La Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) cumple este sábado 50 años, y lo celebrará con una serie de actos en el Instituto Cervantes de Nueva York donde expondrá lo que ha sido su actividad durante este medio siglo en uno de los países donde más crece el español.
Fundada en 1973, la ANLE fue admitida solo siete años después en la "familia" de la Asociación de Academias de la Lengua, junto a sus pares del mundo hispano, y como las demás se encarga de asesorar en el buen uso del español a instituciones y medios de comunicación "con criterios de propiedad y corrección", según recuerda en una entrevista escrita su subdirector, Jorge Covarrubias.
La ANLE no ha escapado a las turbulencias políticas del país, y de hecho uno de sus principales logros, como fue supervisar durante décadas la página web en español de la Casa Blanca, quedó en nada después de que la página fuera cerrada durante la administración de Donald Trump, aunque Joe Biden la ha vuelto a habilitar.
La academia es activa en las redes, edita libros, imparte charlas en universidades y da consejos idiomáticos cuando se lo requieren, pero además se jacta de editar "una de las mejores revistas de todas las academias", según su directivo.
Una de sus principales preocupaciones es cuidar de que "el uso de la variante hispanounidense (sic) no afecte a la unidad y comprensión del idioma en el ámbito hispánico", una forma diplomática de decir que el llamado "espanglish" no se convierta en ininteligible para un hispanohablante o que derive en una forma de lengua distinta.
En un país donde el español no deja de ser lengua minoritaria -aunque sea la segunda-, la ANLE aspira a colaborar en los proyectos y planes para extender la enseñanza del español en un país habitualmente reacio a introducir las lenguas extranjeras, así como a "fortalecer el bilingüismo auténtico", añade Covarrubias.
El foro de mañana no rehuirá algunas de las cuestiones más polémicas de los últimos tiempos, como el uso del lenguaje inclusivo, que en Estados Unidos se ha traducido en el término "latinxs", recusado por abundantes hispanohablantes como extraño a la lógica del español.
Según las cifras de la ANLE, el español es lengua de uso corriente de 41 millones de personas "en el hogar", que ni siquiera representan la totalidad de población latina, pues esta suma 62 millones de personas.
En su diagnóstico sobre el estado del español en el país, Covarrubias no duda en calificarlo de "floreciente", y subraya una característica única: ser "el mejor laboratorio para observar cuál será el futuro de nuestra lengua por su condición de albergar a personas llegadas desde todos los países donde se habla español".