El libro bíblico de Primera de Crónicas, perteneciente al Antiguo Testamento, tiene como propósito principal relatar la historia del pueblo de Israel desde un enfoque espiritual. Se centra especialmente en la genealogía y el reinado de David, subrayando la importancia del templo como lugar de adoración y conexión con Dios. Este libro resalta valores clave como la obediencia, la fidelidad y la adoración, valores que, aunque enmarcados en un contexto histórico, tienen relevancia en el mundo actual.
Vemos que este libro de las sagradas escrituras empieza con las genealogías desde Adán a Abrahán (1 Crónicas: 1:1-27), de Abrahán a Israel (1 Crónicas: 1:28-54) (1 Crónicas 2: 1-2) . Luego con La tribu de Judá y la casa de David, dividiendo los árboles genealógicos así: Hijos de Judá I (1 Crónicas 2: 3-55). Casa de David (1 Crónicas 3: 1-24). Hijos de Judá II (1 Crónicas 4:1-23). Pasando a Simeón y las tribus Trasjordánicas, comenzando con los descendientes de Simeón, luego con los de Rubén, los de Gad y los de Manasés (1 Crónicas 4: 24-43), (1 Crónicas 5:1-26). Descendientes de Leví, (1 Crónicas 5: 27-41), (1 Crónicas 6: 1-38), las ciudades levíticas y división de las tribus, ( 1 Crónicas 6: 39-66). Las demás tribus (1 Crónicas 7: 1-40), ( 1 Crónicas 8: 1-40).
Se muestra que tras el destierro en Babilonia, los israelitas regresaron y se reorganizaron en Jerusalén según sus genealogías y funciones específicas. Sacerdotes, levitas y otros miembros de la comunidad asumieron roles esenciales en el culto y la custodia del Templo, demostrando un compromiso renovado con Dios. 28 Algunos de ellos tenían el cuidado de los utensilios del culto, y los contaban cada vez que los ponían y los sacaban. 29 Otros tenían a su cuidado los utensilios, todos los vasos sagrados, la harina de las ofrendas, el vino, el aceite, el incienso y los aromas. 30 Pero los que hacían la mezcla de los perfumes aromáticos eran sacerdotes.1 Crónicas 10:28-30 (La Biblia de Nuestro Pueblo, 2015). Todo esto refleja la importancia de la identidad, la estructura y el servicio comunitario en la reconstrucción espiritual y social del pueblo. Reflejando también la manera en la que Dios tiene un orden divino para cumplir su voluntad en nosotros y que a través de nuestro servicio podemos acercarnos a su plan de salvación.
Es evidente que un punto esencial es la obediencia a Dios, desde la disposición de servicio del pueblo en conjunto, como también con el ejemplo de David, ya que es presentado como un modelo de líder que busca constantemente la voluntad divina, destacando la relevancia de la obediencia como camino hacia las bendiciones. 1 Todo Israel se congregó junto a David en Hebrón y le dijeron: "¡Nosotros somos de tu misma sangre! 2 Ya desde antes, incluso cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú el que conducía a Israel. Y ahora el Señor te ha dicho: '¡Tu apacentarás a mi pueblo Israel, tu serás el jefe de mi pueblo Israel!'". 3 Todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón, donde estaba el rey: David desarrolló una alianza con ellos en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos lo ungieron como rey sobre Israel, conforme el Señor lo había anunciado por medio de Samuel. (1 Crónicas 11:1-3).
Esto demuestra que, desde el inicio de nuestras vidas, Dios nos guía para cumplir su plan de salvación en nosotros. Sus bendiciones no solo se basan en nuestra conveniencia individual, sino que también benefician a los que nos rodean, pues su amor, fidelidad y bondad no se limitan al pensamiento humano. Nos deja claro que, cuando algo viene de parte de Dios, se cumple bajo su voluntad y que, aparte de lo que inicialmente ya Él nos haya revelado, también habrá una confirmación comunitaria.
El ascenso de David como líder, elegido por Dios y apoyado por todo Israel, nos indica su fe, valentía y capacidad estratégica. Su conquista de Jerusalén simboliza el establecimiento de un reino fuerte y centrado en la voluntad divina. Los guerreros de David reflejan la lealtad y valentía de quienes lo apoyan, resaltando el impacto del liderazgo inspirado en el propósito divino y la unión comunitaria en la construcción de una nación sólida. Esto nos enseña que en la unidad de Dios está nuestra fuerza, pues en Él y con Él somos uno. Esto se evidencia en nuestras decisiones individuales de obrar según los mandatos de Dios, que nos llevan a reflejar los frutos del Espíritu Santo en entornos sociales.
Cabe destacar que, en medio de todo, la fidelidad de Dios siempre está presente. Se nota desde el inicio de la creación y no hace excepción en la historia del rey David. Yo he estado contigo en todas tus empresas; he aniquilado a todos tus enemigos; te haré famoso como a los más famosos de la tierra; daré un puesto a mi pueblo, Israel: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, sin que los malvados vuelvan a humillarlo como lo hacían antes, cuando nombré jueces en mi pueblo, Israel. Te daré paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. (2 Samuel 7:9-11) Pues, desde el inicio el Señor le reveló la promesa para su vida y para su pueblo. En crónicas vemos que se resalta cómo Dios cumple su palabra:
David se presentó ante ellos y les dijo: "Si vienen como amigos para ayudarme, yo estoy dispuesto a unirme con ustedes; pero si vienen para entregarme a mis enemigos, siendo así que no hay violencia en mis manos, ¡que lo vea el Dios de nuestros padres y haga justicia!".
Entonces el espíritu descendió sobre Amasai, el jefe de los Treinta, y éste exclamó:
"¡Estamos de tu parte, David!¡Estamos contigo, hijo de Jesé!
