¿Debe un tesista encargarse de la edición final de su tesis? La respuesta es: no. En el ámbito académico dominicano ‒donde hay tantas tareas pendientes de pensar y aclarar‒ ese es un tema que no suele tratarse. De hecho, muy posiblemente sea un asunto descuidado en la academia en general. Hidalgo Navarro (2004), refiriéndose a la ausencia de cursos universitarios para la corrección de estilo en la Universidad de Valencia, señalaba que “en un futuro no muy lejano debería pensarse en algún módulo específico, al menos optativo, que reúna los contenidos necesarios para formar a profesionales de la corrección de estilo”. A la fecha de hoy, me parece que no se ha avanzado mucho en ese orden. Me atrae la hipótesis de que quienes se aferran ciegamente a la idea de que el proceso final de la tesis debe depender estrictamente del tesista, colocan su mente medio siglo atrás, cuando la máquina mecánica reinaba en la edición formal de documentos.

En su libro todavía valioso Cómo se hace una tesis publicado  en la década de los setenta, Eco (1977) se muestra inseguro en tanto a la participación, en la preparación del documento, de segundas manos (copistas, mecanógrafos profesionales), al punto de guiñar al respecto: “El problema es si sabéis (o conseguís aprender) escribir a máquina: por lo demás, una máquina de escribir portátil da mano cuesta menos que dar una tesis a mecanografiar” (p. 221). Pero es mucho lo que a la sazón ha llovido desde la vieja y olvidable letra de molde en cuanto a la manipulación de los textos.

Alegoría del tesista como alpinista

Entremos en materia. Imaginemos este escenario de una estudiante que lleva una determinada cantidad de meses trabajando en la redacción del documento de su investigación. En las últimas semanas o días se ha vuelto esclava de su estudio. Mucho café, poco salón, casi cero salida, teteo off, la sensación de ping pong que produce el ejercicio de un capítulo de la tesis yendo y viniendo entre ella y sus asesores, a lo mejor unas hebras de cabello sobre el teclado de la laptop. Cuando al fin llega el momento en que se declara que ya todo está correcto, queda un último detalle “sin importancia": realizar la corrección al documento completo.

A esas alturas del juego, solamente pensarlo da tiriquito. Piensa uno en esas películas en que un sujeto coge toda la lucha del mundo para escalar una montaña cuyo codo cosquillea las nubes. Tras casi fracasar en el abismo, al fin logra pisar la cima y, para fines de la cámara, levanta los brazos en actitud victoriosa. Sin embargo, en ese momento quien ha estado viendo la película se dice y pregunta con ansiedad: “Bien. Ya subió. Ahora, ¿cómo el hará para bajar?”. La opción que yo imagino es que el chamaco repetirá, con mayor posibilidad de resbalón, el mismo recorrido de la ruta montaña abajo. La opción que, imagino, quienes saben de eso explican es que el sujeto bajará por el otro lado de la montaña, que tiene caminos trillados y bucólicos. Bien, si comparamos al tesista con el escalador que llegó a la cima, la primera opción será la de fajarse él mismo a editar el largo documento. La segunda, utilizar un servicio de edición.

En efecto, no es recomendable, ni emocional ni técnicamente hablando, que quien produjo el texto se encargue de su edición final. La labor de enmendar gazapos ortográficos, léxicos y sintácticos, así como revisar la macroestructura y la superestructura del texto no deben recaer en el tesista. Los escritores profesionales saben que, cuando intentan hacer eso a su propio texto, terminan por leerlo de memoria, por fijarse en la reescritura de detalles o embeberse en determinados pasajes, dejando a un lado la tarea original. Por esta razón, las editoriales cuentan con un personal que se encarga de la edición, sin importar que el autor haya sido Pepe el hijo de doña Tata o el mero mero director de la Real Academia Española. Lo mismo debe suceder con el documento de investigación una vez terminado el proceso fundamental de la escritura.

