En distintos momentos históricos en la República Dominicana, el poder político obnubila el razonamiento de quienes ocupan puestos gubernamentales, por lo que, sectores de la población en demanda de derechos civiles secuestrados utilizan medios como la escritura, en sus distintos géneros, para concienciar al lector a través de hechos que sugieran contextos sociopolíticos similares a la realidad de su entorno, así lo deja ver  Andrés L. Mateo en su novela “La Balada de Alfonsina Bairán"(1985) de la que emerge una narrativa culta, un poco difícil de comprender para quien no tiene buenos referentes lexicales, estructurada en capítulos. 

Su destreza como narrador de acontecimientos históricos, le valió el Premio de Novela en 1991 por la Universidad Pedro Henríquez Ureña. Mateo ambienta los hechos donde el miedo, el temor y la desconfianza es presa de los ciudadanos, emplea el diario de Alfonsina Bairán como recurso para tejer la historia poco a poco, sin pasión, sin final, inclinándose sobre el silencio ( Mateo, 1992, p.2); su variedad en la técnica narrativa podría trasladar al lector al lugar de los hechos, de forma tal que siente que comparte el contexto con los personajes, exagerando, en ocasiones, en los paisajes y emociones que describe por medio de los personajes; sus palabras transmiten la inseguridad, el espanto, la desconfianza del transeúnte, lo propio en regímenes dictatoriales para permanecer en el poder.

La novela exhibe fotográficamente el pensamiento machista; latente en diferentes estratos sociales, enmascarando sus efectos desde hogares muy encumbrados hasta el más humilde sector, presenta en Alfonsina a la mujer empoderada, que la tragedia la hace consciente de la realidad de su entorno, capaz de fraguar un plan para atrapar al responsable de la muerte de su esposo; para lo cual enclaustró a la vieja mujer, y emerge una nueva, que utilizaría como anzuelo su prostíbulo;  que aparecía siempre cerca de las tres de la tarde. Tenía en el rostro ese algo perdido y aplastante que la separaba de las demás, y se movía, escoltada por sus perros, con el fulgor salvaje de una gloria extraña y desconocida (P.102)

Y, en verdad, lo atrajo como abeja a la miel, el Bar de la Turca, donde la prostitución era la diversión preferida de militares y funcionarios al servicio del régimen, se hicieron asiduos del lugar, empezaban a llegar a la siete de la noche, y una a  una se detenían en el espejo, y se corregían el desliz del pelo, o se insinuaban un poco más el escote(P.25),aunque para ellos las trabajadoras sexuales no eran ser seres humanos, eran solo cueros que vendían placer, y perdía el derecho a sentirlo, su rol era centrarse en complacer al cliente en sus pasiones más bajas, así, lo manifiesta el autor al describir las escenas eróticas entre Bartolina y el joven se hizo cliente preferencial del bar, a pesar, que a veces el cliente involucre sentimientos, aunque no lo admita.

Por otro lado, el Bar de la Turca, el lugar de diversión, administrado por Alfonsina, encargada de reclutar las mujeres que trabajarían en su negocio, aunque el trato entre patrona y empleadas fue siempre amable, había una distinción, entre empleadora y empleadas. La clientela frecuente eran hombres, que acudían en solicitud del servicio que ofrecía el Bar de la Turca, prostitución, pero fuera del lugar.

El autor hace referencia a las mujeres del bar con términos despectivos, discriminatorios, evidenciando los prejuicios de la época, mujeres que tenían virtudes como las demás, pero que por el hecho de dedicarse al oficio más viejo de la humanidad no debían amarse, su encuentro tenía que ser exclusivamente por placer sexual comprado. Del mismo modo ocurre con las escenas eróticas, cuando  afirmar que se comenzaban a levantar media hora después, y que llegaban al salón en forma pavorosa, recitando desde su cuerpo todos los detalles del desparpajo, cruzando como sombras con el pelo ensortijado, presentando en pequeños gestos las agruras del malvivir, con las caras cremosas desfiguradas, la boca pastosa en silencio, y el taconeo levantando el revuelo, amotinando el polvo que se veía ascender por los rayos del sol que entraban por las rendijas(P.102)

La pobreza siempre fue la compañera de quienes se dedicaron al oficio de la prostitución y se evidencia cuando el autor sostiene, que mucho después del mediodía calentaban una sopa de lata, o preparaban rápidamente un arroz con salchicha, y nos lo comíamos con pan, en silencio, como si el momento fuera una pausa en el combate (P.102), sus hábitos alimenticios delatan su deficiencia alimentaria, preferencias culinarias y la premura en su cocción por la prisa del hambre devoradora con que iniciaban el día. Es que generalmente, quienes se dedican a este oficio lo hacen precisamente por las múltiples carencias que tienen que enfrentar con muchas carencias, sin importar el país de origen, así lo evidencia Olga Consuegra en su obra La noche parió una jinetera (2019)

Por otro lado, durante la tiranía se vivía en una sociedad donde una gran parte de la población se cobijaba bajo la sombra de la hipocresía, ejemplo de lo anterior fueron las protestas que montaron las mujeres que residían en el entorno al Bar de la Turca cuando el negocio abrió, pero callaban ante la concurrencia de sus esposos como clientes al mismo; las amas de casas utilizaron como escudo las creencias religiosas. Creo que terminaron por confinar al remanente de cordura que la recuperó como una diosa llorosa de la maledicencia. Y lo digo porque esta misma gente que le cerraba las puertas al verla pasar con sus perros, lloró por ella, la noche del fuego, cuando ya todo se había consumado y cualquier pundonoroso dolor equivalía a una complicidad (Mateo, año. P. 24)

En la novela se presenta al perro como símbolo de lealtad, agradecimiento, cualidades que no siempre tiene el ser humano, sostiene Anamari Gomis; Alfonsina era custodiada por dos perros cuando salía a pasear, quizás para evitar que alguna esposa celosa intentara agredirla, ya que los perros la obedecían fielmente, igual o mejor que si se tratara de seguridad humana, usó sus armas, las únicas que podía usar, las únicas que conocía (P.118)

En fin, La Balada de Alfonsina Bairán es mucho más que una novela que aborda acontecimientos ocurridos durante la época de Trujillo, ofrece la oportunidad de conocerlos a través de la literatura, transportarse a un pasado histórico sangriento, oscuro, exponiendo los hechos de manera que, el lector se sienta empático con quien encubrió sus verdaderos sentimientos ante el miedo, quién tuvo que vivir largas noches de nostalgia por la ausencia del ser querido, aquel que le arrebataron su futuro promisorio y con la chica que tuvo que prostituirse para sobrevivir.