Yo escribí los nombres de los humildes sobre los muros, pero no los recuerdo.

Yo sólo sé que muchos murieron alzando los brazos para atrapar el cielo, pero cayeron sin nombre, cayeron sin piernas, cayeron sin sexo ni esperanza. (Freddy Gatón Arce)

 La Cañada de Miguel. La mujer fríe empanadas con su mejor sonrisa. Como si el mundo que le rodea no le mostrara sus peores carencias, sino las ganas de seguir vendiendo sus empanadas con el buen ánimo que caracteriza a los residentes de los pueblos del interior,  de cualquier país. El sur existe y sonríe.

Las tres señoras que desgranan guandules debajo de la escalera de una casa, los motoconchistas trasladando personas y enseres de un lugar a otro sobre caminos en mal estado y los niños jugando a lo que sea. Una muestra de que la vida tiene que producir para  todos y todas en San Miguel,   pese a los nubarrones. La vida no espera a nadie y la brega es de los vivos. Mas nada, tan simple como eso.

La veteranía y el buen ojo del reportero gráfico, Carlos Mejía nos ofreció la gran oportunidad de ilustrar esta colaboración para el periódico digital Acento, sin caer en la porno miseria ni en los consabidos clichés de los lamentos pesimistas.

La idea es documentar la vida abriéndose paso sin dejar marchitar las esperanzas. Con las garras del corazón, desbrozando las malezas del olvido y la injusticia social.

La Cañada de Miguel es un valle ubicado en el municipio de Hondo Valle, en la provincia fronteriza de Elías Piña.  Situado al norte , entre las lomas La Bestia y Fabrillé.

Con una altitud de 1,493 metros sobre el nivel del mar lo que genera entre veinte y diez grados Celsius. O sea que el calor, ahora en diciembre, reaparece tímido al mediodía

Su economía se basa en cultivos de café, aguacate y víveres. Pudimos constatar que la convivencia con sus vecinos haitianos luce en armonía tanto en los negocios como en lo cotidiano. La necesidad no sabe de colores.

Ya sabemos que  la frontera con Haití  contiene amplias zonas porosas. Es imposible que el cruce de personas sea una prohibición total. Además, nuestro vecino es el socio comercial por excelencia. En tiempos buenos, el intercambio comercial sobrepasa los mil millones de dólares. La cifra se queda corta pero aquí no vinimos a hablar de números.

La verdad de esta crónica es que Cañada de San Miguel necesita de todo y de todos para su desarrollo.

La actual gestión de gobierno impulsa elevar la calidad de vida en los territorios vulnerables como la Cañada de Miguel. Ojalá que esa bocanada de aire nuevo , fresco , como las bocanadas frescas que se respiran en esta comunidad intramontana,  se haga realidad.

Que en este año 2022,  la sonrisa de su gente se extienda más ante el anuncio de  las buenas nuevas.  Que tengan los mismos derechos y las mismas oportunidades que los residentes en otras zonas de la República Dominicana.

Foto de Carlos Mejía.