Antes de dar el siguiente paso, debe quedar claro que no estamos hablando de esos “servicios” de prostitución académica en los que te “hacen” la tesis completa por dinero. Este tipo de servicio representa un caso de irresponsabilidad, baja autoestima intelectual, delincuencia común y falta de ética que desde hace tiempo ha debido ser perseguido por las universidades y las autoridades por constituir actos de fraude contra el sistema educativo. En el caso de este artículo, nos estamos refiriendo a la integración formal del servicio de corrección editorial por parte de personal calificado. Al final del día ‒los escritores profesionales lo saben‒, el mérito de un texto no pertenece a quien colocó una tilde, reacomodó una cadena sintáctica o reescribió una etiqueta de citación, sino a quien realizó la difícil y metódica tarea de pensarlo y estructurarlo como un conjunto coherente de ideas.

Experiencias de edición

En el mundo académico internacional la figura del editor de tesis juega un papel importante en la producción (cuasi postproducción) de los documentos de investigación. Diversas universidades, como la de Valencia, contemplan la presencia de este agente. Debido al rol importante de la edición de tesis, existen diversas plataformas y personas que ofrecen ese servicio de manera profesional. En la red aparecen muchas empresas que se encargan de este tipo de edición. Un ejemplo, en lengua inglesa, es Thesis Proofreading and Formating, que opera desde 2003. En su web, esta empresa informa de que ha editado más de cien tesis doctorales de instituciones como Universidad Nacional Australiana, Universidad de Lancaster, Universidad Macquarie, Universidad de Nueva Inglaterra, Universidad de Notre Dame y Universidad de Sidney (Welcome to our Website, s. f.).

La información que ofrece Thesis Proofreading and Formating para el proceso da una idea general del patrón que se suele establecerse entre el tesista y el editor. Dos personas colaborarán en la revisión utilizando las herramientas de corrección de MS Word, las cuales sugieren enmiendas para mejorar aspectos como ortografía, gramática, puntuación, uso de guiones y errores tipográficos. También evalúan elementos como la estructura de las oraciones, la secuencia lógica, la claridad y la complejidad excesiva. Se revisa su estructura según el modelo editorial utilizado. El informe resultante puede incluir comentarios sobre corrección de estilo, corrección de pruebas, referencias y formato. Se solicita información sobre si el asesor ha revisado el trabajo, el estilo de referencia utilizado y cualquier instrucción especial. La corrección de estilo, si es costeada por la universidad, puede salir por unos 620 dólares. El trabajo en el formato, la revisión de la referencia y las enmiendas se cobran entre 40 y 50 dólares la hora de trabajo. La política de precios de otras plataformas que ofrecen un servicio más o menos semejantes incluyen Editor Word (US$1,200), Scribbr (US$2,000) y Oxford Editing (US$2,100). Esas empresas realizan el trabajo en un tiempo de una a dos semanas.

Figura y rol de quien realiza la edición

De la Vega (2022) menciona el entorno académico como el primer ámbito en que se requieren los servicios de corrección de estilo, aplicado a tesis, investigaciones, artículos y programas de estudio. El editor de tesis debe ser una persona con dominio de las competencias gramaticales y del formato textual académico. Su labor no es, ni debe ser, modificar las ideas ni los planteamientos del documento, sino pasarlos por el cedazo de la corrección gramatical. Por supuesto, eso no excluye que deba avisar sobre la falta de asuntos macroestructurales, sea algún fragmento que hace cojear una sección, la redundancia de un párrafo o la distribución inadecuada de un conjunto de elementos, aspectos que bien podría señalar al tesista para su información y fines de lugar. Su tarea será la de velar por el uso correcto de la lengua y del formato del documento.

Sobre la labor del editor, se debe establecer la diferencia entre dos de sus funciones: la corrección de estilo y la corrección de pruebas. La corrección de estilo es un proceso integral que busca mejorar la claridad, coherencia y profesionalismo del material escrito. Su objetivo principal es refinar el texto, abordando inexactitudes gramaticales, inconsistencias sintácticas y defectos estructurales. Este proceso también implica verificar hechos, asegurando la precisión y el respaldo de las afirmaciones, así como dar formato al texto según reglas específicas. La corrección de pruebas es un proceso más enfocado en la detección de errores de ortografía, gramática y puntuación. Su objetivo principal es identificar y corregir cualquier error que pueda haberse pasado por alto durante la corrección de estilo. Durante este proceso se verifica el formato del texto para asegurarse de que cumple con las reglas y pautas establecidas. Ambos procesos son esenciales para mejorar la calidad del contenido escrito y cumplir con los estándares académicos.

