Además de su gran aporte económico y social, la artesanía es un eje invaluable de la riqueza étnica y cultural. Este sector da a conocer un sinnúmero de propuestas elaboradas por manos de personas que, mediante la adquisición de conocimientos ancestrales, han conservado el aprendizaje de técnicas que permiten crear objetos con un valor único y difícilmente replicables.

El sexto capítulo de la publicación Dominicana Creativa: Talento en la economía naranja se sustenta en estadísticas para plantear el rol de ese sector en la economía nacional.

La artesanía parte de diferentes técnicas aplicadas a mano sobre diversos materiales o insumos localmente accesibles.

La artesanía dominicana es un oficio que las comunidades de base e ingreso medio realizan porque les requiere baja inversión y les permite aprovechar bienes tangibles e intangibles que poseen en relativa abundancia: vocación y habilidad manual innata o adquirida, tiempo y creatividad, además de insumos a la mano.

En el país se ha realizado una importante labor de rastreo sobre la existencia, condición socio-económico-demográfica, educativa y cultural de los artesanos y sus negocios. Lo que aún queda pendiente es transparentar la producción y circulación de sus bienes en el Sistema de Cuentas Nacionales y perfeccionar su identificación en el gasto turístico y en los flujos aduanales nacionales.

La informalidad sectorial agrava el sub registro de los resultados por valores insuficientes, bajos volúmenes u otros, al no dejar evidencia sobre el inventario y circulación de los bienes artesanales.

La medición de la categoría económica creativa local comprende el trabajo industrial efectuado en fábricas, talleres y pequeñas empresas familiares. Incluye además actividades de artesanías o captadas por las estadísticas industriales. Como subcategoría, integra otras manufacturas y bienes de madera y productos de madera, productos de papel y cartón, productos de la edición e impresión, muebles, joyas y artículos conexos, otros productos manufacturados no clasificados precedentemente y desperdicios, entre otros. Así indica la publicación Cuentas Nacionales de la República Dominicana del 2007.

Pese al subregistro en los factores señalados, los bienes de las manufacturas artesanales se aprecian en las vías terrestres que intercomunican los centros urbanos y los polos turísticos; en las zonas turísticas y en los hogares dominicanos de ingresos medios, medio-altos y altos. En los sectores pobres se mantiene su presencia como bienes utilitarios y funcionales.

La artesanía en números

En 2008 se localizaron y entrevistaron unos 461 negocios de artesanías. Entre las características en común, se encontró que:

  • Poseían carácter de micro y pequeñas empresas, el 70.2% de los establecidos en la región Este (desde Boca Chica a La Altagracia, incluyendo Bávaro y Punta Cana, región de su estudio) operaban con 1 a 3 personas y que casi un tercio supera los 4 empleados.
  • Su ubicación preferente fue en plazas (43%), la playa (28%) y vías de acceso a los centros turísticos (15.7%), donde el 86.4% permanece desde su surgimiento.

Con esa última se corroboró el perfil de encadenamiento al turismo, porque cifran en esta industria su mercado deseado.

Para 2012, un estudio en el que se tomaron en cuenta 316 artesanos nacionales que trabajaban diferentes técnicas y materias primas, destacaron ocho: alfarería (7.28%), fibras naturales (10.13%), joyería (9.49%), la ebanistería (6.33%), jícaras de coco (6.33%), tallas en madera (6.01%), cestería (5.70%) y talabartería (5.70%).

Del 2010 al 2020, los turistas de todos los grupos gastaron más en regalos y souvenirs. El enfoque se dirige al gasto turístico en regalos y souvenirs de los compatriotas residentes y no residentes. Los dominicanos residentes gastaron 29.6, 28.87 y 30.11 veces más que los extranjeros en este tipo de bienes durante los años 2010, 2019 y 2020, respectivamente.

El futuro de la artesanía

En la actualidad las artesanías nacionales están en un claro proceso de ebullición y reformulación.

Según desglosa Nova en el capítulo, el sector tiene urgencia de:

  • Apoyos y acciones emprendedoras y oficiales
  • Políticas públicas orientadas a ampliar su disponibilidad y mejorar sus calidades
  • Mercados con más amplias demandas potenciales

Con esto, plantea que se evita su progresivo desplazamiento ante el avance y proliferación de los bienes industrializados.

La necesidad de una mejor formación técnica y conceptual de los artesanos es reclamo compartido, consignado también en los estudios precitados.

Por su parte, Mónica Varela, diseñadora de joyas que cuenta su historia en Dominicana Creativa, entiende que dentro de las cosas que se deben mejorar para aportar al desarrollo de la economía nacional está la protección del larimar y el ámbar. “El Estado no debería permitir su exportación en bruto, sino trabajada, porque eso implicaría la labor del minero y el lapidario, lo que conlleva a una generación de empleo y un incentivo para el artesano”.

En todo el mundo las artesanías se están viendo como un reto porque las industrias locales están siendo avasalladas por las importaciones foráneas. El futuro del sector está vinculado a la posibilidad de un impulso oficial y privado.