Poseer la impronta del arte en los sentidos abre las puertas a otros mundos imaginados. ¿Cuántos mundos imaginados hay? Posiblemente, más que los infinitos, porque en cada mundo hay infinitos mundos imaginados. Entonces, ni se diga, de los mundos imaginados que caben en los mundos infinitos.
No es ningún trabalenguas, ni juego de palabras, ni es un estiramiento lógico del lenguaje. Es simplemente una dimensión teórica y metafórica de las posibilidades brindadas por el arte. ¿Qué relación puede haber entre una diosa y la sal? Muchísimas. Solo tomaremos un ejemplo: Plutarco describe a Afrodita, del griego aphrós, como una diosa “nacida de la espuma de sal”, “después de haber sido fertilizada por el esperma de Urano” y “su cuerpo nació y se cristalizó en la sal”, como señalan, Bernard Moinier y Olivier Weller. Así, en la mitología fenicia y grecorromana, como en construcciones herméticas, en diferentes culturas, épocas e imaginarios, encontramos relaciones entre divinidades y la sal (Flores-Fernández, M., 2021).
La trayectoria
Algo similar veremos en Julia Castillo, ella es la diosa banileja del paisaje de sal. Fue al oriente, conoció las mitologías de los asuras y se abrieron todas las puertas infinitas del arte por medio de los colores y las formas. Esta artista plástica egresada en estudios del inglés y literatura de la Universidad de Harvard, Boston, Massachusetts; de estudios japoneses en la Universidad Sophia, en Tokio, y graduada en Economía Internacional y Economía del Desarrollo en la Universidad de Massachusetts. También, estudió Maestría en Administración de las Artes en la Universidad de Columbia; y estudios de arte, en el Instituto Tecnológico de Costa Rica. Ha participado en exposiciones individuales y colectivas, además de ser ilustradora de libros. Actualmente, es directora del Centro Cultural Perelló en Baní, provincia Peravia, República Dominicana. Es diplomática, poeta, artista visual y gestora cultural.
Entre las obras de Julia Castillo figuran: El descanso, 22×29″ (Óleo/lienzo), Fin de la jornada, 16×20″, (Óleo/lienzo); Sobre rieles 21×33″, (Óleo/lienzo); Cargadores 25×27″, (Óleo/lienzo); Atardecer en Salinas 25×27″, (Óleo/lienzo): varias pinturas simbólicas, rostros e imágenes de asuras en diferentes tamaños y técnicas.
Julia Castillo vibra como rayo del arte entre un mundo místico, mítico, realista, simbólico y paisajista. Sus muestras pictóricas de asuras traen al Caribe sus visiones de un mundo de creencias, propio de la cultura japonesa. En el budismo se hace referencia a los asuras como seres con un rango más bajo que los dioses o semidioses.
El origen de la palabra viene del sánscrito. Para el hinduismo los asuras son entidades asociadas a seres sedientos de poder, llegando a ser considerados como demoniacos o pecaminosos. En Avesta el término asura (Ahura) se reserva para el “Sabio Señor”, es decir, Ahura Mazda “creador del cielo y de la tierra, amigo de la justicia y enemigo del engaño.” En el Bhagavadguitá (Capítulos 16.4) se alude a las cualidades de los asuras, resumidas en orgullo, arrogancia, engaño, enojo, ignorancia, entre otras. Algunos ahuras o asuras quedaron asociados en las tradiciones orales y escritas como seres angelicales y a las fuerzas del bien. En su cosmogonía los asuras arrastran tradiciones, creencias, ritos, mitos y leyendas diversas.
Pintar asuras
En los paisajes creativos de Julia Castillo, existe una diosa asura, inspiradora, veedora de todas las cosas porque alrededor del cuello tiene varias caras. Quizá, de los asuras se interpreten todas sus cualidades como formadora de rasgos de la naturaleza de humanos. De ahí, la tradición oriental. Quizá la personificación de las ansias de poder en los humanos sea un reflejo de los asuras. Sin embargo, la artista, más allá de las significaciones mitológicas y la evolución cultural de las creencias, con respecto a esas divinidades o seres, pretende plasmar rasgos de la cultura japonesa en el Caribe. Una muestra de esto es que ya usted está leyendo sobre los asuras, tema este fuera de la agenda cotidiana y reservado para lectores e investigadores en estos predios.
