centrales tratados con profundidad en muchas obras de la literatura universal. Dostoievski aborda magistralmente el sentimiento de culpa experimentado por Raskólnikov, protagonista de la obra Crimen y Castigo, después de haber cometido un asesinato. De manera similar, Macbeth, el personaje de Shakespeare, también enfrenta el remordimiento por las consecuencias de su terrible delito.

La literatura abarca los sentimientos universales que atraviesan el corazón humano, y la culpa no es una excepción a esta verdad. En este sentido, la novela de Jonás Sánchez Paulino presenta al personaje de San Gerví, que experimenta el peso del pecado y la culpabilidad. A pesar de que eligió entregarse al Señor, admite haber cometido un pecado, una flaqueza imperdonable, al tener un encuentro carnal con la condesa Lavaadini. Su remordimiento surge de la discrepancia entre sus acciones y su ideal moral. Ahora deposita su esperanza en Duarte, quien tiene la capacidad de derrotar a Boukman, una entidad oscura, y liberar a su pueblo. El autor logra sumergir a los lectores en el mundo de los personajes al trasmitirles su angustia y sus dilemas morales. También, las referencias bíblicas enriquecen la trama y le dan mayor profundidad a su obra narrativa.

Los diarios

Los diarios son otros elementos que desempeñan un papel fundamental como recurso narrativo en esta novela. Mediante el uso de estos, los personajes encuentran una vía para expresar su verdadera naturaleza, ya que las palabras despojan al alma de sus velos. Con este recurso, Jonás Sánchez Paulino muestra las inseguridades, los deseos y los cambios emocionales de sus personajes. Además, encontramos otras formas discursivas, como las cartas y las memorias, que generan una sensación de cercanía con el lector.

En conclusión, esta novela nos sumerge en un mundo enigmático, donde los vampiros, la bruja orcopolita y otras figuras sobrenaturales evocan una lucha entre el bien y el mal, y donde se entrelazan diversas voces narrativas. Esta obra simboliza la búsqueda de identidad en una sociedad que anhela la libertad y la justicia. Como bien decía Cortázar, la novela es ese gran combate que libra el escritor consigo mismo porque hay en ella todo un mundo, todo un universo en que se debaten juegos capitales del destino humano.