¡Paz, paz para ti,y paz para el que te ayuda!
¡Porque tu Dios viene en tu auxilio!".
David les dio la bienvenida y los puso al frente de sus divisiones. (1 Crónicas 12:18-19)
También se refleja la consecuencia de la desobediencia, por ejemplo: cuando llegaron a la era de Quidón, Uzá extendió su mano para sostener el Arca, porque los bueyes habían resbalado. Entonces la ira del Señor se encendió contra Uzá y lo hirió de muerte por haber extendido su mano hacia el Arca, y Uzá murió allí mismo delante de Dios. (1 Crónicas 13:9-10) Resaltando que, la desobediencia nos lleva a pecar y la consecuencia del pecado es la muerte. De manera más profunda, no solo existe la muerte carnal de forma literal, sino también una muerte espiritual que sucede cuando el creyente o hijo de Dios se aparta de la voluntad del padre. Y esto no es porque Dios se aleje, sino porque el pecado crea una grieta que solo puede ser restaurada por la gracia divina, nuestra fe, el arrepentimiento y la conversión.
Lo vemos como un ejemplo claro en el caso del mismo David, quien le faltó a Dios en diferentes ocasiones debido al pecado. Una de ellas fue cuando censó al pueblo, lo que provocó el castigo divino tanto para él como para Israel. Sin embargo, David tuvo un arrepentimiento genuino y se aferró a la misericordia de Dios. Ofreció sacrificios para restaurar su comunión con el Padre y cambió su forma de obrar para no volver a ofenderlo. Así, El Señor tuvo misericordia y escuchó su clamor (1 Crónicas 21). De esa misma manera, la sagrada palabra nos llama a no pecar contra Dios y, en caso de hacerlo, porque nuestra humanidad nos impulsa, debemos siempre tratar de volver al estado de gracia y no alejarnos de Él. Es posible que, de la mano del señor, alcancemos la santidad, a pesar de las pruebas y dificultades, ya que estamos llamados a ser santos, como el Padre que es santo.
Este ciclo es una lección de la gracia y la disposición de Dios para perdonar a quienes se acercan con sinceridad. De la misma manera se plantea la importancia de la organización del culto en el templo, incluyendo a levitas y cantores, enfatiza que la adoración trasciende lo individual y se manifiesta en comunidad. Entonces David dijo a los jefes de los levitas que designaran a sus hermanos como cantores, con instrumentos musicales, salterios, arpas y címbalos, para que entonaran cantos de alegría. (1 Crónicas 15:16) Luego con las indicaciones para edificar el templo de Dios, reflejando el orden divino y de lo sagrado, pues Dios es un Dios de orden. Vemos cómo David le pasa la responsabilidad a su hijo salomón, para que este continúe la obra del señor, antes resaltando un consejo importante: 1 Crónicas 28:9. Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvelo con un corazón íntegro y con ánimo generoso, porque el Señor sondea todos los corazones y penetra hasta el fondo de todos los pensamientos. (1 Crónicas 28)
Primera de Crónicas nos muestra la fidelidad incondicional de Dios, pues a pesar de nuestras faltas humanas él no se hace indiferente a nuestras realidades y siempre cumple sus promesas, según su voluntad y la disposición de nosotros. Se muestra la fidelidad que tiene con su pueblo: Descendientes de Israel, su servidor, hijos de Jacob, su elegido: el Señor es nuestro Dios, en toda la tierra rigen sus decretos. Él se acuerda eternamente de su alianza, de la palabra que dio por mil generaciones (1 Crónicas 16:13-15). Tal como ocurrió con el rey David y su hijo Salomón, lo que Dios prometió se cumplió y se hizo evidente ante el pueblo. Esto nos recuerda la necesidad humana de estar en comunión con Dios, lo cual requiere obediencia, fe y valor. Las genealogías, más que simples listas históricas, refuerzan la identidad colectiva y la continuidad de la fe, especialmente en un mundo donde las raíces culturales tienden a diluirse.
En medio de la incertidumbre y los conflictos constantes, las lecciones de obediencia, arrepentimiento y adoración nos invitan a construir una sociedad fundamentada en el respeto mutuo, la búsqueda de justicia y una conexión espiritual profunda. Estas enseñanzas, atemporales y universales, nos guían hacia un propósito mayor que trasciende nuestras limitaciones humanas.
El énfasis en el culto comunitario puede compararse con la forma en que las comunidades cristianas actuales buscan unir fe y acción a través de actividades religiosas y actos de servicio. Así como David preparó recursos para el templo, los creyentes de hoy están llamados a construir comunidades espirituales que reflejen valores como la solidaridad, la esperanza, el temor de Dios y el amor.
En conclusión, el mensaje de Primera de Crónicas trasciende épocas, recordándonos la soberanía y fidelidad de Dios. Nos muestra que, a través de la fe, la adoración, el arrepentimiento, la obediencia, el servicio y el amor a Dios, es posible experimentar una transformación tanto personal como comunitaria. En una sociedad moderna llena de retos, estas lecciones ofrecen una brújula espiritual para vivir con propósito y mantener una conexión divina con el creador de todo lo existente: Dios. Asimismo, nos deja la reflexión de que, así como la fidelidad de Dios es permanente, nosotros también estamos llamados a serle fieles en todo.
Referencias:
Biblia de Nuestro Pueblo. (2015). Una traducción latinoamericana. Editorial Verbo Divino.
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Camil García Ferreira es estudiante de la Licenciatura en Lengua Española y Literatura en el Instituto Superior Docente Salomé Ureña, recinto Félix Evaristo Mejía de Santo Domingo. camilgarcia040302@gmail.com