Desde grupos provenientes del Amazonas, el Orinoco, Centroamérica, hasta de otras islas caribeñas, Cristóbal Colón a su llegada al continente, en especial sus islas del archipiélago caribeño como habría de llamarse la región posteriormente, Colón encontró diferentes grupos aborígenes que ha de suponer una gran diversidad étnica.

En sus afanes de conquistar otros territorios con mano de obra disponible, Cristóbal Colón siguió sus andanzas y ante la disminución de aborígenes en la isla optó por traer lucayos de otras zonas cercanas en el Caribe.

Pero no olvidemos que, a su llegada a la isla, había arahuacos, siboneyes, macorises, ciguayos y Caribe, éstos sin bien eran nómadas, y no residían fijos en la isla, incursionaban con frecuencia y hostigaban a los residentes isleños, por ser guerreros en sus prácticas sociales.

Estas diferencias o diversidad étnica no necesariamente suponía confrontaciones mayúsculas, dado que el principal grupo dominante a la llegada de Cristóbal Colón a la isla, eran los llamados taínos o arahuacos, que por sus propias prácticas sociales era agricultores y pacíficos por esencia, por tanto, se descartaba procesos de dominación, por el contrario, se produjo una suma cultural de antiguas prácticas de estos grupos encontrados a su llegada a la isla, a la ya existente entre los arahuacos, y más que confrontarse, se incluyeron estas formas culturales esenciales a las de los arahuacos lo que les permitió una más rápida adaptación a la isla.

Naturalmente, esta diversidad étnica tampoco fue absolutamente armoniosa puesto que los ciguayos eran más belicosos que los demás por tener sangre caribe en sus venas y procedían con mayor virulencia ante los demás y, sobre todo, contra los extraños que merodeaban la isla. Se les consideraba un cruce entre caribes y arahuacos y fueron los responsables de la quema del Fuerte de la Navidad con Caonabo a la cabeza y del enfrentamiento del Golfo de la Flecha en Samaná, contra los españoles.

De su lado los Caribes incursionaban desde el Caribe Menor y azotaban las poblaciones arahuacas llevándose muchas veces a sus mujeres responsables éstas de la fabricación y dominio de las técnicas de la cerámica que ellos no tenían en su grupo de procedencia.

Esa incursión en la isla traía mucho desasosiego debido a que los taínos, al no ser un grupo guerrero se desamparaban y quedaban a merced de las acciones de los Caribes. Naturalmente que la justificación en algunos casos era raptar las mujeres para tener quienes les fabricaran la cerámica, las consecuencias de esta presencia en suelo isleños atormentaba a los taínos  y suponía confrontaciones desiguales a favor de los Caribes, pero denotaba que había diferencias étnicas, sociales, culturales y de prácticas de gobernanza diferenciadas, a las que se sumaban grupos con vestigios igualmente con formas culturales arcaicas y protoarcaicas entre algunos de los grupos étnicos de la isla como parte de aquellas poblaciones encontradas por los taínos a su llegada a la isla en el siglo III de la e. C., todo lo cual demuestra que no era un paraíso la isla a la llegada de los europeos en 1492.