La lectura como acto político, es una práctica personal e íntima, sin embargo, su impacto en el desarrollo de una sociedad es colectivo. A pesar de que todos podemos identificar su importancia, y la necesidad de fomentarlo, este hábito enfrenta desafíos significativos en la Republica Dominicana. Para entender mejor esta situación, deberíamos poder analizar datos actualizados sobre los hábitos de lectura en nuestro país. Quisiera poder amparar el punto de partida de esta reflexión en estadísticas actualizadas sobre nuestras costumbres y preferencias de lectura, mostrarles con gráficos atractivos la data que nos guíe sobre cómo, cuándo y dónde existen las mayores oportunidades de mejora en el sector cultural y literario. Pero lamentablemente no cuento con esos datos. ¿Encuestas a nivel nacional? ¿Índices de desarrollo cultural? ¿Desglose estadístico de los indicadores posteriores al fatídico informe PISA del 2023? No las tengo. No están disponibles. ¿Existen?

Solo puedo acercarme a la lectura desde donde la vivo, práctica que me lleva a reflexionar sobre que se está haciendo sistemáticamente en favor de mejorar las oportunidades de la lectura como vía de desarrollo personal y social; sobre quien recae la responsabilidad, compartida o no, de incentivar esta práctica en nuestro país. Esta disyuntiva no es mía, surge invariablemente en la mesa de todas las conversaciones entre escritores y gestores culturales. ¿Para quién estamos escribiendo? ¿Debe el escritor involucrarse en la promoción a la lectura? ¿Se necesitan más lectores? ¿Es un tema de mercado, hay o no compradores de libros? ¿Se necesita escribir algo distinto? ¿Se trata únicamente de evangelizar lectores, o de cultivar ciudadanos críticos y reflexivos? ¿Sobre quién recae la carga de formarlos? ¿Quién tiene la deuda?

Si, la primera respuesta es “El Estado”, quien, como garante del bienestar social, debe trascender las buenas intenciones y plasmarlas en acciones concretas; a través de una inversión programada, oportuna y eficiente en bibliotecas públicas, dotándolas de recursos suficientes y personal capacitado. Pero les pregunto lo siguiente, ¿Cuántas bibliotecas formar la Red de Bibliotecas Públicas, cuentan estas con la infraestructura y recursos adecuados? ¿Cuál es el plan de acciones del Consejo Intersectorial para la Política del Libro, la Lectura y las Bibliotecas? (Creado Ley No. 502-08 del Libro y Bibliotecas. Publicada en G. O. No. 10502 del 30 de diciembre de 2008) ¿Cuál es el alcance real de esta Ley? ¿Cómo opera el Sistema Nacional de Información y Registro Bibliotecario? ¿Opera? Hoy solo traigo preguntas, que se me quedan sin respuestas. Ojo, no desestimo ni minimizo las acciones reales de las cuales tengo conocimiento, tales como la celebración de la Feria Internacional del Libro, establecida en la citada legislación, o  el alcance de programas como Dominicana Lee del Ministerio de Educación, o los esfuerzos de la Dirección General del Libro y la Lectura del Ministerio de Cultura, estas son las luces al final del túnel, estos son los hechos que nos validan que existe una política pública que toca el tema lectura, con una asignación presupuestaria establecida. Lo cual resulta hasta prometedor, pero insuficiente.

Si, es un punto a favor, pero es insuficiente. Fomentar la lectura requiere de algo más. Pasión dirían algunos, amor por los libros, capacidad e intención de transmitir. Fuego dirían los poetas. Compromiso. Voluntad política (aunque suene a cliché). ¿Necesita de más participantes?

Sigo pensando, y entonces llego al sistema educativo, semillero de futuros lectores, y siguen las preguntas. ¿Se debe priorizar la formación de docentes en estrategias de enseñanza de la lectura y promover su practica por placer, no solo como una obligación académica? ¿Debe garantizarse que esta sea una competencia transversal en el currículo educativo, desde la educación inicial hasta la universitaria? ¿Debe incluirse la literatura dominicana contemporánea dentro del currículo? Más dudas.

Me pregunto y les pregunto, ¿Exime la responsabilidad pública o de las instituciones educativas formales al primer escenario de aprendizaje, los padres y cuidadores? Los hogares. No, estos desempeñan un rol crucial. ¿Quién debe buscar, facilitar, crear un ambiente propicio para la lectura en el hogar, leer en voz alta a los niños desde temprana edad y ser modelos lectores? ¿Exponerlos a acciones que pueden marcar la diferencia?

A más preguntas, más participantes. Fomentar la lectura en la República Dominicana es una tarea de todos. Los medios de comunicación, con su amplio alcance e influencia, tienen la responsabilidad de ir más allá del entretenimiento y asumir un rol activo en la difusión cultural. Dedicar más espacio a la literatura, reseñar libros, entrevistar a autores y crear contenido que despierte el interés por la lectura en formatos atractivos y contagiosos.

Fomentar la lectura en la República Dominicana es una tarea de todos. La sociedad civil, a través de organizaciones no gubernamentales, clubes de lectura y ciudadanos comprometidos, puede, y debe, desempeñar un papel activo en la promoción de la lectura. Iniciativas como ferias del libro, talleres de lectura y proyectos de donación de libros pueden acercar el sueño a comunidades marginadas, haciendo realidad el derecho que tanto defendemos.

Pero para leer, necesitamos libros, nuestros libros, la industria editorial dominicana, víctima por demás, y con un vasto potencial de crecimiento, necesita políticas de apoyo que incentiven la producción de libros de calidad y faciliten su distribución a precios asequibles; además de una plataforma que incluya la producción literaria local dentro de los programas de formación escolares y universitarios.

Fomentar la lectura en la República Dominicana es una tarea de todos. No podemos delegar esta responsabilidad en un solo actor. Cada uno de nosotros, desde el lugar que ocupa en la sociedad, puede y debe contribuir a construir un mejor país. Asumamos el reto de construir ese futuro, promoviendo la lectura en nuestros hogares, escuelas, comunidades y medios de comunicación.

Queremos niños con una comprensión lectora profunda y afilada, porque creemos que la lectura es un derecho.  Queremos jóvenes que sean lectores voraces y críticos. Queremos paridad de conocimiento y capacidades; adultos con igualdad de oportunidades de crecimiento y desarrollo. Esto es posible, pero es también un compromiso que todos debemos asumir para edificar una sociedad más justa, equitativa y avanzada.

Mi última pregunta es y tú, ¿Qué estás haciendo? (además de decir que aquí no se lee).

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Ángela Suazo | Escritora – Gestora Cultural. República Dominicana. (1975-) Ha publicado los poemarios DO mayor, Dátiles de Tierra y Sal, Urdimbre de espasmos y el cuento infantil ¿Qué fue eso que soñé?. Gestiona la fundación Te Reto a Leer para incentivar la lectura y conduce Una Página a la Vez, espacio radial y virtual que promueve la literatura.