Realidad y retos de la edición de tesis en la República Dominicana

 En nuestro país existen diversas empresas que ofrecen el servicio de edición de tesis. Algunas de ellas, más que un trabajo de edición, en realidad se dedican a hacer las tesis por completo, siguiendo una práctica vergonzosa para el sistema universitario nacional. En muchos casos, quienes se encargan de “armar” las tesis son empleados de tercera categoría académica cuya habilidad se sustenta en reescribir (la producción de texto con asistencia de IA les facilita la vida) otras tesis a las que tienen acceso, ajustando los elementos a las necesidades del cliente. Sobre este tema, el rector de Utesa, Príamo Rodríguez Castillo, llegó a declarar públicamente: “Nosotros abolimos el monográfico y la tesis porque son cosas muy teóricas y los compraban alrededor de la universidad” (Espinal, 2018). Por supuesto, existen personas, a menudo de manera esporádica, y empresas que realizan la corrección gramatical y de estilo.

Al margen de los servicios delictuosos, la edición de tesis es una labor necesaria. En nuestro país las universidades, que formalmente no suelen expresarse al respecto, deben formalizar la inclusión de la figura del editor, la cual, por no estar prohibida, automáticamente queda incluida. En este sentido, sugiero tres retos que las instituciones de educación superior deben asumir en este sentido. El primero es trabajar en conjunto con la Mescyt y los organismos jurídicos y de investigación con el fin de que se logre establecer la función de los negocios que operan en el campo de las tesis, estableciendo procedimientos, responsabilidades, obligaciones y sanciones. El segundo es incentivar a los tesis-tas para el posible uso de servicios de edición o, si no, que desarrollen estrategias y competencias propias que les permitan realizar por otras vías la ardua y valiosa tarea de la corrección formal de los textos.

El tercero es preparar dentro de la comunidad universitaria personal que, desde dentro de la misma institución, pueda ofrecer esa labor, como un servicio que puede ser gratificado por puntos de determinadas materias o por una suma de dinero acomodada a las posibilidades del tesista. Esto implica formación de talleres para estudiantes, preferi-blemente de nuevo ingreso y de las carreras vinculadas a la lengua y a la comunicación, en los que adquieran las competencias de la función editorial, el perfeccionamiento de las reglas de la lengua, el dominio de la estructura de los documentos de investigación y el manejo de modelos editoriales. Esta formación, enriquecida con la inclusión de unidades sobre estos aspectos en algunas materias vinculadas al uso de la lengua y la producción textual, ayudaría a que una parte del estudiantado adquiera mayor conciencia de su educación académica, a la vez que se iría enriqueciendo en lo intelectual y lo procedimental de una participación activa en los procesos de producción formal del conocimiento.

La inclusión del rol de los editores de tesis constituye un calmante para los tesistas en la parte final de la redacción de su trabajo. Asumirlo como un componente de la dinámica de las universidades puede fortalecer una labor bienvenida y necesaria, así como enriquecer las competencias intelectuales y operativas de los estudiantes. Por otro lado, presenta una oportunidad para organizar un poco la parte exterior de la casa, un paso para garantizar la calidad formal de las tesis presentadas y un elemento para añadir la necesaria cuota de felicidad que resulta imprescindible durante el trabajo de investigación.

 

Referencias

De la Vega, P. (5 de abril de 2022). ¿Qué hace un corrector de estilo? Letras Laetas. Https://www.letraslaetas.com/que-hace-un-corrector-de-estilo.

Eco, H. (1998). Cómo se hace una tesis. Gedisa.

Espinal, J. A. (24 de agosto de 2018). UTESA eliminó tesis y monografías de grado. Coopsano. Https://www.sabanetasr.com/utesa-elimino-tesis-y-monografias-de-grado.

Hidalgo Navarro, A. (2004). La actividad del lingüista como corrector de estilo. Universitat de València. Https://www.uv.es/ahidalgo.

Welcome to our Website (s. f.). Thesis Proofreading and Formating. Recuperado de http://www.mythesis.com.au/ el 3 de noviembre de 2023.