La novela La buena suerte escrita por Rosa Montero y publicada por Alfaguara 2020 se puede sondear desde dos perspectivas que rigen la vida en la posmodernidad. La primera; una forma de vivir matizada por la violencia y la superficialidad; la segunda, aquella teoría psicológica que superpone la positividad a la negatividad. En la trama, confluyen, principalmente, las historias de Raluca y Pablo, cuyas vidas son distintas en apariencia, pero, esencialmente similares en su interior. Ambos, comparten experiencias que subyacen en sus psiquis como tormentas intermitentes que destruyen la paz y el sosiego.

Pablo aparentemente lo tiene todo, una carrera exitosa marcada por la estabilidad económica, el reconocimiento profesional y la fama. Sin embargo, la abandona, huye de su propia vida, no solo de la rutina, sino, de su interior. Sale sin rumbo fijo y se detiene en un pueblo pobre y decadente, cuya forma de vida contrasta con el lujoso estilo citadino al que estaba acostumbrado. Renta un desvencijado piso en el edificio donde vive Raluca y otros personajes que entran luego en la historia. Mientras Raluca, por su parte, lleva un estilo de vida modesto, con un trabajo común, el que combina con la pintura, y un poco de su tiempo lo dedica a Felipe su vecino envejeciente, a quien ayuda a aliviar su carga de dolencias y soledad. A pesar de las diferencias socioeconómicas entre ambos, las similitudes existenciales, la solidaridad y empatía de Raluca los acercan. Ese caleidoscopio de vivencias y emociones forman una simbiosis desde donde surge la esperanza y una nueva forma de vida compartida.

Desde la primera perspectiva se puede ver recreado, en este hecho literario, un estilo de vida que superpone la apariencia, la ostentación del éxito por medio de la fama, el lujo y el reconocimiento social al bienestar personal. Rosa Montero lo utiliza para dar vida al personaje de Pablo, lo que combina con un interior atormentado por su pasado. Los traumas de la niñez fruto del maltrato, la violencia, el descuido y el abandono en una etapa de la vida tan vulnerable, dan forma a un personaje adulto que a pesar de su superación y ascenso social no logra sentirse bien consigo mismo, ni evitar ser víctima de aquellos errores de sus progenitores que le atrapan y de igual forma daña a sus cercanos.

Dicho personaje, no solo huye de su pasado, sino, también de su presente, lo que lo sitúa en el ahora. Asediado por las nuevas formas de delincuencia paridas por las nuevas tecnologías, extorsión, robo, acoso cibernético y el resurgimiento de grupúsculos que rescatan el odio de las prácticas del fascismo, los neonazis. Las peripecias de Pablo, su lucha con estos sucesos son recursos que, aunque ficticios, abren una perspectiva de análisis desde las teorías posmodernistas, puesto que, aunque disfruta de un estado de bienestar que le ofrece el progreso, el trabajo calificado, la fama y la fortuna, también vive el hastío y los perjuicios como consecuencia de la fragmentación del orden social, ya que es víctima de su propio hijo.

La segunda perspectiva, la de la psicología positiva muy en boga en el presente, está develada por Raluca quien, aunque no niega sus emociones negativas como son el miedo y la ansiedad, busca el equilibrio de su vida centrándose en lo positivo, piensa que sus desventuras pueden ser peores dada las circunstancias en la que se producen. Evoca la buena suerte aun en las peripecias más adversas de su existencia, desde su nacimiento hasta su adultez. Este personaje encarna la resiliencia, mantiene una lucha entre sus tormentos y dicha actitud, de la que surge una estabilidad emocional, que no solo la mantiene en pie, sino, que puede ayudar a otros. Tal es el caso de su anciano vecino, quien mal vive entre la soledad, las dolencias de la vejez y el abandono de una sociedad cada vez más inhumana que desecha a la persona cuando ya no le sirve para fines productivos en términos materiales.

Finalmente, leer La buena suerte es situarse en el presente, reconocerse como parte de una sociedad globalizada, muy informada, pero convulsa, violenta y deshumanizada, totalmente inversa e inimaginable pocos años atrás. En la que confluyen la riqueza material y la insatisfacción personal. Sus personajes principales, Pablo y Raluca tienen mucho que enseñar a cualquier lector, pero especialmente a quienes pretenden ver en los demás, no solo la máscara que imponen los parámetros sociales con respecto al éxito y el bienestar, sino, al ser humano que cada día se oculta con más perfección detrás de ella.