Mario Vargas Llosa, en su ensayo La civilización del espectáculo, pone de relieve un tema que ha sido, en cierto modo, estudiado previamente por otros autores, llámese cultura del entretenimiento, de la diversión, alienación, entre otras denominaciones.

Lo que para algunos representa una crisis de la cultura, para otros su democratización. Fenómeno social que se potencia con la tecnología de la información, en especial, por la internet y las redes sociales.  Desde cualquier perspectiva o nombre por el que se prefiera llamar, lo cierto es que todos los dardos apuntan hacia una tarjeta de tiros presente en la actualidad; banalidad de la cultura, la superficialidad de la vida, el discurso y el pensamiento vacíos.

Vargas Llosa critica el rumbo que han tomado las sociedades con respecto a la cultura, plantea que los cambios se manifiestan en todos los aspectos que la conforman, educación, política, comunicación, entre otros. Constatar este discurso en la sociedad dominicana es justo el propósito de este artículo.

Basta dar un paseo por la ciber República Dominicana para darse cuenta de la trivialización del pensamiento. Una red de opinadores, que, si bien es cierto, ejerce su derecho a la libre expresión, también es cierto que muestra un discurso sin ninguna base de sustentación, argumentos falaces, fruto de la repetición de opiniones que se van esparciendo como bolas de humo, por ejemplo, opinar sore cualquier noticia o artículo sin haber leído.

De igual forma los medios de comunicación tradicionales dedican su programación, en su mayoría, a temas que solo entretienen, ni informan, ni educan. Ningún programa, o casi ninguno, motiva a la lectura, a la reflexión; los titulares de muchos periódicos más que motivar a leer la noticia despiertan el morbo. La moda y la vida de los famosos son el centro de atención. Una interacción matizada por los prejuicios, intereses personales o manipulada por ideologías politiqueras sustentadas en un pragmatismo sin fundamentos morales que deja de lado el bien común, con salvadas excepciones. Asimismo, los hechos no son contados con objetividad, sino, basados en opiniones que se multiplican entre sí. Las buenas crónicas brillan por ausencia.

Al igual que en otros países en la política se manifiesta el mismo fenómeno, artistas populares han sustituido a los intelectuales en los cargos públicos y legislativos. Esto puede ser, como afirma el autor, porque en ocasiones los segundos han servido a los regímenes totalitarios y han actuado de espalda al bienestar de la colectividad o porque en el presente la imagen supera la realidad.  Los medios de comunicación tienen un rol preponderante en las campañas políticas, la manipulación de la imagen juega a vender los candidatos, así como los recursos económicos pujan sin límites y sin pudor, se gastan sumas astronómicas impropias de un país pobre, el dinero incide más que las propuestas.  Ha habido y hay  funcionarios y legisladores fruto de la emotividad, la manipulación de valores y de la imagen que, aunque no esté mal su elección y su derecho, con algunas excepciones, no han hecho una labor encomiable desde sus puestos o curules, la mayoría ha seguido y ha sido aplastada por las prácticas tradicionales.

El escritor peruano y Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa en una imagen de archivo. EFE/Daniel Pérez

La música despoja de sensibilidad y erotismo a la sexualidad. Su contenido explícito banaliza, trivializa el acto. A la par con la liberación de tabúes y prejuicio ha venido el contenido explícito   muy crudo y hasta soez. Este hecho junto a las condiciones de hacinamiento fruto de la pobreza exacerba la sexualización en la niñez, le quita la inocencia, fantasía e imaginación propias de su etapa, factores que deben ser estimulados por la literatura infantil y juvenil.

Sobre la lectura ni siquiera la opinión de Vargas Llosa de que en este tiempo la literatura que se consume es la Light puede aplicarse en República Dominicana, porque todos los estudios indican que no se lee. En los primeros años de escolaridad los niños no pueden comprender un texto simple, alumnos terminan el bachillerato sin haber leído un libro completo, al leer no pueden dar cuenta de lo leído. Muchos de las figuras públicas admiradas por niños y jóvenes no pueden expresar una oración coherente, fruto de su falta de lectura. Las entidades responsables del fomento y la motivación a la misma la han abandonado, no hay políticas estatales para estos fines, las librerías han desaparecidos, quedan muy pocas con precios inasequibles para las mayorías, están reservadas para una élite. Una vez al año, en ocasión de celebrar la feria del libro, se publicita una campaña motivando a la lectura, por lo demás gobierno, familias y escuelas la abandonan.

Respecto a la educación el párrafo anterior da una idea de cómo anda. Todas las mediciones dejan a la República Dominicana mal parada, últimos lugares en lectura, escritura y matemáticas. La figura del profesor desvalorizada, formación humanística ausente, por lo visto no se necesita de la cultura para ser exitoso, un buen ser humano o ciudadano. Las artes no forman parte de la educación integral de los alumnos. Las instituciones educativas que fueron referentes de calidad y número uno en formación humanista ha perdido mucho de su prestigio y de su esencia. No cabe duda, la educación dominicana ha perdido el rumbo en su tarea de formar ciudadanos íntegros.

En fin, conforme al discurso de Vargas Llosa la República Dominicana no es diferente a otros países, el Estado ha abandonado la cultura a pesar de tener un ministerio que supuestamente vela por ella. La educación no ha mejorado, aunque se ha destinado mayores recursos para los fines. El ejercicio periodístico ha equivocado su rumbo, al igual que la apreciación y valoración de las artes. Todo esto ha traído como consecuencia la banalización de la cultura, la sobrevalorización de la imagen y la apariencia por encima del ser, la superficialidad y la inmediatez por encima del pensamiento crítico y el entretenimiento supera la diversión.

Andrea Teanni Cuesta Ramón en Acento.com.do