El calor sofocante, las noches sin dormir, las moscas revoloteando, el contraste entre lo visible y lo invisible. Estos son algunos de los conceptos que vertebran los relatos de "Desvelos de verano", el último libro del escritor argentino Martín Kohan (1967), que hace del verano y su atmósfera un protagonista más.

Influido por las lecturas del italiano Cesare Pavese, el autor de "Cuentas pendientes" reconoce en una entrevista a Efe que su intención en estos cuentos era provocar un contraste "entre lo luminoso y lo ominoso" del verano, combinando ambos sentidos para crear ambientes opresivos.

"Creo que en muchos cuentos pasa eso: algo se esconde, algo no se dice, algo se entrevé… Aprovechar ese efecto de claroscuro, donde lo oscuro se vuelve más oscuro, más denso y más espeso", señala Kohan desde la terraza de Eterna Cadencia, una de las librerías más bellas de Buenos Aires.

Una atmósfera particular

Los relatos que componen "Desvelos de verano" (Literatura Random House) poco o nada tienen que ver con el aroma festivo de esta época del año: los lugares coinciden con el imaginario colectivo estival – casas en la montaña, pueblos perdidos del interior -, pero no así los hechos narrados, algunos de ellos de carácter trágico.

Por supuesto, este es un propósito más que buscado por su autor, que destaca las infinitas "posibilidades" que ofrece el verano para la literatura y las ficciones en general.

"Esta especie de disponibilidad de los cuerpos, que están más a la vista y, al mismo tiempo, jugar con eso: qué pasa con lo privado, qué pasa con lo que se quita de la vista, bajo esas condiciones de mucha luz, de mucho día y de mucho calor", expone el escritor.

La mayoría de los cuentos son muy breves, por lo que resultó fundamental la elección del punto de vista narrativo, algo que Kohan describe como "lo más determinante" del proceso de escritura.

"Ni siquiera la trama está definida si uno no tiene definido el narrador. Sí, podés tener un puñado de hechos, sobre todo en cuentos, pero en rigor no tenés la trama, porque la trama no es solamente la sucesión de hechos, sino su articulación", comenta el también docente de la Universidad de Buenos Aires.

Distancia con el realismo

Como sucede en otros libros de ficción de Kohan, muchos de los relatos de "Desvelos de verano" se caracterizan por su ambigüedad, especialmente en sus finales, en donde el lector queda encargado de completar los huecos dejados de forma premeditada por el autor.

Ese tipo de literatura repleta de silencios, que plantea atmósferas sin resolución, que sugiere pero no desvela, es la preferida por el escritor porteño, para quien existe hoy en día una cierta "devoción" por "fabricar realismos", incluso en autores manifiestamente antirrealistas, como Juan José Saer o Jorge Luis Borges.

"Una literatura que trabaja con lo no dicho, con la suspensión de la referencialidad, con la vacilación en la representación, con el no direccionamiento de un sentido, pero se involucra con la dimensión política: eso es lo que me interesa", asevera el autor de "Ciencias morales", un ejemplo de novela que contiene todos esos rasgos.

Por ese motivo, Kohan toma distancia respecto a la idea de literatura como un "servicio de mensajería", esto es, la noción de que una obra, para que funcione y sea exitosa, debe transmitir un mensaje predefinido a sus lectores.

Esa concepción resulta "decepcionante", según el escritor, puesto que supone direccionar "qué es lo que el lector tiene que leer y qué es lo que tiene que entender, y la literatura, por suerte, no funciona así".

"Me parece totalmente empobrecedor como idea de la literatura pensar que puede haber ahí 200 páginas, o veinte o una, que no existan sino para expresar un mensaje, porque la literatura supone un grado de elaboración del lenguaje y, por lo tanto, de las posibilidades del sentido", apunta.

Próxima obra

Tras la publicación de "Desvelos de verano", Kohan está terminando de corregir su próximo proyecto, un ensayo sobre el teléfono, entendiéndolo como un modo de comunicación social que está "en trance de desaparecer".

Cuando se ponga a la venta, ese libro pasará a formar parte de una biblioteca personal compuesta por más de una veintena de libros entre novelas, cuentos y ensayos, aunque Kohan no está en absoluto preocupado por su legado como autor.

"En las librerías de viejo encontrás celebridades que parecían tener la posteridad asegurada y se perdieron en la nada. ¿Qué sentido tiene pensar en eso? Porque, al mismo tiempo, requiere algo que no estoy dispuesto a hacer, que es pensar que uno se va a morir, y ese es un tema que evito a rajatabla", dice entre risas el escritor de 55 años de edad.(Javier Castro Bugarín)