La cultura, concebida como el conjunto de saberes que gobiernan nuestras formas de sentir, pensar y actuar, incide en las formas de producción porque toda actividad económica es cultural, y toda cultura posee un fundamento económico. En este sentido, el cuarto capítulo de la publicación Dominicana Creativa: Talento en la economía naranja desarrolla el tema de la cultura.

De la mano de distintos representantes del sector, explica cómo la gestión de la cultura es clave para potenciar las industrias creativas porque facilita las interrelaciones entre los distintos eslabones de la cadena de valor de la cultura: enseñanza, creación, producción, difusión, comercialización y consumo.

Gestionar es hacer posible que el instrumento que estamos utilizando llegue a la gran mayoría, y que sea disfrutado, compartido y hasta analizado, criticado por las grandes masas, explica Myrna Guerrero, historiadora y crítica de arte, artista visual y directora del Museo Bellapart en el debate Dominicana es Creativa: Gestión Cultural.

Roldán Mármol, que la acompaña junto a otras voces que participan, plantea que lo que más trasciende de la gestión cultural es su capacidad de diseño, de planificación, de posibilitar estrategias y crear procesos que tienen que ver con la capacitación, el fortalecimiento, y que permite trascender más allá de lo inmediato.

Los datos y análisis que se ofrecen a continuación corresponden a la fusión de las palabras de la autora del capítulo de cultura de Dominicana Creativa, María Amalia León; con las voces de Myrna Guerrero, Roldán Mármol, Fernando Rodríguez de Mondesert, Carlos Acero Ruiz, Sara Hermann y Luis Rivas.

El capítulo de gestión cultural también da a conocer las historias de éxito de Viena González, directora ejecutiva y fundadora del Teatro Guloya; Marión Paredes, gerente general de M33; y Manuel Mera, artista dominicano.

Entre los productos se pueden escuchar los podcasts de Popular Talks sobre la cultura y la economía naranja: “El arte público es el museo de la gente” con Kilia Llano, “El arte siempre está presente en nuestro sistema de vida” con Elías Roedán, y “La gestión cultural impulsa las industrias creativas de nuestro país” con Lyle O. Reitzel.

Cultura y desarrollo

La cultura surte efecto tanto en la etapa de comercio como en la de consumo. De ahí que exista una relación directa entre la cultura y la economía.

Entre desarrollo humano y crecimiento económico existen nexos e interinfluencias. El crecimiento promueve el desarrollo humano a medida que la base de recursos se amplía; un mayor desarrollo humano genera más crecimiento cuando una población más educada contribuye a mejorar el desempeño económico. En el contexto americano, la República Dominicana es uno de los países de mayor crecimiento sostenido en las últimas décadas. Sin embargo, mantiene un porcentaje significativo de su población bajo la línea de pobreza y acusa debilidades estructurales en sectores claves. Se produce entonces inequidad, que afecta tanto a la calidad de vida como a la inversión pública en cultura, lo cual deriva en inequidad cultural. En el país el crecimiento no ha sido sinónimo de desarrollo.

“La inequidad cultural es resultado de una inequidad social. La misma persona que no tiene acceso a la cultura no tiene acceso a la salud, a una buena educación, a agua potable”, Sara Hermann, especialista en artes visuales y curadora en jefe del Centro León.

En el ámbito productivo, la cultura puede incidir para ser más creativos, innovadores y emprendedores. Los valores culturales tienen gran importancia en el funcionamiento de la economía. Si el ser humano crece y se desarrolla en un entorno cultural que estimula la creatividad, el pensamiento crítico y la búsqueda del conocimiento, abierto a los cambios y a las transformaciones, esto tendrá impacto en la generación de riquezas y en el desarrollo económico y humano. Es necesario visualizar a la cultura como el motor y resultado de una economía basada en la honestidad, la colaboración y el servicio a la nación. Solo así será posible pasar del crecimiento al desarrollo económico.

“Debemos ser conscientes de que República Dominicana todavía tiene una visión predominante de política cultural bastante elitista y muy discriminatoria. Es una herencia colonial y neocolonial que nos pisa cotidianamente”, Roldán Mármol.

Retos de la industria cultural para el crecimiento económico

  • Políticas públicas y participación de entidades públicas en los proyectos

La cultura es un área de mucha resiliencia, un sector golpeado cuyo crecimiento debe partir de políticas públicas. Se puede hacer mucho desde los esfuerzos individuales, pero tiene que existir una política pública que regularice, legisle, organice y proteja lo que es el ámbito cultural.

Luis Rivas, gestor cultural y artista multidisciplinario, destaca que en el país es parte de la normalidad que la clase pobre no tiene acercamiento con el arte. Muchas veces en los barrios y campos hay niños con talento que nunca tienen contacto con el arte, son talentos que se pierden.

  • Digitalización de la oferta cultural

Se entiende por consumo cultural el acto de utilizar bienes y servicios culturales, ya sea como insumos dentro del proceso productivo o para la satisfacción directa de necesidades individuales o colectivas. El uso de bienes y servicios culturales puede realizarse de manera presencial o remota, gracias a las tecnologías digitales. Aunque la experiencia directa permite formas de aprendizaje y conocimiento irremplazables, contextos como la pandemia han puesto sobre la mesa la necesidad de la digitalización de los productos culturales: exposiciones permanentes, dinámica musical, artesanal, teatral y dancística.

  • Incentivos fiscales y económicos

La inversión en cultura y educación es mínima. Para Roldán Marmol, el presupuesto cultural de República dominicana es “absurdo”.

  • Marco legal representativo

Hay quejas en el sector sobre la Ley del Mecenazgo, que debía llegar a llenar el vacío presupuestario para el renglón.

Según comentan, la ley de mecenazgo se estuvo debatiendo por unos 12 años y al final muchos puntos que ya estaban consensuados fueron modificados de manera unilateral en el Senado. El deducible se bajó de un 5% a un 2.5%, se excluyó el sector municipalista, que era una instancia clave y fueron excluidos los dos participantes del sector cultural.