La visión netamente científica para explicar la historia, como querían Hegel y Marx, cada uno desde puntos de vista diferenciados, aunque materialistas ambos, resultan insuficientes paras abarcar el universo de las ideas que flotan en la mente humana como soles que se alternan y se alejan.

La cuestión personal, como generadora de conflictos que el filósofo inspirador del Manifiesto Comunista desdeñó rabiosamente, sí puede explicar la historia aunque no de manera íntegra, aunque no sea abarcadora del todo.

Nadie puede ignorar que hasta un gesto breve en un contexto de confrontaciones puede desatar los infiernos. Nadie puede ignorar el poder de los poderosos ni sus iniciativas arrebatadoras aún si fuesen organizadas o caóticas.

Y puede incluso explicar el momento actual en el que un gobernante insultado y ofendido en su ego enorme, adelanta, con violencia inusual, devastadora, un conflicto en Europa que crea serias tensiones entre las potencias y el mundo.

Ahí tenemos el hecho de que individuos que, salidos del anonimato, obtienen el poder de todo un país enorme y ponen en práctica su rencor social, su mentalidad violenta, lastimada agrediendo y matando sin miramientos incluso la inocencia, para acallar su subconsciente poblado de tensiones internas, de iras, de conflictos no resueltos, de obnubilaciones, creando un clímax peligroso en las relaciones internacionales.

Contrario al enfoque cientificista de la narrativa histórica, despojado de la incertidumbre del egocentrismo y la megalomanía, estos factores sí importan a la hora de trabajar el tinglado histórico.

Incluso, el mismo método materialista de Marx aconseja ver todos y cada uno de los factores comprometidos en los conflictos para producir una conclusión más o menos objetiva de los hechos, de las circunstancias, de los factores, convergentes o no, comprometidos en por ejemplo una guerra.

En el Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, de Marx, talvez el primer examen riguroso de un hecho histórico despojado de anécdotas de tipo particular, no se toma en cuenta el problema de las pasiones, de los sentimientos, de las percepciones puramente psicológicas envueltas en el proceso narrado.

Este es un error: sí importan estas cuestiones aunque no sean obligatoriamente el centro generador de las guerras, de las batallas, de los disensiones que acometen los seres humanos en procura de dominar territorios, imponer criterios ideológicos y políticos, como también económicos a países enteros, a grandes regiones del planeta.

(Bueno, hay que decir que aunque estudió a fondo sociología, historia, economía y hasta ecología, Marx no era psicólogo y no les daba mayor importancia a factores personales.