Pintar asuras es asistir a un pasado milenario que gravita en las tradiciones orientales, proveniente de una cosmología originaria, en contacto con dimensiones espirituales y místicas. Así sucede con las muestras de símbolos pintados por Julia Castillo, con trazos sencillos y respiración artística profunda. Son ideogramas con cargas reflexivas sobre temas ritualistas. O simplemente, trazos sutiles, donde el espectador neófito y no neófito se pueden montar para volar. Lo harán a la manera de todos.
La artista abrió las puertas de sus mundos y las dejó abiertas. Convidó a todos los espectadores para la fiesta de una cultura, para muchos, cargada de misterios y enigmas ancestrales, pero sugestiva e incitante.
En el 2017, en el Centro Cultural Perelló de Baní, provincia Peravia se presentó una exposición denominada “Las tres Julias” donde Julia Castillo expuso decenas de obras en tres vertientes, en tres mundos coexistentes. Minas de sal en un paisaje marino; símbolos y varias imágenes de los asuras.
Los paisajes de sal
Difícilmente un artista se sustrae de su entorno: las emociones íntimas de paisajes entrañables, la gente, las cosas, las voces de los ecos, y las palpitaciones espirituales sucedidas a lo largo de su vida. Unas son más significativas que otras, sin duda alguna. Las primeras imágenes de la vida, vistas por el alma, siempre se quedan tendidas en las alambradas de los recuerdos. En algún momento surgen, en forma de arte, ya sea como un poema, una pieza musical, una pintura, o simplemente como un vacío dejado por el cuerpo, tras un movimiento de danza.
Los paisajes primigenios, prístinos, los incrustados en la memoria del corazón, incitan al artista a plantar banderas en la cordillera emocional de la vida, donde, con un suspiro breve, se desafía a la eternidad. Esas pretensiones de lo eterno, de bordar en el espacio-tiempo, son muestras de la vida en plena ebullición. Por eso, cualquier manifestación artística rezuma lo amado, sin mediar explicaciones. Surge como un río o manantial de aguas transparentes desde el punto nodal de la emancipación.
Así son los paisajes marinos y de sal de Julia Castillo. Todos los banilejos llevan un hermoso paisaje de mar con una mina de sal, para multiplicar como espejitos los sueños y mostrar la reciedumbre de su gente. De esa sal salen los sueños artísticos de Julia, la pasión por sus orígenes, los iniciales motivos para darle a lo blanco tonos salobres o semejanza de nubes en la tierra. Lo hace al pintar los muelles, las carretas, las casas, y sobre todo, la mano obrera del hombre en pleno sol, pisando las nubes de mundos abiertos más allá de los espejos y los sueños. De ahí, el nativo de Baní, forjador, transformador y negociador. Un ser con el corazón, con paisajes llenos de espejos reflectantes, cristales de sal expuestos al sol, que son transformados en obras, en acciones. Esa es la Julia de los paisajes de sal, la diosa buena, otra asura en el Caribe; la incitadora, diva y desafiante, rebelde con sus causas. Ese es el símbolo de la sal, chispa de la vida.
No es para menos, la sal está llena de significados mitológicos, femeninos, espirituales, prosperidad, permanencia y hasta de eternidad. Solo pasemos la mirada a culturas y civilizaciones antiguas, en Sumeria, Egipto y América. Por eso, expreso que esa mina de sal, en las Salinas de Baní, no solo es un recurso mineral dotado por la naturaleza y utilizado con fines económicos. Es más que eso. Es el punto de partida, el nódulo de donde se multiplican algunas esencias del ser banilejo…
Eso es lo que observo en las pinturas marinas de Julia Castillo. Más allá de las corrientes pictóricas, de los trazos, están los colores de Baní. Como artista lo ha rezumado, y abre los sentidos para explorar otros mundos y sus esencias…
Un artista no es un ser de un solo mundo, que “por los aires del alma se va”. Es aquel levantador de mundos nuevos y, aunque se quiebren, aunque se destruyan como Sodoma y Gomorra, (vista por Edith, la mujer de Lot, y luego convertida en estatua de sal) son capaces de producir hermosos mimetismos para ponerle sal a vida.
Domingo 22 de septiembre 2024
Publicación en Acento No. 120
González Reimann, Luis Ortodoxia y herejía en el hinduismo1 Estudios de Asia y África, vol. 54, núm. 1, Enero-Abril, 2019, pp. 83-102 El Colegio de México A.C. DOI: 10.24201/eaa.v54i1.2361
Mitos alquímicos y representaciones herméticas en el imaginario femenino de la sal María Flores-Fernández1
Amaltea. Revista de mitocrítica ISSN-e: 1989-1709
Recuperado: 14 de septiembre 2024
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Virgilio López Azuán en Acento.com.do